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Crítica:ESTRENO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Modalidades del caos

De creer lo que dice este último saqueo de la factoría Dreamworks -esa empresa poderosa que lleva el inefable y poderoso Steven Spielberg en Hollywood- del rico arsenal clásico de historias ancestrales, el viejo marino Simbad era un machista de tomo y lomo, pero, como querría el lugar común patriarcal, también un buenazo con su corazoncito.

De seguir creyéndole, convendremos en que lo más curioso de esta película, que resulta desmadrada y excesiva y que hace de lo fantástico su verdadera apuesta, es la construcción de un carácter de héroe alejado de los lugares comunes; mucho más calculado y posmoderno de lo que nos tenía acostumbrados Sherezade y sus narraciones fabulosas.

Y, por seguir creyéndole, también habrá que convenir que las mujeres están detrás de todas las modalidades del caos que la película propone. ¿Será verdad que se encuentran detrás de todos los desastres del universo? A juzgar por los resultados, eso parece. Caos es lo que busca la taimada Eris, la diosa evanescente que provoca toda la acción, y el caos es el que se apodera de la nave de nuestro dudoso héroe cuando a ella llega la impulsiva Marina, los dos grandes trayectos narrativos que articula la película.

SIMBAD

Directores: Tim Johnson y Patrick Gilmore. Intérpretes: con las voces de Brad Pitt, Catherine Zeta Jones, Michelle Pfeiffer, Joseph Fiennes (en versión original). Género: aventuras animadas. Nacionalidad: EE UU, 2003. Duración: 85 minutos.

O dicho de otra manera: que, a pesar de los modos que exhibe el personaje de Marina -que, por otra parte, entran de lleno en todos los lugares comunes: seduce a la tripulación masculina con sus artes femeninas-, estamos aquí ante una aventura tópicamente ancestral, típicamente patriarcal, tontamente de las que podemos considerar "de siempre".

Emular a Disney

Dreamworks, el estudio de Spielberg que ha desarrollado varios proyectos de animación que van de las grandes Hormigaz y Shrek a otras como El príncipe de Egipto o Spirit, no sólo se siente capaz de emular a los clásicos de Disney, con el que compite codo con codo por la primacía de la animación mundial en una lucha sin cuartel, sino que es capaz incluso de superar al viejo estudio en lo que a recados conservadores se refiere.

Por lo demás, con su mezcla de animación por ordenador y la tradicional técnica del dibujo de las figuras humanas, la película cae en un "más difícil todavía" que, por lo que se ve, parece ser la máxima apuesta de este invento. Y no se deje engañar el lector por el nombre de uno de sus directores, Tim Johnson, que lo fue también de la espléndida Hormigas: toda comparación con esa imprescindible pieza de la animación contemporánea es pura casualidad.

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