¿De verdad dice la OMS que las bebidas vegetales son peligrosas?

Algunos medios han advertido de un supuesto riesgo al consumir estos productos que sustituyen a los lácteos

Una joven consulta la información de un cartón de leche en un supermercado.Oscar Wong (Getty Images)

En las últimas semanas, se han publicado noticias de que “la OMS advierte de los riesgos de consumir bebidas vegetales”, que dicho así pareciera que estos productos contuvieran algún ingrediente especialmente dañino para la salud. Sin embargo, no deja de ser otra carambola de algunos medios para conseguir visitas empleando un titular llamativo, porque lo cierto es que la Organización Mundial de la Salud (OMS) no ha dicho eso, ni remotamente.

La OMS se ha preocupado por la ingesta de yodo de la población europea. Este mineral es de vital importancia para el correcto desarrollo del cerebro durante la gestación, y también en la prevención de algunas afecciones tiroideas en la edad adulta. Para responder a la pregunta de qué tiene que ver esa preocupación sobre el yodo con las bebidas vegetales, y de dónde vienen esos titulares, conviene desgranar un poco mejor el asunto.

A finales de junio, la OMS publicó un informe realizado juntamente con la Iodine Global Network titulado Prevención y control de la deficiencia de yodo en la Región Europea de la OMS. Adaptando los cambios en la dieta y el estilo de vida. Es un informe extenso, de más de 120 páginas, que desgrana el estatus de la población europea con respecto al yodo, especialmente en aquellos grupos más vulnerables como las mujeres embarazadas o la infancia. Revisa también las diferentes legislaciones europeas acerca de la yodación de la sal y las prácticas de la industria alimentaria.

Con ello, analiza cómo las estrategias adoptadas años atrás para cubrir requerimientos de yodo de la región pueden necesitar de una revisión, para adaptarse a los cambios que se han ido produciendo en la sociedad y en sus hábitos de consumo.

¿Qué tiene que ver el yodo?

Resulta que los lácteos, junto al pescado y la sal yodada, son las principales fuentes de yodo para la población europea, según nos indica el informe. La presencia de los lácteos en esa lista responde a que el pienso con el que se alimenta a las vacas está enriquecido con yodo, tal y como podemos leer incluso en la nota de prensa redactada por la OMS. Concretamente, en España los lácteos son la segunda fuente de yodo, siendo la primera, la sal yodada y la tercera, el pescado y marisco.

Es decir, las dos principales fuentes de yodo de la población europea y española provienen de la suplementación con este mineral, bien a la sal, bien al pienso que alimenta a las vacas. Al estar reduciéndose el consumo de lácteos, especialmente en las mujeres, se compromete la ingesta de yodo, por ser una de las fuentes principales.

Y sucede que ese hueco dejado por los lácteos está siendo ocupado en muchas ocasiones por bebidas vegetales que no están suplementadas con yodo. De ahí los titulares-carambola que hemos estado viendo acerca del peligro de las bebidas vegetales.

¿Aumentamos el consumo de leche?

Atendiendo a criterios de sostenibilidad y de reducción de la explotación animal, la mejor propuesta desde luego no sería repuntar el consumo de lácteos. De hecho, las recomendaciones más actualizadas van en sentido contrario. Sin ir más lejos, en España, el Informe del Comité Científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) sobre recomendaciones dietéticas sostenibles y recomendaciones de actividad física para la población española de 2022, que sería la referencia actualmente vigente, dice, textualmente, en su página 26: “Debido al elevado impacto ambiental de estos alimentos, se sugiere reducir el número de raciones diarias de lácteos si se consumen otros alimentos de origen animal”.

Una acción sencilla y mucho más alineada con la situación actual sería suplementar con yodo las bebidas vegetales, como se hace con el pienso y con la sal, para que cuando ocupen el lugar de la leche de vaca, la ingesta de yodo se siga manteniendo. Y así lo recoge también el informe que nos ocupa.

Y, sobre todo, sal yodada

En esta polémica, no hay que perder de vista que una de las medidas más eficientes, sencillas y económicas para evitar el déficit de yodo es el uso de sal yodada. Esta sigue siendo la principal recomendación en nuestro país y en gran parte de Europa, y así lo recomienda también la OMS.

La sal yodada se encuentra en prácticamente todos los establecimientos de venta de productos de alimentación, a pesar de que en España su yodación es voluntaria y por eso solo el 29% de la sal que se vende está yodada. Para asegurarnos de elegirla bien, es importante fijarnos que lo indica en el paquete específicamente. Es lo único que nos garantiza que lleva la cantidad de yodo adecuada. Otras presentaciones comerciales, como sal marina o sal artesana, no son fuente segura de yodo porque este mineral se elimina o se degrada en gran parte en el proceso de limpiado y acondicionado de la sal previo a su envasado para la venta. Y si esa sal no se yoda tras ese proceso, no contendrá yodo o lo contendrá en cantidad insuficiente.

Es importante señalar que, en la industria alimentaria, no se usa sal yodada en nuestro país (en los productos elaborados), así que si cocinamos poco y tiramos mucho de producto precocinado, procesado o ultraprocesado, probablemente nuestra ingesta de sal será demasiado alta porque son productos ricos en sal, pero no nos aportará yodo. Cocinar en casa con producto fresco y la sal justa y yodada es un buen consejo, no solo para el tema que nos ocupa, sino también para mejorar nuestra dieta en general.

En el caso de las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, las recomendaciones indican que para asegurarnos de cubrir sus requerimientos aumentados de yodo, puede ser prudente pautar un suplemento de yoduro potásico en aquellas con una ingesta inferior a tres raciones diarias de lácteos y dos gramos de sal yodada. Muchos de los suplementos prenatales de ácido fólico, que se aconsejan de manera universal a las embarazadas o en búsqueda de embarazo, llevan incorporado el yodo.

Algo que no debemos hacer es recurrir al consumo de algas como fuente de yodo, ya que su contenido en ese mineral es imprevisible y a menudo exageradamente alto, pudiendo causar problemas por exceso. La AESAN recomienda evitar su consumo en población infantil y en mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, así como a las personas con disfunción tiroidea.

Las bebidas vegetales, sin azúcar

Llegados a este punto creo que podemos estar de acuerdo que reducir esas indicaciones a que “las bebidas vegetales son un riesgo” no es una afirmación fiel a la verdad, ni tampoco informa sobre el tema de manera adecuada.

El porqué este mensaje se ha trasladado de manera tan poco rigurosa e incluso tergiversada es algo que desconozco. Quizá la gran capacidad de presión del lobby lácteo sobre los medios de comunicación, por lo que invierte en publicidad y en reportajes patrocinados, pueda tener algo que ver en cómo se ha enfocado la información.

Si somos consumidores de bebidas vegetales, el consejo es elegirlas sin azúcar añadido. Y si queremos sustituir nutricionalmente la leche de vaca, pues mejor las de soja y enriquecidas en calcio. En este video que grabé para El Comidista damos todas las claves para hacer una buena elección en esta gama de productos.

Es una buena noticia que el consumo de productos de origen animal esté bajando y es un objetivo de los principales organismos competentes que esto suceda. Para muestra, las recomendaciones de alimentación a la población española de las que hemos hablado antes, que están alineadas con la evidencia científica reciente. Por tanto, es normal que las estrategias de salud pública en materia de nutrición se tengan que ir adaptando a los cambios en el consumo de la población a la que se dirigen y que la OMS se preocupe por señalarlo.

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