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Reportaje:

Contra el cambio climático

El climatólogo Philip Jones pide a los ciudadanos que exijan a los políticos medidas contra el cambio climático

Más allá de tirar de la cadena con la descarga de agua mínima o de utilizar más el transporte público, hay que exigir a la clase política que incluya en sus programas de gobierno acciones contundentes para frenar el cambio climático. Este es el mensaje que ayer lanzó, en unas jornadas en Riudecanyes (Baix Camp), Philip Jones, climatólogo de la World Meteorological Organization, organismo dependiente de la ONU.

Jones, director del último informe sobre el cambio climático elaborado por expertos internacionales, defendió la fuerza de la ciudadanía para reivindicar "acciones más fuertes" a unos gobiernos europeos a los que acusó de aplicar, en el mejor de los casos, políticas "débiles".

"Lo que se necesita es modificar el estilo de vida", afirma Philip Jones

El calentamiento global es algo inevitable que únicamente puede minimizarse; está producido por la acción de la sociedad industrial y se ha acelerado desde 1975. Estas premisas dibujan, a juicio de Jones, un futuro próximo con Groenlandia y el Ártico descongelados, un aumento significativo del nivel del mar que obligará a grandes migraciones, y un sur de Europa, especialmente el Mediterráneo, con largos periodos de sequía.

Ante la evidencia del calentamiento global, Jones instó ayer a los gobernantes a actuar con celeridad para reducir las emisiones de CO2 y también a los ciudadanos a escoger, a través de sus votos, las opciones políticas que se comprometan a aplicar políticas drásticas para luchar contra el cambio climático.

El climatólogo citó el aumento de las energías renovables, en concreto de la energía eólica, y sobre todo una mayor eficiencia energética. Jones aseguró que "lo que se necesita es un cambio de estilo de vida" en el mundo occidental, menos derrochador de energía.

Este experto de prestigio internacional participó ayer en unas jornadas sobre cambio climático organizadas, en el castillo de Escornalbou, por el pequeño Ayuntamiento de Riudecanyes (Baix Camp) con la colaboración de la Diputación Provincial y de la Universidad Rovira i Virgili.

Jones explicó la evolución de las temperaturas mundiales y los problemas con los que se encuentran los científicos a la hora de estudiar periodos anteriores a 1850, cuando comenzaron las mediciones científicas actuales. Pese a todo, gracias a las muestras de corales, de hielo y del análisis de los círculos en los troncos de los árboles, la comunidad científica internacional ha concluido que desde el siglo XIX hasta nuestros días se ha producido un aumento de 0,8 grados centígrados en la temperatura mundial, en un proceso que discurre en paralelo a la industrialización. De hecho, desde 1975 hasta ahora la temperatura ha aumentado en 0,4 grados y la previsión del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) es que en el próximo siglo el planeta se caliente entre dos y seis grados. "Aún quedan empresas como Exxon o dirigentes como George W. Bush que se niegan a hacer algo", señaló ayer Jones, quien espera que los recientes mensajes del mundo científico, constatando los riesgos de no detener el efecto invernadero, sirvan para evitar que "China e India, que tiene un potencial de emisiones enorme, vayan por el mismo mal camino". "El IPCC ha tenido un gran impacto en la ciudadanía, y creo que los políticos necesitan ver que la gente está preocupada porque se deberán enfrentar a decisiones muy duras", dijo. El sociólogo y presidente del Consejo Social de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), Ramon Folch, incidió también ayer en la gravedad del asunto. Afirmó que es necesario incorporar la percepción de los problemas del cambio climático a escala social y empresarial para minimizar las circunstancias desfavorables que producen este fenómeno. Según Folch, los directivos deben "gestionar esta problemática de la misma manera que dirigen sus empresas, y hay que actuar con cautela, si bien no debemos asustarnos ante el alarmismo existente hoy respecto a esta cuestión", informa Efe. En este sentido, Folch expresó su desconfianza ante los profetas que tienen ideas precisas de qué pasará dentro de 10 años ya que, en su opinión, es muy difícil predecir cómo será la situación. El sociólogo hizo estas declaraciones en el marco de los Dinars Cambra, que patrocina la empresa CTC Business Process Outsourcing en la Cámara de Comercio de Barcelona.

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