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Reportaje:

Revolución femenina en la justicia

Las mujeres, que tenían vetada la carrera judicial, ocupan hoy los principales cargos

Ignacio Zafra

Son las representantes de una revolución tranquila pero muy rápida en términos históricos que ha desembocado ni más ni menos que en la normalidad: varones y mujeres administran justicia a mujeres y varones. Suena a perogrullada, pero conviene recordar que hasta 1966 las mujeres tuvieron vetada la entrada a la carrera judicial en España. Desde entonces miles de mujeres han terminado la carrera de Derecho, han estudiado el temario, han aprobado la oposición y muchas han desarrollado el currículo necesario para acceder a los cargos de responsabilidad. En Valencia esto último está ocurriendo ahora. En pocos meses, la presidencia del Tribunal Superior de Justicia valenciano ha recaído en Pilar de la Oliva. La presidencia de la Audiencia Provincial de Valencia, en Carmen Llombart. La jefatura de la fiscalía provincial, en Teresa Gisbert. Y la portavoz del Consejo General del Poder Judicial y, además, vocal territorial de la Comunidad Valenciana, se llama Gabriela Bravo.

El acceso a la justicia es objetivo y ofrece una carrera basada en el mérito

¿Ha supuesto la incorporación un cambio en la forma de administrar justicia? La respuesta común es "no". "Desempeñamos nuestras funciones con la misma normalidad y profesionalidad que nuestros compañeros hombres. Lógicamente, cada cual no por género sino como persona, damos una impronta distinta al cargo que ocupamos. Pero la ley es igual y nuestra obligación es la misma: aplicarla y cumplir el principio de legalidad, seamos hombres o mujeres", afirma De la Oliva.

"Yo creo", prosigue Gisbert, "que a la hora de impartir justicia somos iguales. En todo caso la perspectiva distinta no la damos nosotras sino quien nos mira y piensa: 'Ha hecho esto porque es una mujer'. Y no estoy de acuerdo. Creo que hay buenos y malos profesionales. Lo que pasa es que a las mujeres nos ha parecido normal que los jueces varones impartieran justicia y hay algunos varones a los que sobre todo al principio no les parecía tan normal que las mujeres impartieran justicia. Hablo del justiciable, con los compañeros jueces y fiscales nunca he tenido ningún problema".

Ni siquiera hay diferencias, agrega Llombart, en el ámbito de la violencia sobre la mujer, donde los magistrados y magistradas de su audiencia actúan de forma similar. "Creo que el avance no consiste en que nosotros como profesionales apliquemos la ley de una manera u otra según el género. Lo realmente importante ha sido la entrada en vigor de la ley: lo que antes muchas veces se veía como un juicio de faltas ahora se ha llevado a su justo término".

Lo que ha cambiado, coinciden, es la sociedad. "La incorporación de la mujer a la justicia es un síntoma de normalidad, reflejo de una sociedad plural integrada por hombres y mujeres, y al igual que en el ámbito de la justicia en otras profesiones ha supuesto un enriquecimiento de las mismas", señala Bravo. La portavoz del Consejo ingresó en la carrera fiscal en 1989. Aunque su inicio profesional transcurrió sin sobresaltos, hubo algo que le llamó la atención: en su tribunal de oposición todos eran varones. Y también lo eran en las jefaturas de las fiscalías. "Las mujeres ocupaban sobre todo los planos inferiores", recuerda Bravo.

Aquello respondía, en primer lugar, al déficit histórico que padecía la mujer. El avance que ella misma encarna ha sido notable, pero aún no se ha alcanzado la igualdad. De los 72 jueces del Tribunal Supremo, por ejemplo, solo 10 son mujeres, y tres de ellas han accedido recientemente. De los 17 tribunales superiores de justicia, solo el de Valencia no lo preside un hombre. "Aún queda mucho", reflexiona Bravo; "es muy importante introducir cambios que faciliten un nuevo contexto social que permita a la mujer conciliar adecuadamente sus responsabilidades familiares con las profesionales, y que las primeras no supongan una limitación para la promoción profesional".

Para las mujeres de su generación, afirma Llombart, fue más difícil. "Ahora veo a los magistrados o jueces jóvenes que recogen a sus hijos del colegio, o que se piden días de paternidad para cuidar del recién nacido porque su mujer trabaja. Comparten. No tiene nada que ver con lo de antes. Nuestro papel era de estar un poco engañadas. Te decían: 'Tú estudia porque eso será tu porvenir, serás independiente... Lo que no te decían es que además tenías que hacer lo otro".

