Las ciudades buscan solución a la soledad no deseada que siente el 19% de los españoles
A la espera de una ley nacional, ayuntamientos como los de Getafe y Barcelona combaten con ingenio el aislamiento social
Consuelo Jerez, 79 años, ha dejado de pasar todo el día pijama. Como ocurre en el videorreportaje que acompaña esta noticia, sabe que en cualquier momento un sonido procedente del televisor le hará levantarse, con ayuda de un andador. En la pequeña sala de estar donde tiene instalada su televisión, sintonizará un canal que no está en ninguna parrilla televisiva y, a través de una videollamada, aparecerá Cristina Romero, psicóloga experta en mayores, con la que tendrá una sesión de terapia para combatir su soledad. El encuentro entre ambas es posible a través de uno de los 33 dispositivos que el Ayuntamiento de Getafe ha instalado en hogares de personas mayores, como parte de un proyecto piloto para combatir la soledad no deseada. Es un ejemplo del empeño de las corporaciones municipales por abordar un problema que afecta cada vez a más españoles: desde que comenzaron las restricciones de la pandemia, el porcentaje de españoles que asegura sentirse solos ha pasado del 11,6% al 18,8%, según un estudio del Joint Research Centre (JRC) de la Comisión Europea, difundido en julio.
El gobierno central tiene ya un borrador para su Estrategia Nacional contra la soledad no deseada de las personas mayores, que ha trasladado al Consejo Estatal de personas mayores y a las comunidades autónomas. Pero mientras, quienes tratan de acompañar a los que rara vez están acompañados son corporaciones como Barcelona, donde el 40% de las personas mayores de 85 años viven solas. En 2008, los servicios sociales del Ayuntamiento pusieron en marcha el proyecto Radars, un programa que conecta a voluntarios con personas solas. Lázaro González, presidente la de la Asociación Contra la Soledad, reclama en este videorreportaje una estrategia nacional para combatir un problema que afecta al 7% de los españoles, según los últimos datos de la Encuesta Social Europea, y pone como ejemplo de buenas prácticas a Reino Unido.
