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Reportaje:

Un paraíso que inunda casas

La decisión de no vaciar artificialmente la laguna de A Frouxeira para preservar su valor ambiental bloquea el acceso a 22 viviendas construidas al pie del humedal

Hace cinco días que Fernando Villar y su familia duermen en un hostal con cargo al seguro del hogar. La laguna de A Frouxeira se ha tragado un buen tramo del paseo marítimo de Valdoviño y el agua, mitad dulce mitad salada, anega una pista asfaltada que es el único camino a su casa. En la misma situación están otros 70 vecinos que habitan las 22 viviendas afectadas por el desborde de la laguna.

Algunos son residentes habituales y otros llegaron desde Madrid a pasar unas fiestas que han terminado por celebrar apiñados en un salón de la planta baja del Ayuntamiento, donde se encerraron en Nochebuena en protesta por la negativa de la Xunta a intervenir con máquinas en este espacio protegido y abrir un aliviadero para rebajar el nivel del agua.

Los vecinos culpan al muro levantado en el 'Prestige'; los ecologistas, al paseo
El desagüe que se abrió en 2009 destruyó la flora y fauna del humedal

La única solución provisional que ha autorizado el Gobierno gallego se puso en marcha ayer y pasa por colocar grandes sacos de arena en los muros de las fincas y achicar el líquido con bombas. Varios operarios se afanaban a mediodía en cargar las sacas junto a la caseta de socorrismo mientras dos técnicos cortaban la corriente de una larga hilera de farolas casi flotantes, como el resto del mobiliario del paseo.

A Frouxeira, una de las lagunas costeras más singulares de España, paraíso de las aves migratorias y cinco veces protegida por su valía ambiental (LIC, Red Natura, ZEPA, Ramsar y humedal de importancia internacional), ha crecido más de la cuenta en el último mes. No es la primera vez que ocurre, pero sí la primera en que no se abre un canal artificial de desagüe para aliviar la presión hídrica sobre las viviendas.

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La Consellería de Medio Rural tiene muy fresca la desastrosa experiencia de diciembre de 2009, cuando las excavadoras abrieron un canal demasiado amplio en el lugar equivocado con la autorización de la Dirección Xeral de Conservación da Natureza. El caudal salió en tromba arrastrando flora y fauna y dejó prácticamente seco un ecosistema único. El humedal, uno de los cinco más importantes de España, quedó reducido a un semidesierto de charcos y arena mojada. El departamento deMedio Rural, acorralado por las críticas de la oposición, ecologistas y vecinos, optó por prohibir cualquier otra intervención.

La albufera ocupa unas 580 hectáreas junto a la playa de A Frouxeira y una estrecha franja de arena de apenas 20 metros la separan del mar. Sin aliviadero natural para autorregularse, el lago ha crecido sin cesar con la lluvia y los aportes de varios arroyos y los riachuelos Castro y Vilar. El agua todavía no ha entrado en las casas pero ha sepultado la carretera y la única forma de entrar en las fincas es saltando los muros por la parte de atrás, explican los vecinos.

Miriam, del bar O Lago, tiene el fregadero saturado y teme que las cañerías empiecen a escupir porquería en cualquier momento. A partir del número 29, las viviendas del paseo de la laguna están impracticables. Vicente Corral vive en el número 15 y lleva más de medio siglo anclado en Valdoviño con su mujer en una casa todavía a salvo de la crecida. Cuenta que se crió junto a la laguna litoral, donde hace décadas se pescaban sin mucho esfuerzo anguilas, lubinas y algún rodaballo. Corral ha visto la orografía de la laguna transformarse con los temporales y las mareas pero "el nivel nunca había subido tanto".

Los vecinos coinciden (e insisten) en señalar que el origen del problema fue la barrera de piedras que la Demarcación de Costas colocó para frenar la entrada de fuel del Prestige hace nueve años. "Todos estuvimos de acuerdo, pero resultó que alteró la dinámica del laguna", razonan. "Ni los quads, ni los caballos. Tanto lo quieren proteger que lo estropearon ellos (Costas)", se queja una vecina. Cuenta que sus abuelos abrían a mano "un caño estrecho de pocos metros" para desaguar cuando el lago inundaba los pastos. Sospechan que la barrera artificial alteró el equilibrio natural de una laguna que perdió profundidad con los aportes de arena y que ahora embalsa agua, se expande a lo ancho y amenaza unas casas que se construyeron en los setenta "demasiado cerca" del litoral.

Los afectados amagaron con abrir un canal de madrugada pero el Seprona los vigilaba de cerca y las autoridades "amenazaron" con multas de hasta 600.000 euros por delito ambiental. Para los ecologistas, la raíz del problema está en el despropósito de un paseo marítimo mal pensado y peor ejecutado que invadió las dunas, robó terreno al humedal y donde se autorizaron construcciones "que nunca se debieron permitir". Tampoco se olvidan del estudio científico que la Xunta comprometió en 2010 como solución al problema y que no ha visto la luz.

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