Algunas entrevistadas destacan que tuvieron a su lado parejas que entendieron que la carrera profesional de ellas era tan importante como las suyas, y que la responsabilidad de criar a los hijos era de ambos. Quizá por ello han llegado donde están. Pero esa no ha sido la norma. Ni lo es hoy. "Nunca lo hemos tenido fácil, sobre todo en el momento en que hay que compatibilizar la maternidad y la profesión pese a que tu pareja sea un magnífico colaborador. Y el cambio ha de empezar por nosotras, debemos de interiorizar y asumir nuestras responsabilidades en ambos mundos de otra manera, sin malas conciencias ni sentimientos de abandono", dice Bravo, porque ser juez o fiscal no consiste solo en sacar la oposición y preparar y estudiar los juicios: "Nuestra profesión exige una formación continua pues la legislación es cambiante así como la jurisprudencia, y para aplicar e interpretar las leyes hay que estar al día", asegura la portavoz del Consejo. "Ello exige una gran inversión de tiempo que muchas de nosotras tenemos que compatibilizar con las responsabilidades familiares. Por ello es necesario impulsar medidas que reduzcan los desequilibrios. La promoción profesional de la mujer ha de darse en las mismas condiciones que la de los hombres. El camino hacia la igualdad efectiva se conseguirá cuando se alcance la presencia equilibrada de hombres y mujeres en los puestos más importantes, y para llegar ahí queda mucho".

Gisbert también cree que falta camino por recorrer fuera y dentro de la justicia, pero ésta, añade, parte con una ventaja. "Hay un tema que está claro: y es que la oposición será mejor o peor como sistema, pero es objetivo. Es memorístico, de saber aguantar, de saber exponer... pero la puerta de entrada es totalmente objetiva: quien haga mejor el examen. Por eso hay tantas mujeres en la carrera judicial y fiscal, que no son un reflejo de la realidad". El mundo judicial, continúa De la Oliva, les ofrece "una carrera profesional basada en el mérito y la capacidad". Y no es poco.

Ahora es lo normal, pero el año en que Teresa Gisbert se presentó a la oposición, 1981, fue el primero en que aprobaron más mujeres que hombres, aunque la diferencia fue de una plaza. Su oposición tuvo lugar en un momento crítico para la modernización del Estado. El 23 de febrero, el día en que Antonio Tejero y un grupo de guardias civiles asaltaron el Congreso de los Diputados, la fiscal jefe de la Audiencia de Valencia estaba en Tribunal Supremo esperando a examinarse. La jornada, con visita al exterior del congreso, compra de radio y nervios hasta el mensaje del rey, fue muy complicada. "Todo el mundo estaba muy preocupado por España y yo también. Pero sobre todo estaba preocupada porque decía: 'Yo, si triunfan, fiscal con una dictadura militar no voy a ser. Me presento y renuncio. Pero claro era perder todo el tiempo de preparación. Al final, el 24 de febrero no hubo oposiciones y el 25 me examiné y aprobé".

Su primer destino fue Mataró-Arenys de Mar, donde al ir a alquilar el piso le dijeron: "Sí, ya me han dicho que es usted la fiscala. ¿Y su marido?' Daban por hecho que yo era la esposa del fiscal". En Vinaròs le ocurrió lo mismo. Y también en los primeros juicios, donde los acusados en ocasiones ni la miraban porque daban por hecho que no podía ser la representante del ministerio público. Quedan cosas por cambiar, pero basta acercarse a cualquier juzgado para comprobar que esa invisibilidad es historia.

PILAR DE LA OLIVA. Presidenta del TSJCV

"Desempeñamos nuestra función con la misma normalidad y profesionalidad que los hombres. La ley es la misma y nuestra obligación también"

GABRIELA BRAVO. Portavoz del CGPJ

"La igualdad se conseguirá cuando se alcance la presencia equilibrada de hombres y mujeres en los puestos más importantes, y queda mucho"

CARMEN LLOMBART. Presidenta de la Audiencia

"El verdadero avance en la violencia sobre la mujer ha sido la ley: lo que antes se veía como un juicio de faltas se ha llevado a su justo término"

TERESA GISBERT. Fiscal jefe en Valencia

"La perspectiva distinta no la damos nosotras sino quien nos mira y piensa: 'Ha hecho eso porque es una mujer. Y no estoy de acuerdo"

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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