La tragedia de mil inmigrantes
La lluvia y el frío agravan la situación de los asentamientos ilegales de Huelva
Las decenas de asentamientos ilegales repartidos en la provincia de Huelva, en los que viven casi un millar de inmigrantes, traen de cabeza a las administraciones, que reconocen la situación dramática de los campamentos, pero se miran unas a otras a la hora de asumir responsabilidades. El Gobierno central confía en las competencias de la Administración autonómica. La Junta responsabiliza a los Ayuntamientos. Los Ayuntamientos piden ayuda económica a la Junta. Y la Junta pide un marco amplio de actuación legal y más fondos al Gobierno. Círculo perfecto y problema sin solucionar.
Las circunstancias se agravan con la llegada del frío y las lluvias. Los dramas son tantos como personas malviven en la provincia. Moussa Sibe, de 48 años, viajó de Burkina Faso a Huelva para participar en la recolección de la fresa. En su país, tenía "demasiados hijos y poco dinero", reconoce. Desde 2007 vive en una chabola de Lepe (Huelva), uno de los focos más importantes de congregación de sin papeles junto a Moguer y Palos. Sibe pasa el día, detrás del cementerio, con otros 30 o 40 inmigrantes (en temporada baja) y más de 100 (en época de recogida de frutos). Casi todos, subsaharianos. El agua de los últimos días -la noche del viernes llovió toda la noche- ha complicado su día a día.
El albergue de Lepe no se ha terminado por falta de dinero
"Por mucha ayuda que se les dé, siempre es poca", asume Josefa Cristo, teniente de alcalde y concejal de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Lepe. "Las administraciones hacemos lo que podemos pero se nos ha ido de las manos", reconoce. La "buena noticia", añade, es que "ahora, son menos".
De los casi 500 que viven en Lepe normalmente, ahora no suman ni la mitad. Están en Girona y en Jaén. En dos meses, cuando comience la campaña de recolección, regresarán. Aunque no haya trabajo. Y volverá el caos. Desde la Subdelegación del Gobierno se tilda la situación de "preocupante". El albergue de Lepe, prometido hace tres años y en el que podrían dormir más de 180 inmigrantes, no se ha terminado. No hay dinero. El Consistorio se reunió con la Junta hace un mes. Esperan respuesta. "Hemos pedido ayuda a la Junta. Lo ponemos a su disposición para ver si ellos pueden hacer algo", revelan desde el Ayuntamiento.
Entidades como Cepaim, Huelva Acoge, Cáritas y Cruz Roja no dan abasto. "Cáritas y Cruz Roja están ahora mismo desbordadas porque muchas familias de Lepe también necesitan ayuda. No tienen para pagar el agua, la luz e incluso comida", añade la concejal lepera.
A veces, los campamentos no soportan la embestida del clima. El pasado diciembre, ocurrió en los campamentos fabricados con corchos, sillas de plástico y colchones de Las Madres, cerca de Mazagón. Allí vivían unos 200 subsaharianos. Todos vieron cómo sus viviendas, literalmente, volaron. La reconstrucción fue más que dura.
Charo Miranda, presidenta de Cruz Roja, declara que van adaptándose a las necesidades del momento. "Intentamos evitar enfermedades como gripe o resfriados. Si enferman, los acompañamos al médico. También repartimos dípticos para prevenir incendios", explica. Faraba Diarra, maliense de 33 años, murió el 14 de marzo asfixiado en este asentamiento ilegal próximo a Mazagón. Diarra sintió mucho frío, y encendió una fogata dentro de su chabola. Otro incendió provocó varios heridos en Lepe en abril. Unos 50 subsaharianos fueron atendidos en un pabellón deportivo durante tres días. 72 horas de gracia. Después, a levantar otro campamento.
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