Brujería pedagógica
Que, por lo general, maleducamos a nuestros hijos parece un hecho incontrovertible. De hecho, programas televisivos como Supernanny pronto se convierten en éxitos de audiencia por culpa de las carencias pedagógicas de la mayoría a la hora de lidiar con los más pequeños.
El padre (viudo) de los siete hijos de la película La niñera mágica también precisa una canguro tras la renuncia de sucesivas empleadas, en principio cada vez más duras, pero que terminaron desertando ante la actitud no ya traviesa, sino directamente salvaje, de unos chavales de diabólica imaginación. Basada en las novelas escritas por la británica Christianna Brand (no editadas en España), la cinta intenta huir del espíritu remilga0do y ciertamente repudiable de películas históricas de tema semejante, caso de Mary Poppins (Robert Stevenson, 1964) y Sonrisas y lágrimas (Robert Wise, 1965), para adentrarse en un gamberrismo casi de dibujo animado muy de agradecer. Además, el guión de Emma Thompson (que también ejerce de protagonista), ataviado de una moraleja no demasiado discursiva, encuentra dos perfectos aliados en el colorista diseño de producción y en la ágil dirección de Kirk Jones, que desde la encantadora Despertando a Ned (1998) no había estrenado largometraje alguno. Al cine familiar siempre le viene bien un punto de acidez desvergonzada, y los responsables de La niñera mágica parecen haberlo captado.
LA NIÑERA MÁGICA
Dirección: Kirk Jones. Intérpretes: Emma Thompson, Colin Firth, Kelly MacDonald, Angela Lansbury. Género: comedia. RU, EE UU, 2005. Duración: 97 minutos.
Eso sí, conforme los niños van entrando en razón y sus maneras pícaras se van convirtiendo en aleccionadoras, la película pierde cierto fuelle, debido a la innegable preeminencia de la pólvora sobre el almíbar. A pocos les interesa, tanto cómica como dramáticamente, ver a unos angelitos en pantalla y, en cambio, sí disfrutar con el mal ajeno. Así de maleducados estamos. Por eso, quizá conocedora de la teoría anterior, Thompson se guarda un as narrativo bajo la manga para permitir a sus fieras una última traca antes de amansarlas definitivamente.
Babelia
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