Contrabando de sinopsis
Don Miguel de Unamuno, a propósito de las semejanzas de su escritura con la del italiano Luigi Pirandello, escribió en un artículo publicado en el diario La Nación, en 1923: "Es un fenómeno curioso (...) que dos espíritus, sin conocerse ni conocer sendas obras (...), hayan perseguido un mismo camino y hayan tramado análogas concepciones o llegado a los mismos resultados".
Aun a riesgo de que el paralelismo suene a sacrilegio, viene esta cita a cuento del estreno de la película canadiense Caos, escrita y dirigida por Tony Giglio, apenas un mes después de la llegada a las pantallas de Plan oculto, del estadounidense Spike Lee, con guión de Russell Gewirtz, ambas con una base tan semejante, con unas sinopsis tan parecidas, que o bien Giglio y Gewirtz son almas gemelas o es que el espionaje industrial y el contrabando de sinopsis funciona con una eficacia susceptible de ser comprobada en el cine internacional.
CAOS
Dirección: Tony Giglio. Intérpretes: Jason Statham, Ryan Phillippe, Wesley Snipes, Justine Weddell. Género: acción. Canadá, Reino Unido, 2006. Duración: 92 minutos.
Robo de un gran banco. Decenas de rehenes. Mediación del negociador de la policía. Fracaso. Enfrentamiento entre atracadores y fuerzas del orden público. Los criminales se mezclan con los prisioneros y es imposible saber quién es quién. Caos. Comprobación de daños. No falta ni un solo billete de la cámara acorazada. Desde luego, la trama es lo suficientemente enrevesada y original como para que no resulte habitual que dos tipos escriban exactamente lo mismo en un plazo tan corto de tiempo.
Sin embargo, un asunto es el del guión y otro el de la dirección. Y ahí Plan oculto y Caos se revelan como películas no ya poco parecidas, sino casi opuestas en cuanto al tono. Mientras Lee optaba por el clasicismo del thriller policiaco, Giglio prefiere las presuntamente espectaculares coordenadas del cine de acción de usar y tirar, con sobredosis de explosiones, persecuciones automovilísticas y diálogos basados en la sentencia banal y el monosílabo acompañado del taco insultante. Todo ello manejado desde la cámara con continuos giros de la steadycam alrededor de los personajes, un recurso tan rimbombante como poco efectivo cuando lo que se está contando no precisa tales alharacas.
Ambas películas tienen parte de su posible efectividad en la sorpresa final, pero mientras Plan oculto apelaba a la explicación histórico-política de cierta altura, Caos se dirige al terreno de la venganza más trivial. Así, los espectadores que se han visto seducidos estas semanas por la garra narrativa de la película de Lee (a pesar de algunas imperfecciones) puede que no vean en la cinta de Giglio más que una insignificancia para acompañar al refresco y a las palomitas que no permite el menor análisis. Eso sí, si no ha habido contrabando de sinopsis, Giglio y Gewirtz estarán deseando conocerse para tomar unas copas e intercambiar sensaciones.
Babelia
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