El asma, cómo atajar una enfermedad en progresión
Una de las patologías respiratorias más prevalentes del mundo crece en intensidad a causa del empeoramiento de la calidad del aire. El diagnóstico precoz es clave para controlar esta enfermedad crónica que en España afecta ya al doble de niños que de adultos
La vida de Irantzu Muerza (Bilbao, 43 años) requiere de mucha planificación: una simple visita a casa de amigos o una comida en un restaurante le puede costar un grave ataque de asma e, incluso, un ingreso hospitalario. Porque los desencadenantes de esta enfermedad respiratoria crónica son múltiples y, muchos de ellos, cada vez más presentes: “Desde el polen, la contaminación o el polvo hasta cosas como el olor de la fritura, ambientadores o algunos tipos de muebles”, detalla esta bilbaína, responsable también del Área de Asma de la Federación Española de Asociaciones de Pacientes Alérgicos y con Enfermedades Respiratorias (Fenaer). “Padecer asma, en mi caso de manera grave, me ha condicionado totalmente la vida, y no solo por el cuidado que debo tener continuamente, sino por el miedo que me da acabar intubada, como me ocurrió dos veces el año pasado”, cuenta Muerza.
El asma es una de las enfermedades respiratorias más prevalentes del mundo. Más de 260 millones de personas la padecen, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aunque podrían ser muchos más ya que faltan criterios unitarios para designar la enfermedad y un recuento más exhaustivo, como explican los expertos. En el caso de España, el porcentaje de personas asmáticas es de cerca del 6,4% de la población, según la última actualización de datos de 2021 a cargo de Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ).
El cambio climático y otros factores ambientales como la contaminación están exacerbando la enfermedad a nivel global y, en consecuencia, empeorando la calidad de vida de quien la padece.
Una reacción inmunitaria de causas desconocidas
Como explica Joaquín Sastre, jefe del Servicio de Alergología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz (Madrid), el asma es una reacción inmunitaria de origen desconocido: “No sabemos por qué nuestro sistema inmunitario decide, de repente, que elementos naturales que han convivido desde siempre con nosotros biológicamente hablando suponen un peligro”, expone el alergólogo, que precisa: “Sí sabemos que hay más predisposición a desarrollar esta patología si se tiene otro tipo de alergias, por antecedentes familiares o al padecer otras enfermedades como la obesidad”.
Los síntomas respiratorios asociados al asma no son exclusivos de él, sino que se suelen dar cuando hay un “broncoespasmo”, algo que, además, también se puede producir a causa de otra afección pulmonar, como explica Luis Manuel Entrenas, jefe del Servicio de Neumología del Hospital Quirónsalud Córdoba. Por eso, para él es necesario conocer los síntomas y acudir al médico ante la menor sospecha: “Mediante una espirometría -evaluación de la capacidad pulmonar- y otras pruebas, el especialista será el que determine si es asma”, añade.
El neumólogo insiste en la importancia de acudir a las revisiones periódicas cuando ya existe diagnóstico porque de ellas depende el control de la enfermedad: “Un asmático no tiene por qué tener síntomas si se le pauta el tratamiento correcto y lo toma con regularidad”, apunta el doctor Entrenas. “Es crucial para evitar el deterioro de la salud respiratoria del paciente”, asegura.
Los tipos de asma y sus desencadenantes
Irantzu Muerza vivió 20 años sin saber que tenía asma. Aunque siempre se sentía fatigada y a veces tenía fuertes ataques de tos y presión en el pecho, su médico de cabecera trataba aquellos episodios como una bronquitis recurrente. “En 2018, tuve un ataque grave y acabé en urgencias. Allí mismo, tras las pruebas pertinentes, me dijeron que padecía asma grave”, cuenta. El infradiagnóstico del asma es un grave problema para aquellos que lo padecen y no reciben el tratamiento adecuado: “Es fundamental saber qué tipo de asma que tiene el paciente y los desencadenantes para adaptar la medicación”, apunta el doctor Entrenas.
El asma se clasifica en varias categorías según diferentes aspectos como la frecuencia de los síntomas diurnos y nocturnos, la capacidad pulmonar, la limitación de la actividad y el empeoramiento o exacerbación de la enfermedad. De esta forma, un paciente puede padecer asma intermitente, asma persistente leve, persistente moderado o persistente grave.
Desde organismos como Separ alertan del incremento de la gravedad de la enfermedad debido a factores ambientales como la contaminación. José Gregorio Soto, coordinador del área de asma de Separ, afirma que la polución de las ciudades está demostrando especialmente ser un gran agravante del asma: “Los picos de mayor contaminación coinciden con un aumento de los ingresos por crisis asmáticas”, apunta el facultativo.
Estudios como el publicado en la revista Science of The Total Environment en 2019 demuestra esta relación de empeoramiento y señala que, en el caso de los niños de 0 a 4 años, es causa directa de la enfermedad: “A esas edades el tejido bronquial es más vulnerable y las partículas de contaminación pueden romperlo”, explica el doctor Soto. De hecho, y como se indican en los datos señalados más arriba, en España los niños asmáticos duplican en porcentaje a los adultos.
El asma en espacios interiores
A esto se añade el cambio climático, que está derivando en falta de lluvias y mayores periodos de polen en el ambiente: “Ya estamos observando las consecuencias ambientales para los asmáticos alérgicos de aspectos como el alargamiento del periodo de polinización, que ha pasado de los tres meses de la primavera a más de seis”, señala el jefe del Servicio de Alergología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz. “Es importante conocer a qué tipos de pólenes somos alérgicos, evitar esas zonas y contar con la medicación más adecuada, tanto de inhaladores broncodilatadores como antihistamínicos”, añade.
La responsable de Fenaer añade que hay que tener en cuenta la calidad del aire diariamente. Normalmente, las aplicaciones móviles de meteorología disponen de esa información. “Especialmente si vivimos en las ciudades, para evitar salir en los picos de mayor concentración de tráfico o de niveles de polen. Si tenemos que hacerlo, la mascarilla es nuestra mejor aliada”, señala Muerza.
La calidad del aire es un aspecto fundamental también en interiores. Como apunta el doctor Sastre: “La contaminación biológica en interiores es un gran desencadenante del asma”. La humedad y el moho, el polvo y la suciedad, vapores y humos de cocina, insecticidas, productos de limpieza y belleza o ambientadores entrañan un gran peligro para los asmáticos.
Desde las asociaciones de pacientes de asma y otras patologías respiratorias reivindican una mayor concienciación social sobre la enfermedad. “Que se conozca realmente cómo condiciona nuestra calidad de vida”, señala la representante de Fenaer. Y concluye: “Necesitamos de manera urgente que se legisle para evitar que lleguemos a un escenario climático que empeore la salud de las personas con asma”.