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La Iglesia culpa a los feligreses de que las misas sean en castellano

Varios obispados reconocen presiones de colectivos en contra del gallego

"Tengo sobre la mesa una carta de Galicia Bilingüe para contestar. No sé. Les diré que no es verdad que por dar una misa en gallego al mes el castellano esté acosado... En la cuestión del idioma, los curas estamos entre la espada y la pared. Las parroquias tienen la obligación de dar al menos una misa en gallego cada semana, pero la gente es reacia, y hay presión política de un signo y del otro. Claro que nosotros no podemos hacer militancia, porque nuestra causa no es la lengua, sino la evangelización".

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El que se lamenta así es Antonio Basanta, vicario general del Obispado de Mondoñedo-Ferrol. Su discurso no es aislado. Se repite en todas las diócesis gallegas; las más rurales y las más urbanas. La Iglesia achaca a los feligreses el escaso uso del gallego en sus celebraciones litúrgicas. En algunos obispados, el mayor problema se encuentra en la ciudad, pero curiosamente, en otras diócesis, los sacerdotes que más tropiezos se topan para introducir poco a poco el gallego en las misas son los párrocos de aldea.

Entre 1974 y 1979, las diócesis gallegas celebraron el Concilio Pastoral de Galicia, "un intento de infundir un nuevo aliento en las comunidades", explica un portavoz oficial del Arzobispado de Santiago, "siguiendo las directrices del Concilio Vaticano II". Con la intención de adaptar el nuevo estilo de San Pedro a la "realidad gallega", entre el 27 y el 29 de junio del 76, el cónclave galaico aprobó un documento en lengua vernácula en el que se afirmaba que "todos los cristianos, obispos, curas y seglares, según su específica misión, participarán en la promoción de la lengua gallega, por tratarse de un valor humano asociado con la liberación del hombre gallego y, por ende, con la evangelización". Más adelante, el texto iba al grano: "Celébrese en las iglesias de las ciudades al menos una misa en gallego cada día festivo" y "en aquellas comarcas en las que el gallego es la única lengua, tienen que llegar a hacerse en gallego todas las celebraciones".

Además, el Concilio Pastoral de Galicia urgía a la Comisión de Liturgia que, "cuanto antes", editase material para los actos religiosos en gallego, y que se extendiese la lengua a todos los sacramentos "siempre con respeto a la libertad de los interesados". Eso sí, los curas deberían velar porque ese gallego fuese "sencillo" pero con "cierta dignidad literaria", teniendo en cuenta, además, que el cambio de idioma no se salda "con trasladar las fórmulas latinas a nuestra lengua", porque "es todo un universo cultural ajeno el que hay que transformar en el nuestro; y para esto es imprescindible la colaboración de los estudiosos de las ciencias sobre nuestro pueblo", concluía.

En 1989, la Conferencia Episcopal daba su visto bueno a la primera edición en gallego de La Biblia, y a partir de 1991 salían otros libros litúrgicos y material para cursos diversos, incluida la Catequesis, aunque todavía no están traducidos todos. Por ejemplo, la Unción de Enfermos sigue sin guión en gallego, y tampoco hay Bendicional ni Ritual de la Penitencia, dos textos de uso cotidiano para los curas.

El Arzobispo de Santiago, Julián Barrio Barrio, zamorano de Manganeses de La Polvorosa, recuerda todos los años a sus párrocos en el Boletín Oficial del Arzobispado la "necesidad" de "ser sensibles a la progresiva incorporación del gallego" y les pide que "se adelanten" en esto a las peticiones de los fieles, muchas veces reticentes porque no saben, nadie les enseñó, las oraciones "en la lengua que hablan habitualmente".

Treinta y dos años después de la publicación de aquel documento del Concilio Pastoral de Galicia, la mayoría de los párrocos siguen sin cumplir lo acordado. Según las estimaciones facilitadas por los obispados, entre un 70% y un 40% de las iglesias (dependiendo de la diócesis) no celebran ni una misa en gallego y sólo un 20% de párrocos heroicos (este dato es prácticamente idéntico en todas las provincias) han desterrado el castellano.

"En el rural", cuenta Basanta, una minoría apuesta por la liturgia íntegra en nuestra lengua. Parece que el gallego no vale para hablar con Dios, que al entrar en la iglesia tenemos que ponernos más finos... Pero ellos lo van logrando con mucha pedagogía".

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