9 fotos9 veces que el turismo masivo nos hizo perder la fe en la humanidadPeleas en la Fontana di Trevi por un selfie, caos y destrucción en granjas por conseguir la foto perfecta son algunas de las ideas del turismo... S MODA 17 ago 2018 - 01:59CESTWhatsappFacebookTwitterLinkedinBlueskyCopiar enlaceA tortazos en la Fontana di Trevi por conseguir el 'selfie' perfecto. Pasó el 8 de agosto en uno de los monumentos más visitados de Roma. Dos turistas, una de nacionalidad holandesa y otra italo-americana, intentaban hacerse un selfie en primera línea de la fuente. Querer el mismo hueco les llevó a pelearse frente a una multitud atónita –a la trifulca se unieron seis personas de las dos familias implicadas– hasta que intervino la policía. Un turista español grabó un vídeo en el que se puede apreciar la bronca. Las dos mujeres acabaron en comisaría.Un castro milenario convertido en merendero. Según informaba esta misma semana La Voz de Galicia, el castro de Santa Trega, un monumento artístico nacional en la provincia de Pontevedra situado a 341 metros de altura y cuyo asentamiento se remonta al siglo I a.C., se había convertido en un merendero popular asaltado por decenas de turistas que decidieron utilizar este enclave de valor arquitectónico milenario como picnic personal. Todo ocurrió el pasado domingo, cuando se levantó el precio de un euro que se paga para acceder al parking del recinto por ser festivo (Festa do Monte). Las instantáneas han levantado una oleada de indignación en las redes.Twitter/ @MaltratoPaisaxeMejor foto con falso skyline y sin polución que en el entorno real. En diciembre de 2017, los turistas preferían hacerse fotos frente a un falso horizonte que emulaba el skyline real del puerto de Hong Kong porque la instantánea impresa era mucho más luminosa y no parecía afectada por la polución que asola el enclave.PHILIPPE LOPEZ (AFP/Getty Images)Selfies en el monumento por las víctimas del Holocausto. El artista Shahak Shapira viralizó con gran éxito esta serie de montajes fotográficos tras hartarse de ver en redes sociales selfies en el espacio contruido en Berlín para recordar a las víctimas del Holocausto. Su proyecto, Yolocaust, consiguió tal revuelo mediático que las doce personas que aparecían en él (Shapira tomó sus fotos de la red), entendieron la problemática de su imagen, pidieron disculpas y retiraron las imágenes de las redes.El desfase turístico provoca el cierre de La Playa de Leo DiCaprio en Tailandia. En la película de Danny Boyle del año 2000 este escenario representaba un oasis de libertad y hedonismo. Dieciocho años después, el gobierno de Tailandia ha tenido que cerrar al turismo Maya Bay, la playa que aparecía en la película, con la esperanza de que el coral pueda regenerarse tras el alud de visitantes, embarcaciones y basura de los últimos años.Windofchange64 (Getty Images)Miedo y caos en la granja de girasoles a la búsqueda de la foto para Instagram. Hasta 7.000 coches se llegaron a congregar en el parking de la granja Bogle de Ontario (Canadá) hace unas semanas. Y todo por hacerse una foto junto a un campo de girasoles. La fiebre del selfie ataca ahora a este escenario veraniego, y según desvela The National Post, ha convertido los campos de Ontario en una zona de combate donde los granjeros tienen que lidiar con hordas de usuarios de Instagram dispuestos a hacerse un selfie en sus tierras cueste lo que cueste. El caso de la familia Bogle, dedicada al cultivo de girasoles durante más de seis generaciones, ha sido el que más alarma ha despertado. La familia, propietaria del mayor campo de girasoles de Canadá, decidió ganar un poco más de dinero abriendo sus tierras al público durante las semanas que esta planta herbácea florece. La idea ya ha sido desechada, obviamente, después de que “todo Toronto se presentase aquí”, como contó Barry Bogle al Globe and Mail. Los granjeros habían contratado ocho trabajadores más y colocado dos baños portátiles, pero la cosa se fue de madre hace unas semanas. Las fotos de su campo de girasoles eran las reinas de Instagram y los urbanitas decidieron conducir hasta el lugar del momento para conseguir su venerado selfie. A partir de las diez de la mañana su zona se empezó a colapsar y los visitantes llegaron a aparcar a kilómetros de distancia. Los trabajadores intentaron controlar a los visitantes, pero cientos de personas se colaron sin pagar y otros tantos dejaron sus tierras repletas de basura. La situación es similar en otros campos de girasoles del país. Según recoge The Guardian, un granjero de Manitoba ha contabilizado unos 2.000 intrusos en sus tierras para hacerse fotos.La basura inunda el paraíso de las lunas de miel. La isla de Boracay, en Filipinas, se cerró el pasado mes de abril al turismo. El presidente Rodrigo Duterte, que calificó las aguas como "una cloaca", ordenó el cierre de este destino vacacional para construir una planta de tratamiento de aguas servidas, debido a que los hoteles y la comunidad que vive allí habrían contaminado indiscriminadamente el mar, según las denuncias institucionales. El cierre está previsto hasta el mes de septiembre.Aporofobia en turistas en Benidorm. Pasó a prinicipios de agosto: un grupo de turistas ingleses que celebraba una despedida de soltero utilizó a un joven polaco sin hogar como blanco de sus mofas y le pagaron 100 euros por tatuarse el nombre de la novia en la frente. La historia fue denunciada públicamente por la Asociación de Comerciantes Británicos de Benidorm.Pide que le devuelvan el dinero de sus vacaciones porque "había demasiados españoles" en Benidorm. Las vacaciones de Freda Jackson en Benidorm fueron un desastre. Por ello la turista, de 81 años, ha remitido una carta a la agencia de viajes Thomas Cook para reclamar que le devuelvan el dinero que gastó en mayo para pasar unos días a la localidad alicantina. La mujer ha pedido el reembolso de los más de 1.200 euros que ella y su acompañante pagaron por el viaje, según ha adelantado este lunes el diario Lancashire Telegraph. La mujer, con problemas de movilidad, no fue avisada de que tendría que subir y bajar escalones en sus accesos al hotel y además ha lamentado la "grosería" de los clientes españoles con los que compartía hotel, que le ponían "de los nervios". La turista inglesa se queja de que su estancia de dos semanas en España ha sido arruinada porque había “demasiados españoles” en su hotel. Jackson ha añadido que los españoles deberían irse a otro lugar en sus vacaciones.