Ideas para despejar la polución
Un modelo energético renovable y descentralizado, la economía circular y el hidrógeno verde se afianzan como grandes palancas para luchar contra la contaminación
En este recorrido sobre distintos futuros posibles queríamos centrarnos en uno deseable: un mundo descarbonizado gracias a las energías renovables, el hidrógeno verde o la economía circular”. Así presenta Jaime García Cantero, director de Retina, el evento Descarbonización: un futuro sin emisiones, un proyecto de Retina y Banco Santander que forma parte de la serie Retina Futuros Posibles. “Si hablamos de descarbonización, no hay materia prima más limpia que la que no tienes que fabricar”, tercia Amaia Rodríguez, CEO (consejera delegada) y cofundadora de Gravity Wave, un “proyecto social que tiene el propósito de limpiar de plástico el Mediterráneo y convertir esos residuos en productos con valor”, según lo describe, abrazando así el modelo de economía circular.
Dice la Comisión Europea en su nuevo plan de acción para la economía circular que la mitad de las emisiones totales de gases de efecto invernadero (GEI) y más del 90% de la pérdida de biodiversidad y del estrés hídrico se deben a la extracción y la transformación de los recursos. Y que “ampliar la escala de la economía circular contribuirá decisivamente a lograr la neutralidad climática de aquí a 2050 y a desvincular el crecimiento económico del uso de recursos”. Rodríguez aboga por una mejor gestión de los residuos. “En España se recicla muy poco plástico”, lamenta. Y por “ponerlo fácil”. Las empresas, por ejemplo, han de ver los beneficios económicos de reducir su huella de carbono y reutilizar los recursos que consumen. Gravity Wave paga a pescadores tradicionales por el plástico que recogen. “Empezamos con menos de 50, ahora ya hay más de 1.000″, recuerda. La idea es replicar el proyecto en Grecia.
Si hace menos de una década el único argumento de los defensores de las energías renovables era el ecológico, hoy existe otro añadido, y muy poderoso: el económico, según lo ve Jorge Morales, director de Próxima Energía. “La gente instala paneles solares porque está concienciada y quiere ser independiente energéticamente, pero, sobre todo, porque es rentable”, detalla. Morales asegura que la energía del futuro será 100% más limpia y 100% más barata. “Lo que no quiere decir que la vayamos a pagar más barata”, apostilla. “El coste de producir electricidad no tiene nada que ver con el precio que los consumidores pagamos por ella; estamos viendo sobrados ejemplos en España durante 2021″, remacha.
Una batalla de todos
El debate está ahora en si ese modelo energético del futuro será más o menos cooperativo, o, dicho de otro modo, “si estará en manos de unos pocos o más extendido, con mucha más gente copropietaria del nuevo sistema”, lo expresa Morales. De cómo se resuelva el equilibrio, que reconoce difícil, entre la urgencia climática que obliga a acelerar la transición energética y parece empujar hacia las grandes instalaciones, y los beneficios de una generación distribuida o descentralizada, que cubriría la demanda pero necesitaría más tiempo, va a depender, a su juicio, no solo de quién sea la propiedad sino, también, “el precio que tendremos que pagar los consumidores por la electricidad”, advierte. La propiedad, que implica que haya más o menos competencia, es a su juicio el elemento clave que hará que el abaratamiento en los costes de generación se refleje en la factura.
“No me parece mal, incluso lo veo sano, que quien tenga éxito con una patente renovable obtenga un alto beneficio, por ejemplo, con una patente de un seguidor solar…, siempre y cuando esos seguidores solares que se venden en todo el mundo estén sirviendo para que en los países donde se produce esa energía el precio de la luz se esté abaratando”, reflexiona Morales. Por contra, “si tenemos empresarios que consiguen beneficios a imagen y semejanza de los que tuvieron en los oligopolios de los que provenimos, de centrales que están amortizadas, como las hidroeléctricas construidas en la dictadura, en condiciones irreplicables, cuyo coste de producción es muy bajo, pero están cobrando el precio como si fueran las más caras del sistema…, eso sí que creo que no es lícito”, opone. Considera que el regulador tiene la responsabilidad de evitar que estas situaciones se produzcan.
Eficiencia frente a coste
El borrador de la Hoja de Ruta del Autoconsumo hecho público por el Gobierno despliega una serie de medidas para alcanzar los 9 gigavatios (GW) instalados de autoconsumo en España, que podrían llegar hasta los 14 GW “en el caso de darse un escenario muy favorable de alta penetración”. Morales tiene claro que, con la tecnología actual, el sistema energético podría ser 100% renovable ya hoy. “Pero ¿a qué precio?”, cuestiona. “Es técnicamente viable pero económicamente muy caro”, diferencia. No en todos los casos. “El coste de la solar fotovoltaica ha bajado un 90% desde hace 10 años”, precisa. Pero sí hay que seguir puliendo el tema de las baterías, o del hidrógeno verde.
María Retuerto, investigadora del Instituto de Catálisis y Petroleoquímica del CSIC, trabaja para “aumentar eficiencia y disminuir el coste de los materiales que se necesitan para la producción de hidrógeno verde por electrólisis [rompiendo una molécula de agua mediante electricidad renovable], que son críticos”, según comenta en este evento de Retina y Banco Santander. Es una buena manera de almacenar el excedente de energías renovables, que se transforma en hidrógeno verde para llegar a aquellos sectores y actividades que no se puedan electrificar. Para 2030, este vector energético “debe convertirse en una parte intrínseca de un sistema energético integrado con el objetivo estratégico de instalar al menos 40 GW de electrolizadores y la producción de hasta 10 millones de toneladas de hidrógeno renovable en la Unión Europea”, desvela la Hoja de Ruta del Hidrógeno del Gobierno español.
