Carrera escolar contra el paro
Alumnos de barrios ourensanos aprenden a crear sus propias cooperativas
Se puede ser emprendedor incluso en Ourense. En la provincia de los funcionarios, en la de los "enchufados" de la Diputación, en la de la muy escasa iniciativa empresarial, en la del subsidio y las pensiones, hay un puñado de niños de Primaria que saben lo que es un CIF. "Es el DNI de las empresas", contestan a coro, cuando se les pregunta, los alumnos de cualquiera de los cuatro colegios de la ciudad que participan en la segunda edición del programa Una empresa en mi colegio.
Solo cuatro centros se han inscrito en la segunda edición del curso sobre cooperativismo en la escuela, que promueve el Ayuntamiento de Ourense a través de la concejalía de Economía, Hacienda, Empleo y Promoción Económica, en colaboración con la empresa pública asturiana Valnalón.
Tramitan permisos, fabrican productos y los venden tras calcular su margen
Las directivas las suelen integrar niñas, mientras ellos son tesoreros
"Curiosamente, los centros que se apuntaron no son los del centro, sino de los barrios", explica la concejala de educación, Ana Garrido, encontrando explicación a la motivación y al hecho de hacer de la necesidad virtud en aquellas zonas en las que más golpea la crisis. "Demuestran que son bien espabilados", concluye la concejala. Los alumnos -previa consulta a padres y profesores- de zonas de la ciudad donde el paro es más acuciante y donde los niños no son príncipes a todas horas y a toda costa, se preparan para sobrevivir en tiempos difíciles. Como los de ahora. Los de las zonas "acomodadas" no han demostrado interés por la iniciativa.
Alumnos y profesores de los colegios de Primaria Vista Hermosa y Luis Manuel Acuña y del de Educación Especial de Velle, saben lo que es trabajar en equipo y obtener una ganancia por el esfuerzo colectivo. Este año, el Ayuntamiento, a través del centro de iniciativas empresariales que dirige José Ángel Vázquez Barquero, amplió la experiencia incorporando un nuevo programa, Empresa Joven Empresa, para alumnos de 4º curso de ESO al que se adhirió solo el colegio José García.
Unos y otros aprovechan horario lectivo y extraescolar para constituir sociedades virtuales en régimen de cooperativa. Tramitan las solicitudes ante la subdelegación del Gobierno, eligen a una directiva -casi siempre integrada por niñas; los niños suelen ocupar los puestos de tesoreros- y fabrican sus productos, que acaban vendiendo, tras calcular el margen de ganancia que les compense al mismo tiempo que les permita vender, en una feria que organiza el Ayuntamiento en el mes de mayo.
En el colegio Manuel Luis Acuña, la implicación en este programa es absoluta. Lo detalla la profesora de Música Mari Carmen Blanco, que dedica horas extraescolares a esta tarea. "Aunque se lo plantean como un juego, lo cierto es que el aprendizaje no es solo empresarial". Tanto ella como los tutores encuentran que la experiencia supone un avance en el área de Lengua (los alumnos emprendedores tienen que desatarse para exponer sus ideas y redactar escritos), en la capacidad creativa, a través de la iniciativa emprendedora que resulte original y práctica; en la sociabilidad (necesitan conocer el entorno socioeconómico) y en la habilidad para obtener, seleccionar e interpretar información y utilizarla, además, de una forma autónoma y aplicando un espíritu crítico. Y también aprenden el sentido de la cooperación mediante la distribución de tareas.
En el Luis Manuel Acuña, las niñas mandan en la empresa. La directiva la forman ellas y un tesorero. Las razones son sencillas. "Ellos mismos eligen para la directiva a los alumnos más organizados, más aplicados y con mayor capacidad de palabra", explica Blanco. Y en estas áreas suelen destacar las mujeres. "Pero la labor del tesorero es de las más duras", equilibra la profesora.
En este colegio ourensano los cooperativistas atienden un huerto. Nada del otro mundo: lechugas, tomates, pimientos... A la feria de mayo, en la que montan sus puestos con el precio previamente tasado para ser competitivos y obtener beneficio, solo venden las plantas, nunca el producto comestible. Además, están decorando viejas herraduras de caballos para llamar a la buena suerte de los hipotéticos clientes.
Pero ser cooperativista no es solo un juego; ni una actividad extraescolar meramente artística. Cada uno de los socios aporta su pequeño capital. Unos 4 o 5 euros por cabeza. Al regresar de la feria de mayo siempre hay ganancia. No solo económica -regresan con 80 o 100 euros de beneficio- sino lingüística, matemática, participativa, socializadora y creativa.
Los promotores municipales de esta iniciativa lo tienen claro: los alumnos de los colegios de los barrios ourensanos han emprendido una carrera de fondo de la que saldrán fortalecidos en el incierto futuro que se les avecina a todos.
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