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Columna
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‘El caso Hartung’ o la calidad de las series nórdicas

La serie danesa es una buena prueba de que el éxito de la ficción nórdica no es fruto del azar

Un momento de 'El caso Hartung'.
Ángel S. Harguindey

Con El caso Hartung (Netflix) se comprueba de nuevo la calidad de las series policíacas nórdicas y, además, el gran talento del autor de la novela en la que está basada, Søren Sveistrup, guionista de una de las series esenciales de la industria audiovisual danesa con una insospechada influencia internacional, en parte por el remake estadounidense: The Killing. Si a esto añadimos que uno de sus mejores amigos es Adam Price, con el que coincidió en sus inicios en la industria y que es el creador de otra extraordinaria serie, Borgen, se comprenderá que el éxito de las ficciones televisivas nórdicas no se debe al azar.

Los seis capítulos de la primera temporada nos sumergen en una historia terrible con la desaparición de una niña, hija de la ministra de Asunto Sociales, y un asesino en serie que mutila a sus víctimas y cuya tarjeta de visita son unos muñecos hechos con castañas. Una historia en la que los personajes principales han pasado su infancia en hogares de acogida, un dato autobiográfico de Sveistrup, es decir, que sabe de lo que escribe. Naia Thulin es la detective encargada del caso, una mujer que también debe afrontar sus problemas personales en relación con su hija. Su compañero, Mark Hess, es un detective de la Europol muy cuestionado por no seguir estrictamente los protocolos policiales ortodoxos. Y por lo que respecta a que tanto en The Killing como en El caso Hartung, las responsables de las investigaciones sean mujeres, Sveistrup lo tiene claro: “Prefiero a las mujeres detective porque se enfrentan a muchas más cosas que los hombres. Para empezar, se les cuestionan sus aptitudes solo por el hecho de ser mujeres”.

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