Urbanismo por la igualdad
Arquitectas del Ayuntamiento de A Coruña proyectan la reforma del barrio de Eirís de Abaixo con el propósito de hacerlo más habitable para las mujeres
Planificar, ordenar y diseñar las ciudades desde un punto de vista femenino no consiste ni más ni menos que aplicar un urbanismo de igualdad entre las personas. Si las mujeres son, por aplastante mayoría, las principales usuarias de los equipamientos y servicios públicos, incluido el transporte, ¿por qué no tenerlo en cuenta a la hora de planificar un barrio, aunque sólo sea para mejorar la calidad de vida de un colectivo desfavorecido por verse abocado a compaginar vida laboral y familiar?
Hay "mucha confusión y cachondeo con esto del urbanismo de género. No se trata, como muchos creen, de poner más flores y farolas en las aceras, ¡ni que me vieran cara de jardinera!", exclama Carmen Cid, una de las arquitectas del ayuntamiento coruñés que reurbanizarán un pequeño y aislado barrio rural de la ciudad, Eirís de Abaixo, con criterios y sensibilidad hacia el género, así como la participación de sus habitantes.
"No se trata de poner más farolas y flores, ¡ni que me viesen cara de jardinera!"
El único caso parecido está en Viena, en el barrio Frauen-Werkstadt
Un proyecto pionero en España con el que se pretende "hacer las cosas con otro enfoque", dice Cid. Un urbanismo con más calidad de vida, más solidario e igualitario para las personas de todos los sexos y edades porque tiene en cuenta, a la hora de construir aceras, ubicar paradas de bus o diseñar parques y accesos, que son las mujeres quienes más los utilizan, así como otros colectivos minoritarios y también olvidados generalmente en la planificación de las ciudades, como son jóvenes, minusválidos, personas de la tercera edad. "Es un urbanismo más sostenible, más solidario", explica la arquitecta coruñesa. Las mujeres, que sufren la división sexual del trabajo, dado que los hombres no se han incorporado al mundo doméstico como ellas lo hicieron en el terreno laboral, deben tener más acceso a la oferta de recursos y servicios de una ciudad. Pero, de momento, el urbanismo está pensado aún para "hombres que se desplazan en coche y van al gimnasio", se queja Carmen Cid.
Potenciar el transporte, los espacios públicos, velar por equipamientos comerciales y de ocio más accesibles para sus principales usuarios y aumentar la sensación de seguridad son criterios del denominado urbanismo de genero, como relató la catedrática madrileña Inés Sánchez de Madariaga en el congreso que se celebró esta semana en A Coruña. Un centenar de viviendas unifamiliares pueblan Eirís de Abaixo, un núcleo semirural en estado de abandono. Pese a su situación geográfica y un microclima privilegiado, este barrio terminó aislado al quedarse encajonado entre un futuro polígono de viviendas y oficinas, el Parque Ofimático, y el monte Mero.
El equipo de arquitectas del ayuntamiento acaba aún de empezar a hacer un diagnóstico previo al plan especial de protección y recuperación de este núcleo con todo por hacer. No hay prácticamente aceras, sus accesos son estrechos, con toda la inseguridad que conlleva para quienes más andan por las calles, mujeres, niños y mayores. Carmen Cid destaca que muchos hombres también trabajan en incorporar el urbanismo de género, "no se trata de un feminismo mal atendido, sino precisamente de eliminar las desigualdades" a la hora de diseñar los espacios y servicios públicos. Las mujeres son, según las urbanistas, las que utilizan los parques, recorren a pie las calles para llevar sus hijos o mayores al colegio o al ambulatorio, o ir a la compra, por lo que son las que más se preocupan de incorporar espacios verdes que no sean "trampas mortales", zonas de servicios y comerciales accesibles, bancos con sombra o iluminación para acrecentar la sensación de seguridad. Las sendas peatonales son un invento de una arquitecta, reseña Cid.
En el plano teórico hace mucho que se trabaja en este nuevo enfoque más contemporáneo del urbanismo, pero es la primera vez en España que se tratará de aplicar una perspectiva femenina en la transformación de todo un barrio, como el de Eirís de Abaixo. En Europa, el único ejemplo, aunque distinto (dado que se trataba de viviendas nuevas, no de un planeamiento como en el caso coruñés), es el del barrio residencial Frauen-Werkstadt, diseñado en Viena por y para mujeres.
Ahora es todo un barrio el que un equipo de arquitectas del ayuntamiento coruñés pretende recuperar desde el punto de vista físico, ambiental y social. Requerirán de la colaboración y participación activa de los residentes que, de momento, ven con escepticismo y desconfianza ese plan especial con perspectiva femenina.
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