Guancheng
La agresión de un guardia al actor Christian Bale y la persecución a la que fueron sometidos por los servicios secretos chinos él y el equipo de la CNN que le acompañaba para visitar al disidente Chen Guangcheng dejan en evidencia que el esplendor económico no elimina las costumbres represivas. Guangcheng es un abogado ciego que fue encarcelado y posteriormente confinado en su domicilio a ocho horas de carretera de Pekín por haberse atrevido a defender a un grupo de mujeres que acusaban al Gobierno de haberlas forzado a la esterilización y el aborto. Seguramente Christian Bale necesitaba sacudirse la presión moral después de protagonizar otra de las películas ayudadas a financiar por la banca estatal china para consolidar la propaganda oficial.
En este caso, Las flores de la guerra, dirigida por Zhang Yimou ha costado casi 100 millones de dólares, en toda una confirmación del músculo que China quiere mostrar también en la industria del entretenimiento mundial. El viaje del capitalismo comunista no va a dejar de sorprendernos por la capacidad para utilizar los recursos de uno y otro de sus polos de poder.
Dentro de China las imágenes de la CNN han sido censuradas y perseguidas en la Red, que aún funciona bajo controles estrictos. La figura de los disidentes, donde destaca el premio Nobel Liu Xiaobo, puede que no sea demasiado incómoda para el Gobierno chino, pero a los mandatarios occidentales los convierte en fantoches cuando escenifican el cortejo económico a ese nuevo imperio. Pero la imagen puede ser aún más dañina. En su carrera por competir en el mercado cinematográfico cada día invierten más dinero y más medios, invitan a más empresas extranjeras y fomentan la producción, convencidos de que este poder blando es uno de los más eficaces en el asalto social y cultural.
Pero en negocios tan particulares, la seducción tiene que ser blanca, limpia de sospechas. El cine requiere ingenuidad y fe para su consumo masivo. La imagen de Christian Bale es cine del bueno, pero del que no se quiere fomentar, se prefiere el drama histórico, el cuento exótico. Así que este desliz tiene algo desasosegante y formativo para nosotros, meros espectadores y consumidores. Parecido a ver al ejército norteamericano dar de porrazos a John Wayne.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.