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Crítica:CRÍTICAS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Poderosa máscara

Sigue Werner Herzog moviendo máscaras truculentas en el borde de la exageración; y sigue arreglándoselas para sostener la pantalla en un raro, y nada fácil, equilibrio de contrarios sobre la cuerda floja. Lo hizo en Aguirre y Fitzcarraldo, y vuelve a hacerlo en Invencible, donde cuenta -perdido su inseparable enemigo Klaus Kinski- con un actor, el británico Tim Roth, capaz de encajar las más alevosas, enfáticas y retorcidas agresiones de la cámara. Roth es un fajador nato, que da al director alemán garantías de que sabe dar aires creíbles a comportamientos extremosos; y aguantar un primer plano iluminado de abajo arriba con naturalidad realista.

La endiablada papeleta que Tim Roth resuelve en Invencible es dificilísima, porque este singular actor es capaz de hacer aflorar, sin la menor retórica gestual, con sólo una mirada, esquinados destellos de violencia sugerida, siempre más turbadores que los explícitos. Roth pone en pie, y logra darle un soplo de verdad, a uno de los tipos más escurridizos y retorcidos de que hay noticia, un tal Hanussen, célebre y efímero gurú del ocultismo y la magia negra en el Berlín de 1932, que logró convertirse, gracias a una red de hilos tendidos con asombrosa astucia, en oráculo -se hacía pasar ante Goebbels, Himmler y su gentuza por aristócrata danés, hasta que descubrieron que era un pelanas judío checo y lo embarcaron en un viaje sin vuelta- de las cúpulas del nazismo en vísperas de su asalto al poder, que Hanussen -a través de la mirada sin parpadeo, de culebra irónica, de Roth- vaticinó con ampulosidad de profeta.

INVENCIBLE

Dirección y guión: Werner Herzog. Fotografía: Peter Zeitlinger. Intérpretes: Tim Roth, Jouko Ahola, Anna Gourari, Max Raabe, Jacob Wein, Udo Kier. Alemania, Reino Unido, 2003. Género: drama. Duración: 130 minutos.

Enlaza Herzog a este personaje histórico con un personaje inventado, un forzudo llamado Invencible, un judío polaco dotado de enorme fuerza física, metáfora de la resistencia al nazismo, que Herzog concibe y mueve como antítesis de Roth, lo que sirve a éste para definir a su Hanussen con la eficacia del contraste. Y como contraste interviene también el personaje de la pianista, que cierra un triángulo de fuerzas históricas, dramáticas y poéticas en que Herzog ha insistido otras veces. Y elemento de contraste es también -frente a la alta profesionalidad con que Roth llena el vértice que ocupa en el triángulo- el tono directo e impreciso, de actores naturales, que el atleta finlandés Jouko Ahola y la pianista rusa Anna Gourari dan a sus respectivas creaciones, que cierran una película muy de su autor y que combina con elegancia, naturalismo y expresionismo, lirismo y drama, fábula e historia.

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