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Reportaje:

¡Esto es... Nollywood!

La cinematografía nigeriana es la tercera del mundo en número de filmes

Hollywood y Bollywood no son los únicos macrorreinos del cine. Para completar el mapa es necesario recalar en Nigeria y su singularísima factoría del séptimo arte: Nollywood, la tercera productora de cintas del mercado mundial tras sus competidores estadounidenses e indios. El año pasado, según Bond Emeruwa, presidente de la Asociación de Directores Nigerianos de Cine, hubo una buena cosecha al superar los 2.000 títulos.

En Nollywood no hay ni alfombras rojas, ni multitudinarios estrenos mediáticos: las películas se ruedan cámara digital en mano, se venden en los mercadillos y se consumen en casa, en formato de DVD o de vcd disks. Los primeros tienen un precio de 4 o 5 euros y los otros, a veces lastrados por una pésima calidad de imagen, de un euro. La piratería, lógicamente, hace estragos en un ámbito tan hogareño.

"Hacemos largometrajes que en su mayoría no se estrenan en cines porque nos concentramos en el vídeo digital. La distribución en salas es muy minoritaria, porque prácticamente no hay, aunque algunos filmes se exhiben en teatros", explica Fred Amata, director y actor. "En realidad las películas de Nollywood se ven por todo el mundo, porque nuestro cine es un puente de unión entre los nigerianos que vivimos en nuestro país y los que se fueron al extranjero", añade el cineasta, de paso por Barcelona invitado con otros compañeros de oficio por la firma Chocolat Factory, muy implicada en la promoción de la cultura africana.

¿Cuándo empezó esta movida? Pues cuando llegaron a manos de los comerciantes los primeros reproductores de vídeo digital a principios de los noventa. Como tenían muy poca salida, empezaron a venderlos acompañados de películas estadounidenses y bollywoodienses que apenas interesaban a los espectadores. En aquellos momentos, la violencia en las calles nigerianas las hacía intransitables por la noche. Pese a la gravedad de la situación, el contexto era ideal para impulsar entretenimientos puramente caseros. Y en 1992 se produjo el milagro con un exitazo del director Chris Obi Rapu, Living in bondage, la historia de un hombre que se queda atrapado en una secta ocultista. "En realidad, la industria del cine nigeriano es muy antigua y ya se rodaban películas en los años cincuenta. Pero la industria moderna, basada en el formato digital, es reciente y empezó a despuntar hace 17 o 18 años. En la actualidad da trabajo directa o indirectamente a dos millones de personas", dice Emeruwa. Los costes de estos filmes oscilan de media entre los 16.000 y los 20.000 euros, aunque señalan que para hacer un buen filme se precisan como mínimo 50.000.

A partir de Living in bondage todo fue coser y cantar, pese a que los rodajes topan muchas veces con las prácticas extorsionistas de las mafias locales. La corrupción es precisamente uno de los temas recurrentes de las películas de Nollywood, que tiene sus predilecciones en cuestión de géneros. "Lo que más tocamos es el drama, tanto romántico como aquel que explica historias familiares", dice Bond Emeruwa. "Algunas películas, las más épicas, hablan del pasado, mientras que la mayoría se centra en problemas contemporáneos".

De izquierda a derecha, R. Nwadike, Fred Amata, Bond Emeruwa y A. Amenechi, en Barcelona.
De izquierda a derecha, R. Nwadike, Fred Amata, Bond Emeruwa y A. Amenechi, en Barcelona.CARLES RIBAS

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