Dónde repostar combustible 100% renovable
A finales de este año, cincuenta estaciones de servicio en España y Portugal surtirán de un carburante fabricado en su totalidad con residuos orgánicos, compatible con motores actuales y con una baja huella de carbono
Ya es posible llenar el depósito de un combustible fabricado con residuos. En la actualidad, 29 estaciones de servicio de Repsol en España (y otras siete en Portugal) disponen de un carburante fabricado en su totalidad a partir de desechos orgánicos, como aceite de cocina usado o biomasa. Además, el número de estaciones va a seguir creciendo en las próximas semanas, de forma que serán 50 cuando acabe el año, según la compañía energética.
Estos combustibles ya están presentes en las gasolinas y gasóleos que se dispensan hoy, en un porcentaje que por ley debe superar el 10%. La novedad es que en estas estaciones de servicio ya es posible repostar diésel 100% renovable y, en tres de ellas, gasolina 100% renovable.
Combustibles fabricados con residuos orgánicos
Los combustibles renovables son unos carburantes líquidos que se fabrican con residuos orgánicos, como los aceites de cocina usados —que se reciclan principalmente de la hostelería o los hogares—, los residuos de la industria agroalimentaria —huesos de aceituna, grasas animales o restos vinícolas—, las podas agrícolas —olivos o árboles frutales— y los residuos de ganadería. Según la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP), el carbono emitido en su combustión se nivela con el que previamente se retira durante su fabricación, así que estos combustibles cumplen su función en el motor sin aumentar la concentración de CO2 en la atmósfera.
Una solución inmediata
Una de las principales características de estos nuevos combustibles es que se pueden usar directamente, sin necesidad de adaptación, en coches, camiones, barcos y aviones, explica Dolores Cárdenas, experta en desarrollo de combustible del Repsol Technology Lab: “Los combustibles renovables son compatibles con los motores de los vehículos actuales, ya que tienen las mismas propiedades que los combustibles tradicionales y ofrecen el mismo rendimiento, tanto en términos de autonomía como de consumo”.
Para el ciudadano nada cambia: como hasta ahora, basta con levantar la manguera del surtidor y llenar el depósito. La red de distribución y abastecimiento es la misma, es decir, la conforman las cerca de 12.000 estaciones de servicio que hay en España, según la AOP. Esta organización estima que con cada punto porcentual extra de renovables se evitará la emisión de 800.000 toneladas anuales de CO₂ a la atmósfera, lo que equivaldría a la reducción de emisiones de 400.000 vehículos eléctricos en todo su ciclo de vida.
Los combustibles renovables se fabrican con residuos de origen orgánico, como aceites de cocina usados, restos de la industria agroalimentaria, podas agrícolas o residuos de la ganadería
Alternativa clave en la descarbonización
Según los expertos, los combustibles renovables y su compatibilidad directa con los vehículos juegan y jugarán un papel destacado en la descarbonización del transporte, el sector más generador de emisiones con casi una quinta parte del total continental, en datos de Eurostat. Su importancia es notable sobre todo en los segmentos más complejos de electrificar, como la distribución de mercancías por carretera y los sectores marítimo o aéreo.
En palabras de Astic, la asociación decana del transporte de mercancías en España, los combustibles renovables son hoy la alternativa más realista por factores como el precio, la infraestructura, el desarrollo de la tecnología y la aplicación: “No existen soluciones ni remotamente equivalentes a la combustión”, afirman.
Sin embargo, la magnitud y complejidad de la tarea exige que las distintas alternativas energéticas —como el hidrógeno renovable o la electricidad— crezcan en paralelo y no se excluyan. Así lo entiende José Luis García Montes-Jovellar, responsable de ventas de combustibles a flotas profesionales de Repsol: “Las diferentes alternativas deben convivir. En ciudad o para la última milla (el transporte final de una mercancía), por ejemplo, el vehículo eléctrico parece la mejor solución. Sin embargo, el transporte de mercancías de media y larga distancia es un nicho claro del combustible renovable. Necesitamos un mix de tecnologías según las distintas demandas de la movilidad”.
La necesidad de aumentar la producción
La capacidad de producción de combustible renovable irá aumentando progresivamente para cubrir la demanda de los próximos años. En aviación, por ejemplo, la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) –la agrupación de líneas aéreas del mundo– calculó en 300 millones de litros la producción de 2022, una cifra distante de los 449.000 millones de litros que alcanzarían el objetivo de reducción de emisiones de 2050.
En el transporte por carretera, por su parte, García Montes-Jovellar calcula que en 2030 se fabricarán dos millones de toneladas de carburante renovable, “suficiente para alimentar cerca del 35% de la flota nacional de vehículos pesados”, pero aún lejos del total. Lo esperanzador es la abundancia de materia prima: según un estudio del Imperial College de Londres, la biomasa, con la que se puede fabricar combustible renovable, podría sustituir las necesidades totales europeas de petróleo en 2050.
Una oportunidad laboral y económica
Las plantas productoras de combustible renovable constituirán también una nueva fuente de trabajo, asegura un informe de la consultora PwC. De aquí a 2050, la construcción de 30-40 plantas de carburante para aviación generaría hasta 270.000 empleos y sumaría 56.000 millones de euros al PIB. Asimismo, los expertos subrayan cómo estos nuevos carburantes, fabricados con residuos orgánicos autóctonos, contribuyen a suavizar la dependencia energética de España y Europa de los países productores fósiles.
En el campo, el lugar del que proviene una buena parte de los residuos en los que se basan los combustibles renovables, se abre una nueva oportunidad de economía circular: aprovechar y sacar rédito de los residuos que tradicionalmente se quemaban o desechaban. El efecto más inmediato, entienden desde el CIS Madeira, un centro de investigación de la Consellería de Medio Rural de la Xunta de Galicia, es que lo que antes suponía un “coste de eliminación” a los agricultores o ganaderos ahora contribuye a “mejorar las rentas agrarias”.