Libertad, trato justo y ética. Así transforma Mercado Global la realidad de las mujeres en América Latina
A través de un programa de trabajo social dinámico y enfocado, este organismo sin fines de lucro busca mover de los ámbitos de desigualdad, a las mujeres indígenas de la región.
Para cambiar la desigualdad de género que aún impera en buena parte de América Latina es importante atender las problemáticas sistémicas, especialmente las relacionadas a la educación, las condiciones de trabajo y el acceso a oportunidades. De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), un elemento clave para comprender las brechas de género en el bienestar apunta al uso del tiempo y la distribución del trabajo no remunerado al interior de los hogares.
Tan sólo en 16 de los países de la región para los cuales hay datos disponibles, el tiempo de trabajo no remunerado de las mujeres mayores de 15 años casi duplica al que dedican los hombres a estas mismas actividades, según el organismo. Este escenario si bien hace visible la creciente participación femenina en distintos mercados, también alerta sobre la agudeza de múltiples problemáticas al interior de comunidades aún más desfavorecidas, como es el caso de los pueblos originarios, los entornos rurales y la población indígena.
Este panorama se ha confrontado además con los efectos negativos a nivel económico tras la pandemia. Tan sólo en Guatemala, país en donde el turismo representa el 6.2% de su Producto Interno Bruto (PIB), miles de negocios asociados a este sector han cerrado sus puertas de forma definitiva, minando también a las remesas, otra de las principales fuentes de ingresos del país.
Dentro de este desafiante contexto es que destaca especialmente la labor de iniciativas como la de Mercado Global, organismo sin fines de lucro con sede en Brooklyn, el cual busca transformar la vida de las mujeres indígenas y sus familias en Centroamérica, a partir de un estudio puntual y un plan de acción focalizado, en donde la educación y el comercio justo, sostenible y ético son motores vitales de cambio.
Por cerca de dos décadas, Mercado Global ha trabajado para hacerle frente a las problemáticas sistémicas de pobreza que enfrentan las mujeres indígenas de América Latina, quienes no han tenido las suficientes oportunidades económicas y educativas para alcanzar una situación financiera independiente. Esto bajo dos ideas fundamentales:
1. Que las mujeres indígenas, en lugar de ser víctimas de la pobreza, la falta de educación, el racismo y la misoginia, pueden ser algunas de las mejores empresarias rurales, a través de un trabajo conjunto mediante la venta de artesanías y productos domésticos, a minoristas de renombre internacional en el mercado de la moda.
2. Que el trabajo de cambio social es tan importante y complejo como para dejarlo sólo en manos del sector sin fines de lucro, por lo que Mercado Global considera eficaz el abordar los problemas a los que se enfrentan las personas, desde las distintas maneras de lograr un impacto positivo, a través de lo que éstas hacen en su día a día.
Sembrar educación, cosechar libertad
En menos de dos décadas, Mercado Global ha logrado cambios sustanciales al interior de los hogares de las artesanas y emprendedoras asociadas. Ejemplo de esto se encuentra en el programa emprendido en 2003, en torno al Lago de Atitlán, en Guatemala, iniciado con tan sólo unas pocas docenas de artesanas y que hoy atiende a casi mil mujeres en toda la región. La continuidad de esta iniciativa tiene previsto extenderse a Honduras y México en 2022.
Y esto no es todo. Gracias a las ventas de sus productos y a las donaciones de distintas fundaciones, empresas y particulares, el impacto positivo de Mercado Global puede dibujarse de forma clara. Actualmente, el 99% de los hijos de las artesanas asociadas se encuentra estudiando, frente al 35% de los niños de toda la región. Asimismo, tres cuartas de sus artesanas tienen acceso a una alimentación necesaria, mientras que la mitad de la población rural de Guatemala se enfrenta a la desnutrición crónica.
Detrás de este esfuerzo conjunto se encuentran miles de historias individuales que articulan y fortalecen un cambio sustancial. Tal es el ejemplo de Petronila, quien tras trabajar un año como artesana asociada pasó a la acción y fue elegida como presidenta de la cooperativa de Mercado Global dentro de su comunidad.
Posteriormente, cuando se abrió una Escuela de Campo de Mercado Global en las cercanías, con quince máquinas de coser industriales de última generación, Petronila logró inspirar y transmitir su experiencia a otras mujeres, gracias a una iniciativa de clases semanales gratuitas de costura para todas las mujeres de su comunidad, con énfasis en el apoyo a las viudas y las madres solteras.
“Quiero que las mujeres no tengan que depender de un hombre: pueden depender de sí mismas. (...). Con nuestro trabajo podemos mantener a nuestras familias. Mis hijos van a la escuela. Cada quetzal cuenta. A veces mi marido no tiene dinero y yo puedo dárselo. Puedo ayudar.”, asegura Petronila, quien como miles de mujeres en América Latina están encontrando su verdadero poder, convirtiéndose en líderes no sólo de sus propios hogares, sino dentro de sus comunidades.