De Verín al Amazonas: así se neutraliza la huella de carbono de un manantial
Dentro de su Proyecto Origen hacia la sostenibilidad, Cabreiroá alcanza en 2021 el nivel cero en emisiones de gases de efecto invernadero. El objetivo es que el pulmón del planeta siga siendo el gran antídoto del carbono
Desde que el mundo es mundo el agua brota por cortesía del suelo y sin dejar huella de carbono. Sin embargo, su explotación y comercialización, como cualquier otra actividad industrial, sí genera emisiones de gases a la atmósfera. Por pequeñas que sean contribuyen al calentamiento global y son necesarios planes de neutralización de carbono.
Consciente de la necesidad de minimizar su impacto en el planeta, el sector de las aguas minerales atraviesa una revolución hacia un modelo de gestión sostenible. Actualmente, más del 90% de la producción de aguas minerales se gestiona bajo la norma ISO 14001 de Gestión Medioambiental, según la II Memoria de Sostenibilidad de Aguas Minerales publicada el pasado año por la Asociación de Aguas Minerales de España (ANEABE). “Se trata de un estándar internacionalmente aceptado que indica cómo establecer un sistema de gestión medioambiental efectivo. Está diseñado para ayudar a las organizaciones a encontrar un equilibrio entre su éxito en el mercado y sus compromisos medioambientales”, explica Emiliano Barelli, director Industrial de Aguas y Sostenibilidad Medioambiental de Hijos de Rivera, empresa propietaria del manantial de Cabreiroá (Verín, Orense).
Objetivo: cero emisiones
Hacer que las cuentas del manantial cuadren y, a la vez, avanzar hacia un modelo de negocio que no arrase el futuro de las generaciones venideras, requiere planes específicos con un objetivo que no permite medias tintas: alcanzar la neutralización de carbono. O lo que es lo mismo, llegar a un nivel cero de emisiones.
Tras años de esfuerzo, el manantial de Cabreiroá alcanzaba este 2021 la neutralidad en carbono en todas sus instalaciones. Es uno de los logros del Proyecto Origen, un ambicioso programa con el que esta empresa gallega se encamina hacia la sostenibilidad. “Llevamos años trabajando para ser carbono neutral. Primero calculando nuestras emisiones y después poniendo en marcha proyectos de eficiencia para minimizarlas. Finalmente, compensamos lo poco que no se puede eliminar a través de un proyecto muy importante de reforestación en Brasil”, explica Barelli.
Tres años para detener el contador
Poner el contador de carbono a cero sin parar las instalaciones ni volver a época preindustrial no se consigue de un día para otro. “Empezamos a medir la huella de carbono completa de Aguas de Cabreiroá y de las otras empresas del Grupo Hijos de Rivera SAU en 2018”, señala Álvaro García de Quevedo, director del Negocio de Aguas.
Con las cuentas sobre la mesa, lo siguiente para la neutralización de carbono era trazar un plan para detectar en qué procesos se podía meter tijera a las emisiones. La fase más obvia era mudarse hacia fuentes de energía 100% renovables, incluyendo la autogeneración de energía eléctrica solar. Lo siguiente era revisar toda la cadena de producción para hacerla más eficientes. “Se ha reducido el peso de los envases generando eficiencias en logística y se ha realizado una inversión continuada en renovación de máquinas para trabajar con estos envases de pesos más ajustados. Además, se han optimizado las instalaciones de aire comprimido y los equipos de soplado, se ha reducido el uso de agua industrial y se ha cambiado a equipos de iluminación de bajo consumo eléctrico”, enumera Emiliano Barelli.
Cabreiroá se unió en 2020 a The Envira Amazonia Forest, un proyecto común para el grupo Hijos de Rivera que trabaja por la conservación forestal de la Amazonía evitando que los bosques se transformen en pastizales
La adquisición de nuevas líneas de llenado para embalajes circulares y sostenibles y la implementación mejoras en la maquinaria, reduciendo las mermas completan el paquete de medidas encaminadas a hacer el manantial más sostenible.
