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Columna
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Mala gente

Aguanto demasiado tiempo observando las maniobras de estos tarados para lograr el poder. Todos son unos cabrones en ‘Succession’

Jeremy Strong, en la tercera temporada de 'Succession'.
Carlos Boyero

Caritativos amigos preocupados por entretener mi exceso de soledad me han instalado en mi televisión un montón de plataformas. Navego con mis torpes deditos en los mandos por ese presunto paraíso. Está abarrotado de series clónicas, estiradas como el chicle más pringoso, previsibles. Acabo harto de narcotraficantes, juguetones calamares, policías corruptos, asesinos psicópatas, campiña inglesa, casas de papel, etc. Me hago el firme propósito de abandonar toda esta publicitada mediocridad, esta fórmula cansina y rentable, para dedicar mi infinito ocio a volver a degustar sin prisas y sin pausas las cuantiosas películas y series que poseo en los ya arcaicos formatos de DVD y Blu-ray.

Pero gente con criterio, lo cual no abunda, me había aconsejado que me asomara a la serie Succession, que emite la antiguamente legendaria HBO. Según ellos, está a la altura de los clásicos. Me obligo a ver las dos primeras temporadas, señal de que debo de andar muy averiado. La protagoniza una familia de multimillonarios, dueños de los medios de comunicación más poderosos y de todo lo comprable. Se acuchillan permanentemente para lograr el control de las empresas, ya que el anciano patriarca está a punto de palmarla. Los guionistas se exprimen el cerebro a la búsqueda de situaciones retorcidas, diálogos brillantes y cínicos, perversión en estado sofisticado.

Aguanto demasiado tiempo observando las maniobras de estos tarados para lograr el poder. Todos son unos cabrones. Eso puede dar mucho juego. Los villanos inteligentes y con matices me despiertan fascinación. Pero es que estos me caen todos fatal. Su lenguaje es soez. Los términos polla, escroto, que te follen se repiten hasta la náusea. Pero en las orgías que montan todo dios aparece vestido. Qué raro. Cosas de la censura. Pasan su prescindible existencia en mansiones de mareo, jets privados, yates. Ojalá que explotaran con ellos dentro. Es que no les aguanto. Y además, son feos.

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