“Su potencial es enorme”, enfatiza Retuerto. “Se puede aplicar a la industria, para la producción de fertilizantes o amoniaco, acero, hierro, biocombustibles… O inyectar a la red de gas natural, ya que solo genera agua cuando se quema (también se puede metanar e incorporar a la red de gas). Y acumular en pilas de hidrógeno para el transporte”, enumera la científica, que subraya su importancia en la descarbonización. “Cuando oímos hablar tanto del hidrógeno verde, pero tarda en llegar, podemos caer en el escepticismo”, ejerce de abogado del diablo García Cantero. A lo que Retuerto responde: “Ya hay bastantes proyectos industriales que están apostando por el hidrógeno verde. Nos quedamos sin opciones, y no sé si realmente somos conscientes de que hemos de hacer un cambio, como sociedad, para dejar de destrozar el planeta. Las apuestas de la ciencia son a largo plazo, pero necesitamos medidas urgentes, acciones rápidas. Y empezar ya”.
Talento e innovación, claves del porvenir
“Sin inversión en talento y tecnología no hay innovación, y sin innovación no hay futuro, ni industrial ni de ningún otro tipo”, concatena conceptos Joaquín Abril-Martorell, chief digital officer de Cepsa, en la primera charla de la sesión. “La siguiente apuesta es la del conocimiento; hemos de empujar al talento que haga posible la transformación; convertir a Europa en líder en sostenibilidad; generar un impacto positivo a través de la innovación”, detalla Tommaso Canonici, socio fundador y director general de la consultora de innovación global Opinno, en la última.
“Llevamos un año hablando más de lo normal de la industria, primero por la covid-19, y después por los problemas de abastecimiento”, plantea Jaime García Cantero, director de Retina y conductor de la jornada. “La industria es tractora de otros sectores. Los países con un desarrollo industrial potente surfean la crisis mejor”, contesta Abril-Martorell. “El efecto de multiplicación del trabajo de la industrialización tiene un impacto positivo en la sociedad. Cada trabajo en la industria crea 2,2 empleos en otros sectores”, refrenda sus palabras la ONU. Y avisa: “Las pequeñas y medianas empresas son las más críticas en las primeras etapas de la industrialización y, por lo general, las mayores creadoras de empleo. Constituyen más del 90% de las empresas de todo el mundo y representan entre el 50% y el 60% del empleo”.
“Como cualquier otro sector, es vulnerable si no es ágil”, avisa Miguel Álava, director general de Amazon Web Services Iberia, que sostiene que solo conseguirá adaptarse con innovación. Y que para ello necesita la digitalización y la tecnología. Analítica de datos, machine learning o inteligencia artificial para ser no solo más productivo, sino más eficiente, competitivo y sostenible. Por lo que respecta al servicio Cloud que él representa, afirma categórico que “la nube puede ser blanca o azul, pero, desde luego, es más verde”.
Abril-Martorell saluda la inyección económica de los Fondos de Recuperación de la UE, los Next Generation, que se destinarán a la innovación, digitalización, sostenibilidad de la industria, pero insiste en que, para llegar a buen puerto, es necesario atraer y retener el talento. Y llama a la acción. “No podemos esperar a que nos lo hagan”, remacha, poniendo como ejemplo a Cepsa, que ha creado su propia universidad para capacitar a sus empleados. “El futuro será digital y sostenible, o no habrá futuro. Son dos caras de la misma moneda. Pero quien acuña esa moneda es el talento”, señala.
El CDO de Cepsa coincide con Álava en que la pandemia ha actuado de acelerante, “pero no es el motor de los cambios , rapidísimos, que se están produciendo”, precisa Abril-Martorell, que lamenta que la industria española haya perdido fuelle: “Mientras que en Europa ha mantenido más o menos su peso, quizás con un ligero descenso, en España ha bajado al 15% del PIB nacional, alejándose del 20% que estimaba la UE para 2020”. Defiende “una reindustrialización inteligente”. Y tecnológica. “Europa ha perdido el tren de la tecnología; los europeos somos grandes consumidores de tecnología, y está bien, porque nos permite acelerar, pero no somos creadores, ni autónomos, dependemos de lo que otros producen”, argumenta, avanzando uno de los temas candentes para 2022: la soberanía tecnológica y la dependencia respecto a Estados Unidos y China. “Europa ha de hacer un esfuerzo”, exhorta.
“Europa no puede competir en costes; su única opción viene de la innovación, la tecnología, el valor añadido y la sostenibilidad”, tercia Canonici. “La innovación no va de grandes o pequeños; todo el mundo puede”. En su opinión, una empresa innovadora, en primer lugar, se entera de lo que ocurre antes que las demás y trabaja en ecosistema; dos, pone al cliente (y no al producto) en el centro; tres, es ágil, y, por último, está relacionado con el liderazgo y la cultura: la innovación lo impregna todo.
Canonici se muestra “muy optimista”. Resalta que Europa ha apostado por la sostenibilidad, y que es una apuesta inteligente no solo por lo que respecta a los valores, sino también en términos de negocio. “Vamos a ganar esta batalla, que es la del futuro; la industria se está adaptando”, subraya, destacando, en particular, la posición “muy dominante” que puede alcanzar España dentro del sector de las renovables. Al socio fundador y director general de Opinno le parece que el concepto “impacto positivo” es clave, y que “hay que ayudar a las empresas a que entiendan que la métrica no ha de ser solo económica, y que hay que llevar el impacto positivo a todas las partes interesadas”. En otras palabras, no basta con innovación, sino que ésta ha de venir acompañada de un compromiso y de un impacto.
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