Estafa romántica
Quería hacer la intriga del año en 92 minutos y lo que le ha salido es una simpática comedia romántica que apenas le dura media hora. La mezcla de géneros es una de las propuestas cinematográficas más difíciles de resolver en la pantalla (y sobre todo en los folios de un guión), y lo que ha intentado en El punto sobre la i Matthew Parkhill, ambicioso director y escritor debutante, es poco menos que un suicidio: algo así como mezclar una comedia de Meg Ryan con un thriller de enredo a lo David Mamet.
Lo que queda de esta imposible fórmula no va más allá de la química resultante de otra unión, la del buen hacer y el encanto físico de Gael García Bernal y Natalia Verbeke, protagonistas hispanos de esta coproducción rodada en inglés. Cuando el tono que domina la historia es el romántico y la pareja es la que lleva el timón, una media sonrisa se instala en la boca del paciente espectador.
EL PUNTO SOBRE LA I
Dirección: Matthew Parkhill. Intérpretes: Gael García Bernal, Natalia Verbeke, James D'Arcy. Género: intriga romántica. Reino Unido, España, 2003. Duración: 92 minutos.
Pero cuando Matthew Parkhill va introduciendo sus toques de suspense, con un estilo cercano al cine de terror, todo se hunde. Es entonces cuando se ve la absoluta falta de hondura en los personajes secundarios y la cantidad de cartón piedra con la que está construida la trama.
Y no es que la película se vaya por los cerros de Úbeda a mitad de su metraje, es que los cerros de Úbeda resultan ser la base de la historia, y lo que habíamos visto antes, justo lo único que funcionaba, no era sino una mera excusa para deslumbrar con la intriga psicológica en la que se convierte su parte final.
Juvenil
Así, cuando El punto sobre la i culmina, da la impresión de haber visto una versión juvenil de una película de Mamet (Casa de juegos, La trama, El último golpe). Para entendernos, y sin necesidad de desvelar el doble truco de magia del enredo: en dos determinados momentos, Parkhill busca un sorpresivo "¡Oooh!" del cómplice espectador, pero lo único que encuentra es un dramático y frustrante "¿Eeeh?".
Babelia
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