“Me acaban de robar en casa, ¿pueden ayudarme?”

La tecnología ha mejorado la capacidad de comunicación del ser humano, le ha permitido acceder a nuevas formas de educación y le ha facilitado acceso a información que antes era inimaginable. Los algoritmos y la inteligencia artificial están presentes en su vida a través de acciones tan cotidianas como hacer una transferencia bancaria o pedir cita para renovar el carné de identidad. En pocos años, y a una velocidad de vértigo, la digitalización ha modificado nuestra manera de interactuar, tanto con el entorno más cercano como con las administraciones públicas.

Buena parte de la población accede hoy a los servicios esenciales gracias a su manejo de herramientas tecnológicas, imprescindibles en algunos casos. Hoy día, muchos solo pisamos nuestro banco a través de una app digital, concertamos una visita con el médico usando la tarjeta sanitaria virtual o enviamos la declaración de la renta con un simple clic en el teléfono móvil que tenemos a mano.

La digitalización nos hace la vida más fácil. Nos ahorra tiempo, dinero, recursos. Los datos hablan por sí solos. En España, el 96% de su población es usuaria de Internet –bien a través de los teléfonos inteligentes o mediante ordenadores y tabletas–, según datos del Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI). Nadie está al margen de estas herramientas tecnológicas, de las nuevas aplicaciones digitales, de las redes sociales.

También pasa que, en ocasiones, esta tecnología no es suficiente para llevar a cabo determinadas acciones. Pese a que algunos estudios vaticinan que, en el año 2140, las máquinas jubilarán a los seres humanos en prácticamente la totalidad de los puestos de trabajo, lo cierto es que hay determinadas capacidades humanas que nunca sustituirán a los robots. La creatividad, el trabajo en equipo, la aportación social, la búsqueda del bien común y el ingenio son cualidades inherentes a la propia esencia de los seres humanos, que en última instancia son los encargados de programar a las máquinas.

Sucede lo mismo con la empatía y la comunicación personal. Estas características permiten anticiparse, comprender y crear un clima de confianza con los demás. El hecho de poder establecer puentes de comprensión entre los interlocutores es tremendamente útil cuando aparecen imprevistos en la vida de las personas. Es en esos momentos de dificultades cuando, más que nunca, es necesario saber que se puede contar con la ayuda de alguien. Ocurre, por ejemplo, en el hogar. Es allí donde se pasan más horas al día; donde transcurre la vida de las familias; donde se fortalecen los vínculos entre padres, hijos, hermanos; donde se trabaja (cada vez más, sobre todo a raíz de la pandemia) y estudia.

La vivienda es un espacio de felicidad que, a veces, puede ser escenario de incidentes indeseados. Por ejemplo, la mitad de los accidentes que sufren los niños son domésticos: golpes, caídas, intoxicaciones, quemaduras… Los domicilios particulares son, también, uno de los objetivos preferidos por los ladrones. En España se perpetran 310 robos diarios en pisos y casas. Las razones son obvias. Los delincuentes saben que aquí se encuentran desde joyas y dinero a electrodomésticos, ordenadores y objetos de valor que después revenderán en el mercado de segunda mano. Con las vacaciones a la vuelta de la esquina, son estos meses de verano cuando más probabilidades hay de sufrir un robo. Con las casas deshabitadas, los malhechores lo tienen más fácil.

Los seguros representan una de las herramientas más eficaces de protección ante las consecuencias más inesperadas de los riesgos. Están diseñados para ayudar al cliente cuando más lo necesita. Lo que ocurre es que el mundo de las coberturas puede resultar confuso. La mayoría de las pólizas son muy completas y cuentan con un gran número de coberturas que es necesario entender correctamente antes de su contratación. Por eso, no hay nada como poder recurrir a un profesional que dedique su tiempo a conocer bien cuáles son las necesidades reales de los asegurados y asesorarles lo mejor posible. Un buen ejemplo son los agentes que trabajan en la aseguradora GENERALI.

Su misión es responder a cualquier consulta que surja, sea cual sea y en el mismo momento en que aparezca. Entienden las circunstancias y los imprevistos a los que se enfrentan los usuarios y les ofrecen soluciones ajustadas a cada caso. Además, utilizan las últimas tecnologías para ofrecer un servicio rápido y eficiente, dando siempre prioridad al factor humano. También ayudan a resolver todas las dudas de sus usuarios, les proporcionan numerosa información útil y práctica y les explican los pasos a seguir para actuar ante un problema imprevisto. Ese trato humano, cercano y adaptado a las necesidades individuales de cada persona es una de las características de estos profesionales. Un ejemplo de estos escenarios es el proyecto Historias por las que merece la pena pararse, una serie de contenidos en el que los clientes de GENERALI cuentan imprevistos que sufrieron y cómo la aseguradora les ayudó de manera individual y personalizada.

El cliente decide cómo contactar con su agente. Puede hablar con él (o con ella) en persona o por una simple llamada de teléfono, mediante un mensaje de WhatsApp, por correo electrónico o, si lo prefiere, puede tramitar toda la gestión vía online, a través de la página web de GENERALI o de su app. Al fin y al cabo, este tipo de pequeños detalles son los que marcan la diferencia entre una y otra compañía.