Rania, reina de demasiadas causas
Defiende que islamismo y modernidad son compatibles
Rania al Yassin, reina de Jordania desde hace ahora una década -fue entronizada por su marido, el rey Abdalá II-, es también coronel del Ejército y una mujer de muchas caras. La del glamour, por sus atuendos y complementos millonarios de los diseñadores más afamados sólo al alcance de los ricos entre los ricos. Y la menos conocida, la del activismo en favor de la educación pública en su país, de las campañas de vacunación, la luchadora contra la lacra de los crímenes de honor...
Siempre sin velo, aunque recite cinco veces al día el Corán, Rania se desdobla en infinidad de organismos internacionales y fundaciones. Asidua asistente a la conferencia anual de Davos, no es de las que aguanta inactiva a la sombra del marido, el príncipe con quien se casó en 1993, seis meses después de conocerle en una cena, y con quien ha tenido cuatro hijos.
Nunca lleva velo, pero reza el corán. londres es la ciudad en la que se 'pierde'
Habla un perfecto inglés -estudió en esa lengua en un colegio de Kuwait- porque su vida fue muy diferente a la de tantos exiliados y refugiados palestinos. Hija de un médico de Tulkarem (Cisjordania), fueron expulsados del emirato en la primera guerra del Golfo (1991) y se instalaron en Ammán. Se licenció en Administración de Empresas por la Universidad de El Cairo, y trabajó brevemente en Citigroup y en Apple.
Desde sus oficinas- tiene un pabellón propio en el amplio complejo residencial de Ammán- se ha lanzado a tumba abierta contra los estereotipos a difundir la imagen de que el islam no es incompatible con la modernidad. Una tarea titánica. En marzo de 2008 creó un canal en YouTube para dirigirse al mundo al modo de las estrellas de la televisión norteamericana. Allí ofrece 10 razones para explicar la iniciativa: "Porque cualquier cosa que pueda hacer la reina Isabel, yo puedo hacerla mejor"; "porque estaba cansada de la gente que piensa que Jordan (Jordania) es sólo un jugador de baloncesto"; "porque lo que sabéis sobre los árabes no debería proceder sólo de Jack Bauer"... Bauer es el agente de la serie de televisión 24, en la que árabe y terrorista vienen a ser sinónimos.
Quizá alguna vez, en sus frecuentes escapadas a Occidente -Londres es su ciudad favorita, la de los paseos de incógnito- sus orígenes no están tan presentes. En la televisión oficial jordana falsearon una imagen: colocaron mangas a unos brazos desnudos. Demasiado para un reino anclado en el conservadurismo moral y político. Su esposo reina y gobierna. La democracia está lejos. "Por supuesto que es buena, pero no puede ser una imposición, debe hacerse en Jordania", declaró a la revista Time. Cuenta un diplomático que la conoce, que a la reina tampoco le falta un punto déspota en su relación con los empleados de palacio.
Sus raíces palestinas provocan cierta suspicacia entre los jordanos que no son de ese origen. Y a menudo recelan de una febril actividad que puede eclipsar la del rey. Los palestinos saben que su capacidad para hacer que sus vidas mejoren tiende a cero, pero la aprecian, sobre todo después de la campaña en la que prestó su imagen a la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados durante la guerra de Gaza. "O los derechos humanos no son universales, o los palestinos de Gaza no son seres humanos", criticó.
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