_
_
_
_
Crítica:LA PELÍCULA DE LA SEMANA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Para espías, los de antes

Carlos Boyero

Un señor con inequívoca pinta de intelectual, subrayada porque además fumaba en pipa, rasgo asociable a la meditación sobre las personas y las cosas (el libertino Simenon, tan filósofo y tan humano él retratando pasiones terrenales, también está asociado a la pipa en su imagen pública), y llamado Joseph L. Mankiewicz, dedicó su existencialista talento, su conocimiento de todos los recovecos y de las trampas del alma humana, su habilidad para crear villanos memorables, a ese cine tan turbio protagonizado por el univesro del espionaje. Habiendo conocido a tantos imbéciles que creían que ese distinguido ritual nicotínico añadía morbo a su imposible imagen, siento cierto respeto por los que fumaban en pipa con estilo, con naturalidad.

CAZA A LA ESPÍA

Dirección: Doug Liman.

Intérpretes: Sean Penn, Naomi Watts, Sam Shepard, Ty Burrell, David Andrews, Noah Emmerich.

Género: intriga. EE UU, 2010. Duración: 108 minutos.

La mejor película del género de espías que he visto nunca la firma Mankiewicz. Se titula Operación Cicerón y cuenta la historia de un cínico especializado en vender misterios tan asombrosos a los nazis que no se los creen, pero en posesión de una zona vulnerable: estar enamorado de la aristócrata de la que fue su criado. O sea, lo de siempre, esa lucha de clases en la que siempre acabará perdiendo el inteligentísimo pringado que como Gatsby creía que el semáforo de la vida y el futuro estaba en verde.

Hay más películas de espías sublimes. Casi todas en blanco y negro. Martin Ritt, ese creador extraordinario, complejo, siempre turbador aunque su compromiso con algo tan raro como su militancia en el izquierdismo estadounidense fuera lógicamente radical, interpretó mejor que nadie en imágenes, atmósferas y sonido la gran mentira, la manipulación emocional, las mezquindades de un juego siniestro entre capitalismo y comunismo. Alec Leamas dejándose matar en el Muro de Berlín, harto de profanar la honradez y la inocencia, renegando de ser un muñeco útil, es uno de los grandes momentos de la historia del cine. También es magnífico el desconcierto, el acorralamiento, la sensación de que ya no entiende nada aunque sabe que le van a matar, del personaje que intepreta Redford (¿Qué le ha hecho este hombre inmensamente atractivo a su rostro en un quirófano para disfrazar su vejez?) en Los tres días del Cóndor. Relacionar a James Bond con el espionaje es rebajar el nivel trágico del espionaje (y adoro a Connery) a límites pueriles.

Siguen haciéndose películas de espías. La saga del amnésico y atormentado Jason Bourne es muy buena, es ritmo, tensión y sentido crítico. ¿Y qué relación tiene con el espionaje Caza a la espía, el estreno de la semana? Toda. Cuenta un caso real, la de la señora de la CIA, delatada su turbia condición porque su marido había descubierto cosas muy peligrosas sobre las razones para invadir Irak. La vi hace seis meses en Cannes (mi amnesia sigue igual de irresponsable, David Trueba) pero no recuerdo casi nada, aparte de las buenas intenciones. Y eso que la interpreta Naomi Wats, uno de mis perdurables amores, y que no recuerdo a Sean Penn con la intensidad habitual. El espionaje, el de antes, para mí siempre será más apasionante que el que propone el sofisticado ciberespionaje, Internet, todo eso. Milito por ánimo y convicción en la imprenta, en las brumas matinales de un ciudad fronteriza en la dividida Alemania. A la lucidez trágica de aquel irrecuperable Le Carré que inventó el Circus, a ese mundo anacrónico, sombrío, a veces lírico que nunca podrá pertenecer a los ordenadores, a los asquerosos y millonarios inventores de la red social.

Naomi Watts, en un plano de <i>Caza a la espía.</i>
Naomi Watts, en un plano de Caza a la espía.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_