Combatir el desperdicio alimentario desde la cesta de la compra
Cada año, miles de toneladas de comida apta para el consumo humano acaban en la basura. Un asunto preocupante que afecta al bienestar del planeta… y a nuestro bolsillo. Avanzar hacia el desperdicio cero es una cuestión ética y también de ahorro. Basta con cumplir con una serie de pautas
Alimentarse es una necesidad básica para poder vivir. Pero llenar la despensa cuesta dinero, y los sueldos y las situaciones familiares varían de un hogar a otro. De media, una familia de cuatro miembros gasta 381,5 euros mensuales en alimentos y bebidas no alcohólicas, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Este gasto –no incluye los desembolsos en restaurantes y la comida para llevar– es el segundo más elevado en la economía doméstica, después de los asociados a la vivienda (es decir, hipoteca o alquiler, junto al pago de suministros como luz, gas y agua).
El problema es que, en estos últimos meses, la cesta de la compra se ha encarecido de forma considerable debido a una suma de factores, entre ellos, la alta tasa de inflación. En este contexto de precios disparados, ahorrar se ha convertido en una prioridad. Y gestionar lo que nos gastamos en el supermercado es una buena manera de controlar el presupuesto familiar. Además, nos ayuda a evitar el derroche de recursos de manera innecesaria y a combatir el desperdicio alimentario, un problema que preocupa (con razón) a las autoridades de todo el mundo. En su Índice de desperdicio de alimentos 2021, la ONU denuncia que en el planeta se desechan cada año hasta 931 millones de toneladas de comida. Más de la mitad de esa cantidad (569 millones) procede de los hogares.
En España, cada habitante arrojó el año pasado al contenedor una media de 28,21 kilos de alimentos, según el Informe del Desperdicio Alimentario, que elabora el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. O lo que es lo mismo, hasta 1.245 millones de kilos de comida sin consumir acabaron en las bolsas de la basura. Pese a todo, el dato es un 8,6% menor que en 2020, lo que demuestra un cambio de hábito en los consumidores.
Que gran parte de esta pérdida de alimentos y bebidas ocurra en los domicilios se debe a varios motivos. Entre ellos, la mala planificación a la hora de adquirir la comida; un exceso en las compras (a menudo, influido por los tamaños de envases demasiado grandes); la confusión con la información que aparece en las etiquetas, relacionada con las fechas de consumo preferente y de caducidad, y un almacenamiento inadecuado.
Lo cierto es que tirar menos comida a la basura no solo reduce la pobreza y el hambre. También contribuye al ahorro y a combatir el cambio climático. Para hacernos una idea, el 7% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero procede del desperdicio alimentario, y casi el 30% de la tierra agrícola se utiliza para producir alimentos que nunca se consumirán. Razones más que poderosas para tomarse en serio el asunto.
Consejos para combatir el derroche
En ese sentido, uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) incluidos en la Agenda 2030 de la ONU es avanzar hacia un modelo de consumo y producción sostenibles (ODS número 12). Para lograrlo, esta institución insta a reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro. Y aquí, los consumidores tienen mucho que aportar. Porque avanzar hacia el desperdicio cero, tal y como demuestran los expertos, puede ser una importante fuente de ahorro con beneficios concretos para el planeta. Basta con cumplir con una serie de pautas sencillas para combatir este derroche obsceno de comida. Algunas ideas:
• Antes de dirigirse al supermercado, es recomendable planificar el menú semanal de manera equilibrada y comprar solo los alimentos que se vayan a consumir en los próximos días.
• No volverse loco a la hora de cocinar y preparar únicamente los platos que sepamos que nos vamos a comer. Para ello, es necesario ajustar las recetas al número de comensales. Y servir raciones adecuadas, sin quedarnos cortos, pero sin que tampoco haya demasiada cantidad. Eso sí, siempre es mejor repetir que tirar.
• Preparar una lista previa con los productos que vayamos a comprar en el super. Para eso, es muy útil revisar la despensa, el frigorífico y el congelador para no comprar de más, y apuntar lo prioritario. Siempre nos podemos dar un capricho, pero cuanto más nos ciñamos a lo que realmente necesitamos, mucho mejor.
• Conservar adecuadamente los alimentos. Para eso, es imprescindible consultar las etiquetas, ya que en ellas podemos conocer numerosa información sobre el producto que vamos a consumir (su fecha de caducidad, pautas de conservación, código Nutri-Score, entre otros).
• Apostar por los productos locales y de temporada, ya que favorecen el desarrollo de la economía local y el respeto por el entorno. Este consumo de kilómetro cero garantiza la autenticidad del origen de los alimentos. Muchos de ellos, al ser de temporada, son mucho más sabrosos y mantienen todas sus propiedades nutritivas. Y no tienen por qué ser más caros, todo lo contrario.
• Mantener la nevera limpia y organizada ayuda a que los alimentos se conserven mejor. Y si vemos que algún producto puede estropearse, siempre estamos a tiempo de cocinarlo y congelarlo.
• Comprar alimentos a granel facilita que solo se adquiera lo que realmente se va a consumir.
• Evitar comprar productos precocinados y pastelería industrial. Son caros y poco saludables.
• Aprovecharlo todo: las sobras sirven para hacer croquetas, sopas, cremas, postres… Las recetas de aprovechamiento son una práctica habitual en la cocina, ya que es la mejor forma de evitar tirar comida y dar a los alimentos una segunda oportunidad. Por ejemplo, si sobran verduras, se pueden utilizar para elaborar una salsa. Y la fruta muy madura es perfecta para añadir a un bizcocho o convertirla en compota. Solo es cuestión de pensar un poco.
• Comprar frutas y hortalizas feas: aunque su estética no nos llame la atención, estos alimentos tienen la misma calidad que el resto (y a mejor precio).
• Adquirir alimentos baratos y sanos, como las legumbres, la pasta y el arroz.
Todos estos pequeños gestos redundan a favor del desperdicio cero y favorecen el ahorro, tan necesario en estos tiempos repletos de incertidumbre económica. Precisamente el fomento de la sostenibilidad y del ahorro en los hogares son dos de las prioridades de EROSKI. Para promoverlo, la cadena de alimentación aplica descuentos que van desde el 10% al 40% en algunos productos frescos con fecha próxima de caducidad o de consumo preferente, y que son perfectamente aptos para llevarse a la boca. Es sencillo reconocer estos artículos en el supermercado, ya que incorporan una etiqueta de oferta y pueden solucionar la comida o la cena en días próximos. Otra posibilidad es comprar esas frutas y hortalizas feas, por su aspecto o su tamaño, a un precio más barato que el habitual en EROSKI. Lo notarás en el bolsillo, pero no en el paladar, porque su sabor es igual de rico que el resto de vegetales.
En definitiva, la cooperativa ofrece distintas opciones que demuestran que ahorrar, incluso en los momentos de mayores dificultades, siempre es posible. El truco es estar atento a las ofertas y promociones que ofrece la cadena de supermercados, pensar bien qué queremos llevar a la despensa y aprovechar la oportunidad de comprar buenos productos a un menor coste.