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Columna
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‘Atrapados de nuevo’, todo un mundo en un pequeño pueblo

La calma para resolver asesinatos de Hinrika y Andri, los protagonistas de esta serie islandesa de Netflix, es coherente con un paisaje entre el desconsuelo y la hipnosis

Ilmur Kristjánsdóttir y Ólafur Darri Ólafsson en la serie 'Atrapados de nuevo'.Foto: Netflix | Vídeo: EPV
Ángel S. Harguindey

La sensación que tiene el espectador de Atrapados de nuevo (Netflix) es la de volver a un terreno ya conocido: el pequeño pueblo pesquero de Siglufjördur, en las Tierras Altas de Islandia, donde ahora la responsable de la policía local es Hinrika, la que fuera la ayudante del orondo y tranquilo Andri, destinado en la actualidad en Reikiavik, pero que regresa al pueblo para ayudar a desentrañar un extraño caso de asesinato.

Andri, el ya casi familiar Ólafur Darri Ólafsson para quienes siguen las series nórdicas, tiene en su mochila dos pesadas cargas: no haber resuelto en su día el crimen en su pueblo de una joven y la separación de su mujer. Con todo, nunca perderá la calma, pese a que en Siglufjördur los problemas se multiplican por la llegada de una banda de moteros desde Dinamarca, una especie de Ángeles del Infierno nórdicos, que reclaman unas tierras en las que se asienta una esotérica secta. Naturalmente, un pequeño pueblo es un mundo, y más para una serie de televisión: es necesario que los conflictos y las lacras sociales surjan al margen del tamaño de la comunidad. Drogas, relaciones sentimentales, violencia... “una mica de tot”, que diría el fugado Puigdemont. Y en los seis capítulos de la serie de Netflix no falta de nada.

A su favor hay que señalar que todo transcurre sin grandes excesos, con una cierta elegancia. La calma de Hinrika y Andri para resolver los asesinatos es coherente con un paisaje entre el desconsuelo y la hipnosis, y la eficacia también: conseguirán resolver los crímenes presentes y pasados. Un nuevo éxito de una producción de un país con menos de 400.000 habitantes que hace tiempo demostró la calidad de sus series.

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