Vender silencio
El correo electrónico, Facebook y Twitter distraen del trabajo; Ommwriter ofrece aislamiento ante el ordenador
Contra multitarea, reflexión; contra ruido, silencio. Frente a miles, millones de aplicaciones para hacer de todo y gratis, Ommwriter hace la nada, la soledad, el silencio, y los vende; finalmente, es lo más difícil de conseguir cuando te pones delante de un ordenador con Internet.
Rafa Soto y Marzban Cooper son unos maestros de las nuevas formas de publicidad (véase la aplicación Have a Camper Day, 25.000 descargas); de esas personas que miran más allá de lo que se ve. "Ommwriter nació para solucionar un problema interno de nuestra empresa: la dificultad de concentrarse cuando había que escribir en el ordenador", explica Cooper, nacido en Bombay hace 42 años.
"Con los avisos de correos electrónicos, SMS, Twitter, Facebook, las distracciones son continuas. Tu lucidez se va apagando paulatinamente y no eres consciente de ello", añade el barcelonés Soto, copropietario de la agencia Herraiz & Soto.
"Tecnológicamente somos bulímicos: consumimos, pero no disfrutamos"
El programa se ha descargado 250.000 veces, el 95% desde fuera de España
La solución al problema es Ommwriter, un programa que recrea la nada. "Es como si cortáramos con la Red, con las cosas que nos asedian. Cuando pones en marcha Ommwriter, te siguen llegando el correo o los tuits, pero no saltan las notificaciones".
Al abrir el programa se elige el fondo, el ruido y la letra con la que vas a escribir. El aislamiento se empieza a buscar con el color de la pantalla. Tonos pastel en lugar del blanco brillante que cansa a los ojos, aunque la opción más elegida es un degradado continuo y suave, casi imperceptible. "Según especialistas en cromoterapia que consultamos, hay colores que estimulan las neuronas y calman la mente", dice Cooper.
El color es el primer paso para obtener el aislamiento en el puesto de trabajo, el segundo es el ruido ambiental. Ommwriter da la opción de elegir entre campanillas zen, el cricrí nocturno de los grillos, la navegación de un bebé en el útero o los ruidos de una biblioteca pública; todos ellos entornos relajantes, sonidos, incluso ruidos, que a cada cual le ayudan a inspirarse. El tercer elemento es la tipografía. Y ya está.
Después de un tiempo de pruebas internas, en noviembre de 2009 se puso en Internet gratuitamente, en inglés y solo para Mac. "La sorpresa fue que, sin mover un dedo en promoción, se descargó 125.000 veces", recuerda Cooper. A la vez comenzaron a llegar agradecidos mensajes de escritores frustrados que gracias al Ommwriter habían recuperado la inspiración con la tecnología. Entre los mensajes, el de una mujer que planteaba: "¿Por qué no un OmmOffice?".
"Esa mujer nos hizo ver que Ommwriter podía ser algo más que un programa de software", afirma Soto, "que podría ser una forma de adaptar la tecnología a la persona y no al revés: la filosofía Omm. Ese entorno de relajación para escribir también podía aplicarse a la lectura o a la música. Hace un par de años, yo leía 50 páginas seguidas, hoy no paso de tres antes de consultar el móvil; y lo mismo con la música. ¿Quién se estira en el sofá a escuchar un disco? Vas saltando de canción en canción mientras tuiteas. Somos bulímicos: consumimos, pero no disfrutamos".
En vista del éxito, la empresa de publicidad ha puesto un equipo dedicado exclusivamente a desarrollar su filosofía Omm. En septiembre, Ommwriter salió en versión definitiva, gratuita o de pago voluntario (a partir de tres euros). Una tontería, pensando con mentalidad latina, pero no para el mundo Apple, acostumbrado a pagar más por la originalidad y un buen diseño. "Es nuestra segunda sorpresa", recuerda Cooper: "De media, la gente paga casi siete dólares [casi cinco eros]; un 25%, por encima de los 10". En marzo, Ommwriter salió en versión Windows. Y el fenómeno se repite: la media de los que pagan roza los seis dólares.
"La Red está preparada para ser generosa. Si tú haces algo bueno por la gente, la gente te lo devuelve, pagando o hablando bien de ti, porque cada cual es hoy un medio de comunicación", resume Soto.
En año y medio se ha descargado Ommwriter 250.000 veces, el 25% de pago. "A final de año ingresaremos 500.000 euros, y sin promoción", puntualiza Cooper. Boca a boca, tuit a tuit, Ommwriter ha saltado al mundo desde una vieja fábrica barcelonesa reconvertida en laboratorio de ideas. "El 95% de las descargas son de fuera de España, principalmente Estados Unidos, Inglaterra y Japón".
En mayo, Ommwriter se adentrará en las aplicaciones iPad. Un teclado virtual, mullido y con tacto de calor, a un precio generoso. "Creemos", dice Soto, "en la economía del cariño".
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