José Luis Giménez-Frontín, poeta de la humildad
Presidente de la Asociación de Escritores de Cataluña
Los momentos más apropiados para escribir una necrológica no son estos que siguen a la muerte, cuando la persona desaparecida es amigo entrañable y su desaparición ha acontecido de improviso. José Luis Giménez-Frontín (Barcelona, 1943), el poeta, narrador, ensayista, memorialista y creador e impulsor de iniciativas culturales, falleció ayer después de una grave enfermedad detectada apenas hace tres semanas, que le sorprendió en plena actividad y cuando acababa de recapitular su vida en Los años contados, el libro publicado el pasado octubre.
La lectura de las citadas memorias perfila una figura muy representativa de su generación, que vivió con la efervescencia y la inquietud despertada en los últimos años sesenta y que iría madurando de manera reflexiva, desde los años ochenta hasta la actualidad, cuestionándose prácticamente todo. La conciencia social, la participación en la lucha contra la dictadura, la exigencia de una nueva manera de entender la libertad y una última y creciente preocupación espiritual, que no dejaba de lado los infortunios colectivos, han ido marcando sus últimas etapas, que ha compartido con su esposa, Pilar Brea.
Pilar Gómez Bedate, estudiosa de su obra poética, ha escrito que la primera frase que le viene a la mente para hablar de la poesía de Giménez-Frontín es que "se trata de la obra de un independiente, de alguien que no ha pertenecido a grupos, escuelas ni generaciones y que ha ido haciendo su obra lírica (...) guiado por la exigencia de ser sincero consigo mismo". Exigencia que le ha guiado en las restantes vertientes de su actividad literaria, intensísima: autor, traductor (de Lewis Carroll, Flannery O'Connor, Maurice Nadeau, Joan Salvat-Papasseit...). En versos de su primer libro, de 1972, dejó ya constancia de una lúcida conciencia de la condición humana: "Ay de quien a su espalda no cargue lo que han sido / sus errores, su miedo, / y converse con ellos como con una amante". Con la misma, digámoslo así, rebelde aceptación escribiría en la composición titulada Los poemas: "Con la humildad creciente / de estrellas que titilan / en un helado albor / ese frágil hilillo / que aún me ata a la vida". Palabras que es difícil releer ahora sin emoción, cuando ese frágil hilillo se ha roto. Ésta es la tónica que podemos observar en el conjunto de su producción poética, publicada en 2006, con el título de La ruta de Occitania. Poesía reunida, suma de una labor lírica que había sido reconocida con el premio de literatura Ciudad de Barcelona en 1981 (Las voces de Laye). El Consistorio reconoció de nuevo su sensibilidad literaria en 1991, si bien en esa ocasión por una novela: Señorear la tierra.
Para conocer los impulsos y el espíritu que le movían como poeta y como escritor en prosa son de gran utilidad su primera incursión en la memorialística, sobre su estancia, como lector, en las universidades de Bristol y Oxford, con el título de Woodstock Road en julio. Notas y diario (1996) y el ya citado Los años contados. El Giménez-Frontín que recorre las páginas de estos libros, poeta y hombre de cultura, fiel a sí mismo, fiel en la amistad, nos ha dejado también como otra huella de su dimensión pública su intensa y fructífera dedicación durante cerca de dos décadas como presidente de la Asociación Colegial de Escritores de Cataluña (ACEC) y director de la Fundació Caixa Catalunya, donde ha dejado también memoria de su buen hacer y su rigor. Su trayectoria cultural también le valió la condecoración de Chevalier de l'Ordre National du Mérit.
Con Giménez-Frontín hemos perdido, además de a un verdadero creador, una persona que deja una emoción sentida en todos los que le hemos conocido profesional y amistosamente.
José Corredor-Matheos es poeta y crítico.
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