‘Vitals’, a lomos de la primera ola de la pandemia
La serie documental de HBO pone cámara y micros a pacientes, sanitarios y familiares en un hospital durante los meses más duros de la crisis sanitaria
Sumergirse en una UCI en los momentos más duros de la pandemia de covid, con la complicidad de sanitarios, pacientes y familiares, sin hacer ruido y sin molestar y contarlo en un documental osado, ambicioso y realista. Ese ha sido el objetivo de la serie documental Vitals, dirigida por Fèlix Colomer y producida por El Terrat y Forest Film Studios, que se estrena este domingo en HBO España y en el resto de territorios de HBO Europe. Son tres capítulos de casi una hora cada uno que agarran al espectador y lo conducen por las entrañas del hospital Parc Taulí de Sabadell (Barcelona) y por las de la enfermedad prácticamente desde el minuto cero, cuando todo lo que se sabía del coronavirus eran puras especulaciones y temores.
El documental cuenta sin edulcorantes cómo una serie de personas se enfrentan a la enfermedad y al caos que desata, entre marzo y junio del año pasado. Enfermos en la UCI que, como César (58 años) o Eduard (57), llevan semanas en coma; enfermeras que, como Sílvia o Isa, se convierten en sus vínculos con la realidad; pacientes ancianos como Alfred, Josefa, Juan; auxiliares como Sandra o Noemí; médicos como Modest; familiares de unos y otros conviven con la muerte, para evitarla, esquivarla o, en algunos casos, claudicar ante ella. Las cámaras entran en las habitaciones, en las UCI, regresan con los sanitarios a sus casas, donde se enfrentan a la incomprensión y al cariño de las familias, recorren las calles de Sabadell, los primeros días, tétricamente desiertas, luego, plagadas de gente con mascarillas…
La idea surgió al poco de decretarse el estado de emergencia en España, a mediados de marzo. Un amigo médico del director, testigo de lo que estaba ocurriendo en el Hospital del Mar, en Barcelona, casi se lo exigió: “Tienes que grabar lo que está pasando en los hospitales, es algo inédito, histórico, hay que contarlo desde dentro”, cuenta Fèlix Colomer que les dijo. Había que dar con un hospital “con la suficiente valentía y transparencia” para permitir que un intruso, cámara en mano, se colara en sus habitaciones, precisamente en un momento en el que ni siquiera los familiares de los enfermos podían acompañarlos. El Taulí de Sabadell, un centro con más de 4.000 trabajadores, se prestó a ello. “Me convertí durante dos meses en una especie de sombra de los pacientes y de los sanitarios”, explica Colomer.
“Lo fundamental era que la gente confiara en nosotros: yo me presentaba, explicaba lo que íbamos a hacer y, sorprendentemente, nadie puso impedimentos”. Empezó él solo y cuando se sumó El Terrat fueron tres, siempre por separado, para poder cubrir situaciones que se producían en distintos sitios pero en un mismo momento. Colomer comenta que la experiencia, equipados con doble guante, doble gorro, visera, doble mascarilla (“para rodar era curioso”, admite), ha sido tremenda: “Era importante ser cero invasivos: no hacíamos entrevistas, no poníamos ni siquiera voz en off, no molestábamos nada”. Sencillamente daban voz e imágenes a los protagonistas. “Y lo que pasó fue que nos convertimos en un vínculo entre familiares y pacientes”.
En un momento de la serie, Isa, enfermera UCI, lanza una queja: “La gente se ha quedado con la cara a de la pandemia pero no ha visto la cara b (…) Los aplausos de las ocho se han convertido en ratos de ocio y de pasárselo bien (…) Pero esto se pagará. Ya veremos si nos aplaudirán cuando vean cómo quedarán las listas de espera”. Fèlix Colomer considera que el documental explica esa cara b, minuto a minuto: “Vamos más allá de los aplausos y de la frase infantil del ‘todo irá bien’ (que tanto han ayudado, desde luego) para enseñar algo que aún no se ha visto de la pandemia”.
Cuando el proyecto empezó nadie podía imaginarse cómo iba a evolucionar todo. “Poco a poco fuimos confirmando que lo que grabábamos no era solo informativo, el factor emocional era enorme”, recuerda el director. “Serviría también para concienciar de lo que está pasando a algún negacionista. Esto es pura realidad, sin trampa ni cartón: el paciente te mira directamente a los ojos a ti, espectador que estás en el sofá viendo la tele”.
En 12 horas diarias de grabación cabía de todo: emocionantes videollamadas entre pacientes y familiares; terribles conversaciones en que un médico informa de que no hay nada que hacer con un paciente; divertidos momentos de relax de las enfermeras, al sol (“haciendo la fotosíntesis”, dicen), explicándose anécdotas del día; despedidas lacrimógenas; celebraciones de cumpleaños (“esto no estaba tan claro, ¿eh, César?”); los niños quejándose de los deberes on line…
Por supuesto, se trataba de mostrar también las tragedias. “Las muertes nos plantearon una duda ética, pero no habría tenido sentido esconderlas, porque la covid mata”, razona Colomer. “Lo importante era cómo lo mostrábamos. Teníamos un escudo para que no nos afectara lo que ocurría en el hospital. Luego, en nuestras casas, ya reflexionábamos, sufríamos… y agradecíamos que esas personas nos regalara aquellas imágenes”.
El reto de contar lo que ocurría no admitía censuras de ningún tipo. “La mayoría de los que han participado en el documental están encantados con el Taulí”, dice Colomer. Sin embargo, Vanessa, de 34 años, enfermera de ese mismo hospital, cuando contrae la covid se siente incomprendida y acabará acudiendo a otro centro. Es uno de los casos que cuenta Vitals. “Escogemos las historias más interesantes independientemente de si son críticas o no”, zanja el director.
La apuesta de HBO
A medida que iban rodando, un editor iba montando todo el material. A través del apartado dedicado a la industria que tiene el festival de cine documental Docs Barcelona, en mayo pudieron enseñar ese material a la plataforma HBO: “Se enamoraron del proyecto, apostaron y se metieron dentro”, revela Fèlix Colomer, el director. “La plataforma había recibido muchas propuestas sobre la covid, pero nos dijeron que les había gustado mucho la sensibilidad, la forma de rodar, la intensidad emocional, la evolución de personas y acontecimientos, con un arco dramático como si fuera una ficción”. Ahí empezó a crecer la aventura, en la que HBO dio a los creadores libertad absoluta para plasmarla: el equipo de Colomer ha decidido la duración, los capítulos, los descartes de historias (“teníamos tantas…”, dice el director).
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