“Los artículos me espolean”
Eugenia Castilla, una de las más recientes suscriptoras del diario en papel responde a la pregunta "Y tú qué piensas" dentro de la campaña de marca
Quiso ser periodista, pero sus padres —ingeniero y veterinaria— le recomendaron estudiar otra cosa con el argumento de que periodista se puede ser siempre. Mal empezamos. Después de hacer Bachillerato en Canadá y empezar allí Políticas, volvió a España, estudió Derecho Comunitario y, recién licenciada, ahora oposita a Técnico de la Administración del Estado. Se suscribió a EL PAÍS hace poco por obligación y devoción. Ya lo leía en su versión digital, pero en su oposición se exige un conocimiento profundo de la actualidad y el papel le ofrece, dice, una visión “ordenada, completa y contextualizada” de lo que ocurre. Llega a la redacción más entusiasta que la entrevistadora y encaja con humor las preguntas. Igual es que aún le pica el gusanillo del oficio.
Pocos jóvenes leen EL PAÍS en papel. ¿Es usted un ave rara?
Un poco, sí. No conozco a nadie de mi edad suscrito. Pero así lo leo entero, y no me distraigo con notificaciones del móvil ni titulares-anzuelo. Todos los medios abusan, vosotros también, pero así no lees el artículo, te quedas con el título, no te enteras y no sabes de qué estás hablando.
¿Por dónde empieza a leer?
Por la sección de Internacional, porque me da una idea global de lo que pasa y de su contexto. EL PAÍS me explica el mundo. Pero lo que más disfruto es la opinión. Los artículos me espolean, me emocionan, me hacen pensar.
¿Qué le gusta y qué le disgusta de El PAÍS? Denos lo nuestro.
Me gusta que es progresista, no solo ideológicamente, sino también porque intenta avanzar en asuntos que definen esta época: feminismo, cambio climático, desigualdad. No me gusta, precisamente, su marcado eje ideológico. Echo de menos voces discrepantes, más debate sobre los temas.
¿Se cree las fake-news? ¿Cual es su vacuna frente a los bulos?
¿Y tú qué piensas?
Eugenia Castilla (Madrid, 1995) es una de las suscriptoras más recientes de la edición de papel. Ni es representativa del lector tipo ni deja de serlo. Como todos, tiene opinión sobre el medio y el mensaje. Aquí responde a la pregunta de la campaña de EL PAÍS.
Alguna me he tragado. Tendemos a creernos lo que nos gusta. Se requiere esfuerzo. El antídoto es tener varias fuentes, varios puntos de vista, variar el objetivo. No leer solo lo que te refuerza.
¿Por qué oposita una a los 23?
No quiero vivir para trabajar. En Derecho, tienes que trabajar doce horas diarias durante diez años si quieres ser alguien. El tiempo es de lo único que somos dueños. Soy idealista, no quiero trabajar para una multinacional. Creo que el auge de los nacionalismos y los populismos tiene que ver con que los gobiernos no están respondiendo a las quejas y a la poca protección que tenemos los ciudadanos frente al poder de las grandes empresas digitales.
Muchos de sus coetáneos trabajan tanto o más por mucho menos.
Cierto, soy una privigilegiada. Por el color de mi piel, por estatus económico y social. Por todo. No me considero muy representativa de mi generación, pero tampoco marciana. Soy quien soy, pero eso no quita para que vea la precariedad y lo incierto del futuro.
A los 23, no es ni 'millennial' ni 'generación Z' pura. ¿Cómo se ven a a sí misma y a sus pares?
Somos estoicos exhibicionistas: idealistas, solidarios y comprometidos en teoría, pero también vagos. Pocos actuan. La mayoría se dedica a exhibir lo que hace y lo que no en las redes. Una cosa es tuitear “todos somos lo que sea”, y otra pringarse. Somos la generación del postureo.
En Instagram parecen todos contentísimos. ¿Se considera feliz?
Sí, la verdad. Pero hasta yo tengo libros de autoayuda. Hay presión por ser feliz constantemente. La pandemia actual es la búsqueda de la felicidad, no toleramos los cambios de estado de ánimo. Igual tenemos que asumir que no se puede ser feliz siempre. Que te puede ir muy bien o muy mal, objetivamente, y puedes estar feliz, o no. Y que no pasa nada.
Con una oposición a cuatro años ¿no se aburre que se mata?
Mucho. Pero opositando te das cuenta también de que mi generación ha tenido la suerte de viajar mucho, de tener muchas experiencias, de hacer puenting, rafting, de todo. Vivimos tan en calma en los paises ricos que necesitamos subidones de adrenalina, no valoramos la estabilidad y la confundimos con aburrimiento.
Cuénteme alguno de sus problemas del primer mundo.
Va a parecer absurdo, pero siempre he tenido pareja y, por primera vez, estoy soltera. Intenté usar Tinder y no me gustó nada. La gente va a venderse, es una especie de mercado donde vendes un producto. Mi gran problema del primer mundo es encontrar gente afin de modo natural sin recurrir a las redes sociales.
¿A los 23 años y ya en Tinder? Pronto empezamos.
Pues sí. Es un panorama, pero es lo que hay. Igual que la gente no tiene paciencia para leer el periódico ni un libro, tampoco la tiene para establecer conversaciones y relaciones reales. Lo quiere todo, y lo quiere ya.
Parece tan pluscuamperfecta... ¿La soportan sus amigos?
Pues sí, aunque parezca mentira, tengo amigos con intereses parecidos. Puede que haya más gente de mi edad a quienes les guste más seguir a las Kardashian, pero a mí me interesa más lo que pasa en Venezuela, por ejemplo. Nadie es perfecto.
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