'Fans' de Jesucristo
Pese a su apariencia, no es una película de instituto al uso, y eso que culmina con el inevitable y de momento inexportable baile de fin de curso (gracias). Salvados, ópera prima de Brian Dannelly, está más cerca de la originalidad de Election (1999) que de American Pie, Colega, ¿dónde está mi coche?, y otros penosos éxitos del cine adolescente americano del nuevo siglo. Por otro lado, Salvados está marcada como el regreso a las salas españolas de Macaulay Culkin, aquel niño prodigio de Solo en casa que, tras múltiples encontronazos familiares de carácter monetario y algunos devaneos con las drogas, resucita artísticamente con un bonito papel de sensato joven paralítico.
Ambientada en un colegio ultarreligioso, donde Jesucristo parece un ídolo pop y los sermones cristianos del pastor pueden hacerse micrófono en mano, la película está dotada en su mayor parte de una gratificante incorrección política. Así, se hacen (buenos) chistes centrados en las bombas de los grupos ultras en las clínicas de planificación familiar y se critican con sarcasmo organismos como la House of Mercy, internado al que se lleva a ciertos jóvenes (madres solteras, malos estudiantes, homosexuales...) para que enderecen su existencia. Todo ello, con imaginativas aportaciones metacinematográficas, como introducir de fondo musical el Tubular Bells de Mike Oldfield (y de El exorcista) para ilustrar el intento de persuasión religiosa de una joven descarriada.
SALVADOS
Dirección: Brian Dannelly. Intérpretes: Jena Malone, Patrick Fugit, Mandy Moore, Macaulay Culkin. Género: comedia. EE UU, 2004. Duración: 92 minutos.
Sin embargo, cuando parece que se está ante una bomba de relojería de tamaño medio, esa incorrección política se corta de raíz en un último cuarto de hora lamentable, con tres discursivas secuencias seguidas en las que la ironía, la sutileza y la mala leche dejan paso a unas explícitas y cursis diatribas sobre el amor verdadero, entre las personas y entre éstas y Dios, que enturbian gran parte de lo conseguido anteriormente.
Babelia
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