_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El presidente menguante

Isabel II de Inglaterra sufrió su annus horribilis. La Democracia Feijoniana acaba de pasar su septimania horribilis. A la gran familia popular se le está poniendo la misma cara que a los Windsor, pero menos pálidos y algo mejor alimentados. ¿Qué fue de aquel mandatario que le explicaba a Zapatero cómo había que gobernar España, a Merkel cómo debía liderar a los alemanes y a Trichet cómo pastorear a los mercados? Lo más contundente que le hemos escuchado decir últimamente es que si a él le estuviera, o estuviese, ardiendo una provincia entera, no se le ocurriría ir al fútbol a Madrid. De gira presidencial por América sí iría, porque queda más lejos, ya estaban emitidos los billetes, no devuelven el importe y sería un despilfarro no haberlos usado. Pero no a un partido. Hay determinadas líneas rojas que nunca se deben traspasar.

¿Qué fue de aquel Feijóo que le explicaba a Zapatero y a Merkel cómo había que gobernar?

La Democracia Feijoniana mengua cada día. Ya no parece tan grande, ni tan comprehensiva, ni tan visionaria, ni tan imbatible. Hasta parece más bajita. Se ha ido achicando conforme los reveses se iban amontonando. El sistema financiero gallego ya es historia. Como el sistema ms-dos, el sistema Beta o el sistema en general. Parecía el final de nuestras desgracias. Pero solo era el principio. En Galicia, las malas noticias nunca vienen solas y además siempre llaman dos veces.

En plena santa indignación contra el Banco de España, se conoce que los sindicatos habían denunciado ante la Xunta, por escrito y en julio, las primas millonarias a esos directivos con quien ya nadie quiere hacerse fotografías. La incompetencia supina exhibida por MAFO, el gobernador que nunca estuvo allí, puede servir de consuelo, pero no alivia la indolencia acreditada por la Democracia Feijoniana en el ejercicio de su tutela sobre las cajas.

Por si no fuera bastante, en pleno bolo multitudinario en la convención de su partido en Málaga, a la Feijóo World Tour 2011 le salta la noticia de que el Banco Pastor acaba canibalizado por el Banco Popular. Ese día aprendimos que nuestro líder sabe qué debe hacerse con España, el paro o la PAC, pero estos pequeños detalles que acontecen en Galicia conviene estudiarlos y ya mañana, si tal, hablamos. Solo faltaría culpar al Gobierno de las decisiones tomadas por un banco privado. Pero al menos manejar algún criterio, como hacemos los tertulianos.

Aún estábamos velando nuestro sistema financiero cuando la Democracia Feijoniana se vio forzada a admitir en el Parlamento que Dorribo, otro con quien ya nadie quiere retratarse, también había pasado a pedir por el despacho presidencial, el sancta sanctórum de la Restauración Popular. ¿Estación de servicio o dependencia oficial, qué será peor?, se nos dio a elegir. Pero la pregunta más importante no parece esa, sino qué consecuencias tuvo para el erario público cada cual de semejantes breves encuentros. Porque ni fueron las mismas, ni se concedieron a fondo perdido.

En tamaño carrusel de infortunios tampoco faltó la pertinaz sequía. En pleno octubre, la Democracia Feijoniana se ha visto forzada a plagiar descaradamente el argumentario del bipartito en 2006. Solo que entonces era agosto, incendiaban por todo el país, no había UME, sus alcaldes apalancaban las motobombas y desautorizaban por principio a brigadistas y bomberos profesionales y la oposición empleaba satélites de la NASA, informes del CNI y dossiers de la TIA para desvelar los millones de hectáreas quemadas. Al bipartito se le acusaba de rebajar las cifras y ocultar incendios. La Democracia Feijoniana, siempre innovando, ha inflado los números hasta casi duplicar el porcentaje de fuegos intencionados. Pero tranquilos, el Superagente Rueda86 ha jurado no parar hasta dar su merecido al incendiario. Igual que José Coronado, no habrá paz para los malvados.

Y como a gobierno flaco todo son pulgas, ya hasta los chiringuitos de calificación nos han perdido el respeto y un bochinche con nombre de puticlub, Moody's, se ha atrevido a rebajar la calificación de nuestra deuda y cuestionar los poderes del hada de la austeridad feijoniana. Decía Aristóteles que la virtud brilla en las desgracias. Se equivocaba.

@antonlosada

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_