Ficciones israelíes contra el antisemitismo sofisticado
Algunas series son vacunas contra el maniqueísmo e invitaciones a pensar más allá de las declaraciones políticas
Conviene no desdeñar las bravuconadas de un municipio: los alcaldes de Móstoles declararon la guerra a Napoleón y acabaron ganándola. Por ridículo e inane que suene que Ada Colau —en solitario y sin encomendarse al pleno— parta peras con Israel, estas cosas pueden terminar peor de lo que parece. La consecuencia administrativa inmediata es la ruptura del hermanamiento entre Barcelona y Tel Aviv, una metrópoli gobernada desde 1998 por Ron Hudai, un político laborista depositario del legado de Golda Meir que ha convertido su ciudad en un santuario LGTBI y en vanguardia de las mismas libertades civiles y políticas verdes de las que se enseñorea la capital de Cataluña. Si a ello se le suman los alquileres estratosféricos de ambas ciudades, solo asequibles para una élite de hiperasalariados que beben matcha y van en bici, la hermandad parece obligada.
La Comunidad Israelita de Barcelona dice que el gesto es un ejemplo de “antisemitismo sofisticado”, y como tal, solo puede neutralizarse con ficciones sofisticadas, más convincentes que los argumentos. Si las plataformas no se las censuran, los vecinos de Barcelona aún pueden disfrutar de muchísimas series producidas en la atrevida televisión israelí. No pocas de ellas tienen su versión norteamericana: In Treatment, Homeland, Your Honor o la exitosísima Euphoria. Entre las que aún no se han americanizado destacan la furiosa e incómoda Fauda, la bélica Valley of Tears, la tiernísima comedia Shitsel o la desasosegante La lección. En todos estos ejemplos de cultura popular (es decir, no son novelas experimentales ni ensayos filosóficos) encontrarán miradas implacables hacia la hipocresía y los dilemas éticos de la sociedad israelí, y una autoconciencia que impide discriminar a los malos de los buenos. Son vacunas contra el maniqueísmo e invitaciones a pensar más allá de las declaraciones de quienes creen que pueden resolver los problemas del mundo con una sola frase.
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