Geopolítica y ruido
Un modesto aunque funcional y a la postre duradero filme de 1975, Rollerball, dirigido por Norman Jewison, ambientado en el futuro y que denunciaba -que hoy suena premonitoria, al tiempo que bastante infantil: por superada- la utilización que potencialmente puede hacer la televisión de cualquier deporte/espectáculo ha servido al alicaído John McTiernan -por cierto, el segundo remake que perpetra a costa del bueno de Jewison: el anterior, El secreto de Thomas Crown- para intentar reverdecer laureles.
Ya no estamos en el futuro probable, sino en el presente; la televisión tiene cobertura mundial y, siempre a la caza del mejor rating, sus jerifaltes preparan espectáculos en los que se mezcla la acción con la sangre. Ilegal, pero sangre, al fin y al cabo.
ROLLERBALL
Director: John McTiernan. Intérpretes: Chris Klein, Jean Reno, LL Cool J, Rebecca Romijn-Stamos, Naveen Andrews. Género: acción. Estados Unidos, 2001. Duración: 100 minutos.
Reducto de la violencia
O sea, como si se hubiera hecho realidad la denuncia del primitivo Rollerball. Pero hay algunas diferencias, y no son sólo de matiz: en primer lugar, el juego ya no se disputa en EE UU, sino en el Asia ex soviética, para hacer las delicias de cualquier aficionado a la geopolítica: allí está, se nos dice sin pudor, el reducto de la violencia.
En segundo lugar, la globalización ya ha culminado, con lo cual el origen de los personajes (y de los actores, claro está) es múltiple, e incluye a deportistas reales como la boxeadora holandesa Lucia Rijker, el patinador ruso Anatoli Zinóviev, la body builder Yolanda Hughes, y así hasta una nómina profusa.
Filme funcional
Pero ni con esas. No basta una película funcional, un especialista en cine de acción que conoció mejores horas (¿dónde quedó el responsable de la saga de La jungla de cristal?) y hasta un escritor cotizado como Larry Ferguson (La caza del Octubre Rojo, Alien 3, Los inmortales) para levantar una idea que, francamente, no da de sí, tal como la proponen, más que para lo que se ve: mucho ruido, mucha violencia y una trama no ya plana, sino virtualmente inexistente -todo se limita al choque físico entre los competidores-, lo que deja el interés del asunto rigurosamente para amantes de la testosterona desatada y del mamporro más grande que la vida: avisados quedan.
Babelia
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