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CRIMEN EN EL CONSISTORIO (I)

Polop, el pueblo en el que gana las elecciones la impunidad

El asesinato del alcalde Alejandro Ponsoda (PP) hace 11 años descompuso a los populares que, ahora, con el crimen sin juzgar y los sospechosos libres, vuelven a tener posibilidades

Patricia Ortega Dolz
En el centro de la imagen, Agustín Almodóbar, candidato del PP al Congreso de los Diputados.
En el centro de la imagen, Agustín Almodóbar, candidato del PP al Congreso de los Diputados.

En España hay tres pueblos en los que a las elecciones no concurren solo los candidatos vivos sino también los difuntos. En Polop (Alicante), Fago (Huesca) y Llanes (Asturias) fueron brutalmente asesinados alcaldes y concejales. En algunos casos, como en Polop, pese a que los hechos se produjeron hace más de una década, siguen sin ser juzgados y los sospechosos conviven difícilmente con los familiares de las víctimas separados por un silencio colectivo que sigue siendo ensordecedor. En otros casos, como en Fago y en Llanes, el crimen condiciona la vida social del pueblo y también sus elecciones. Son pueblos marcados en los que otras variables afectarán a los resultados de los comicios de este domingo.

A la entrada del ayuntamiento de Polop de la Marina (Alicante), en el registro, está María Ponsoda, la hija menor de Alejandro Ponsoda Bou, el alcalde del PP acribillado a tiros en la puerta de su casa el 19 de octubre de 2007. Amablemente atiende a los recién llegados y les da las indicaciones oportunas. Lo hacía antes de que mataran a su padre y lo sigue haciendo hoy, en un pueblo de 4.800 almas que continúa su vida dividido por aquel crimen que aún no ha sido juzgado y del que nadie quiere hablar porque “no está nada claro”.

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Aquel asesinato a quemarropa, hacia las 21.30 de un viernes, hizo trizas al PP, que se descompuso en tres partes; y el PSOE de Gabriel Fernández, actual regidor, se alzó con el poder en las elecciones de 2011, apoyado incluso por una de esas facciones en las que quedaron divididos los populares. Sin embargo, ahora, casi 12 años después, cuando el PP pierde terreno en toda España, los populares de Polop, parecen haberse "limpiado" y obtenido el perdón del pueblo, y vuelven a tener posibilidades de sumar votos (algo más de un millar de papeletas suponen la mayoría).

La impunidad del crimen parece haber acostumbrado muchos de los ojos del pueblo a cruzarse con los del presunto culpable/inductor del asesinato: el empleado de banca y exconcejal de urbanismo Juan Cano, teniente de alcalde por aquel entonces y sustituto de Ponsoda como regidor tras su muerte. Tiene su gestoría en la esquina de una galería comercial próxima al consistorio. Allí, al fondo de un local desangelado, un hombre enjuto, tras una mesa de despacho, un ordenador y un paquete de tabaco negro que fuma mientras masculla palabras en su soledad. Tiene 62 años, levanta la cabeza, apunta al visitante con un ojo estrábico: “No tengo nada que decir, váyase, no me obligue a ser maleducado”, espeta mientras enciende otro pitillo.

Estuvo ocho meses en la cárcel de Villena, después de haber sido detenido en 2009 por agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, que le consideran autor intelectual de un asesinato planeado en la trastienda de un puticlub de las afueras de Benidorm, y ejecutado (por encargo) por unos matones de discoteca. El móvil: el rencor por haber sido un impedimento para sus fines políticos y urbanísticos. En palabras de la Fiscalía, que le pide 25 años, Cano "sentía animadversión por Ponsoda por su cargo (...) y actuó con la idea de acabar con su vida".

Pero las pruebas presentadas, que apuntan a una trama urbanística y que se sustentan fundamentalmente en el testimonio de un portero de locales de alterne –hoy testigo protegido-- al que supuestamente habrían ofrecido 35.000 euros por matar a Ponsoda, han llevado a los jueces a dejar en libertad a los siete encausados: Cano, el dueño y el gerente del burdel (club Mesalina), un empresario local del sector del calzado, dos “sicarios” checos y un narcotraficante extremeño, a la espera de un juicio con jurado popular que la semana pasada anunciaron que presumiblemente se celebrará entre el 13 y el 29 de enero de 2020. “Cada cuatro años lo anuncian”, dice Fernández, el actual alcalde socialista con negocios en el sector de la alimentación, que no hizo ni pegada de carteles la víspera del comienzo de campaña y que, como todos, prefiere no mojarse: “Ese es un asunto judicial".

Aunque las familias de víctima y presunto culpable siguen enfrentadas, el resto del pueblo vive parapetado por la inacción judicial y se ha acostumbrado a vivir con la incertidumbre de un crimen político sin resolver: “Como no se sabe, no se sabe”, responden huidizos por la calle.

Entretanto, el PP “se ha limpiado” de todo lo que olía a Juan Cano, de la mano de su presidente Antonio Pastor: “Si me ve, se cruza de acera”, asegura. Su reciente renuncia ha puesto al frente del grupo a su segundo, el joven Susmozas, un chaval de Nuevas Generaciones, militante del partido desde su adolescencia, “cachorro” de Cano y amigo de sus hijas en sus inicios; y también amigo y compañero de las hijas de Ponsoda en su juventud, “conocido por todos, porque a todos les ha arreglado algo”, ya que regenta la fontanería de su padre, justo en la otra punta de la galería comercial donde está la gestoría de Cano. Un tipo templado, de verbo pausado y firme, que estudió Ingeniería Industrial fuera y volvió “para crecer y hacer crecer el pueblo”, que como la mayoría de la zona vive de dar servicio y abastecer a Benidorm. Está convencido de que, a la tercera (lista electoral), va la vencida. Puede que así sea, pero quien realmente gana o pierde las elecciones en Polop desde el asesinato de su alcalde sigue siendo la impunidad.

Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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