Un proyecto en el Amazonas
Pero ni con toda la tecnología disponible en la actualidad es posible neutralizar la totalidad emisiones de gases de efecto invernadero. La estrategia pasa por compensarlas, es decir, participar en proyectos de reforestación capaces de asumir una cantidad de carbono igual a la generada. Cada empresa puede elegir libremente en qué proyecto se involucra.
Por su simbolismo a escala planetaria como pulmón de la Tierra, el manantial de Cabreiroá se unió en 2020 a The Envira Amazonia Forest. Se trata de un proyecto común para el grupo Hijos de Rivera que trabaja por la conservación forestal de la Amazonía evitando que los bosques se transformen en pastizales. Para García de Quevedo “con esta estrategia se refuerza la apuesta por un territorio estratégico en la internacionalización de la compañía”. Dos son las claves de esta iniciativa: evitar la degradación ambiental y la deforestación y preservar la biodiversidad implicando a las comunidades locales.
Un siglo viajando hacia la sostenibilidad
En el siglo XIX el manantial de Cabreiroá era un lugar de peregrinaje por las bondades del agua que brotaba de la tierra. Su fama fue de boca en boca hasta que en 1906 el Nobel de Medicina, Santiago Ramón y Cajal, la declara minero-medicinal y comienza su actividad como balneario y envasado de agua. “Ya entonces en el manantial se tenía muy presente lo que hoy conocemos como sostenibilidad, el respeto por la naturaleza y por su recurso natural”, apunta García de Quevedo.
A lo largo del último siglo ese principio se ha mantenido intacto en el manantial. Y no ha sido fácil. “El principal escollo para lograr mayores estándares sostenibles está en la tecnología. Los saltos a la hora de reducir la huella de carbono en nuestro caso vienen de la mano de innovaciones en materiales de embalaje, nuevas líneas de envase y la cogeneración de energía”. Desde Verín miran al futuro convencidos de que en un tiempo no tan lejano se extraiga y envase agua sin dejar huella de carbono. Mientras tanto ponen su grano de arena para que la Amazonía siga siendo el gran regulador del carbono del planeta.
Cómo calcular la huella de carbono
La huella de carbono de una empresa se define como la totalidad de gases de efecto invernadero (GEI) emitidos de forma directa o indirecta en sus actividades. Aquí se suma desde el primer kilovatio necesario para iluminar la fábrica hasta el último litro de gasóil consumido por los camiones que transportan el producto hasta el punto de venta. Pese a que en el Protocolo de Kioto y en las posteriores Conferencias sobre el Cambio Climático se citan varios gases como responsables del efecto invernadero (metano, óxido de nitrógeno, hidrofluorocarbonos, perfluorocarbonos, hexafluoruro de azufre y trifluoruro de nitrógeno), es el dióxido de carbono (CO2) el que tiene un mayor peso en el calentamiento del planeta. Por eso, las emisiones de GEI se miden en función de este gas.
Para calcularlas se usa un sistema conocido como Alcances 1,2,3:
-Las emisiones de alcance 1 se producen directamente por la propia actividad (desde los combustibles fósiles de las calderas al necesario para los desplazamientos en vehículo).
-Las emisiones de alcance 2 responden al consumo eléctrico.
-Las emisiones de alcance 3 son todas las que se generan de forma indirecta pero cuyo control corresponde a agentes externos (viajes de trabajo en medios de transporte ajenos, transportes de materias primas y productos terminados…).
Según ANEABE el sector de las aguas embotelladas lleva años realizando un gran esfuerzo para disminuir y neutralizar su huella de carbono. Solo entre 2018 y 2019 se logró una reducción promedio del 3,8%. En esto influye una mejora de la eficiencia energética con equipos más modernos y procesos optimizados que requieren menos kilovatios. Solo entre 2015 y 2019 esto ha permitido recortar en un 17% el consumo de electricidad. Otro dato a favor es que más del 96% del consumo energético es de origen renovable. En Cabreiroá lo es el 100%.