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Series de televisión
Columna
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El delirio de ‘The Walking Dead’

No es que exprima un limón ya exprimido, es que lo pulveriza. Alargar una trama hasta estos extremos conlleva serias consecuencias, desde la saturación del espectador hasta el delirio de los guionistas

Una imagen de la décima temporada de 'The Walking Dead'.
Ángel S. Harguindey
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‘The Walking Dead’ terminará en 2022 tras su undécima temporada

La décima temporada de The Walking Dead, de la que el pasado lunes se emitió su capítulo 22, es un ejemplo perfecto de la rotunda afirmación de Pepe Coira, creador de Hierro: “odio las series que exprimen un limón ya exprimido”, porque la apocalíptica serie para AMC basada en los cómics de Robert Kirkman, Tony Moore y Charlie Adlard, que distribuye internacionalmente Fox, no es que exprima un limón ya exprimido, es que lo pulveriza. Y ya se anunció la undécima temporada, sin olvidarnos de las series derivadas como Fear the Walking Dead, The Walking Dead: World Beyond o los tres largometrajes previstos por la productora.

Naturalmente, alargar una trama hasta estos extremos conlleva serias consecuencias, desde la saturación del espectador hasta el delirio de los guionistas para preservar el interés de la misma. Ya vale todo. Uno de los últimos capítulos, por ejemplo, transcurría casi íntegramente en el interior de un vagón de un tren de mercancías. En el exhibido el lunes se contaba la historia de Lucille, el terrible bate de béisbol de Negan, en fin, el delirio.

Fue un enorme éxito mundial estrenado en 120 países y audiencias multimillonarias que iniciaron un constante descenso desde la quinta temporada. La novena fue, de momento, su punto más bajo y aún no hay datos de la décima. El dilema es calidad o cantidad y los productores de los muertos que caminan lo tienen claro. Pero no siempre es así: Line of Duty, la excelente serie británica, llega a su sexta temporada, y lo hace con la misma calidad que la primera. La clave, quizá, radique en que cada una de ellas presenta un caso nuevo, sus historias son autónomas, no producen el previsible hartazgo.

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