La cabra Ivana
Por la calle Triana de Las Palmas de Gran Canaria se pasea a diario un señor con una cabra, de nombre Ivana, que se ha hecho famosa
Convencido de que los países se ven mejor desde las orillas, empiezo estos apuntes preelectorales desde el lugar más lejano donde se puede situar un español sin salir de España: Canarias, la ultraperiferia, casi ultramar, donde todo se analiza recurriendo a un polisílabo: insularidad. Es una palabra más neutra y correcta que lejanía, pero menos poética. De las islas, piensan aquí, solo se acuerdan en campaña. Claro que eso lo piensan también en Albacete y hasta en Segovia, que están a dos pasos de Madrid, pero en Canarias lo piensan más a menudo.
Por la calle Triana de Las Palmas de Gran Canaria se pasea a diario un señor con una cabra, de nombre Ivana, que se ha hecho famosa. Hay vídeos en Youtube y ha protagonizado muchas historias en la prensa local, pero yo no me la he cruzado, aunque me he hecho el encontradizo, calle arriba, calle abajo. La cabra es la mascota del señor que la pasea, que la tiene en un piso del barrio de Vegueta, pero parece que se va a convertir en la mascota de toda la ciudad, eclipsando, en primer lugar, a los candidatos.
Pablo Casado, por ejemplo, anduvo esta semana saltando de isla en isla (hasta cuatro visitó) y no cayó ni la mitad de simpático que Ivana. De la cabra no se habrían cachondeado los alumnos de la Universidad de La Laguna (aunque estén en otra isla y la cabra, canariona ella, no tenga por qué gustar en Tenerife) que regalaron al líder del Partido Popular un título de Cosmología, Astrofísica y Astrología.
Según cómo evolucione la campaña canaria, algunos partidos lamentarán no haber fichado a Ivana para encabezar su lista. Coalición Canaria, sin ir más lejos, que, pese a controlar el Gobierno de las islas y ser el segundo partido del parlamento autonómico, puede quedarse sin escaño en el Congreso, según las encuestas. A Casado no le va mucho mejor: el motivo de su viaje fue la caída en barrena en los sondeos, que auguran un adelantamiento por la izquierda del PSOE, que ya es la primera fuerza en el Parlamento regional y podría quedarse con 6 de los 15 escaños que se juegan en el archipiélago, mientras que el PP se quedaría con 3 o 4.
Todo esto da igual, no solo porque la popularidad de Ivana pueda hacer estériles los esfuerzos de los jefes de campaña por acaparar la atención pública, sino porque la política canaria es un galimatías incomprensible para los peninsulares de visita: una mezcla de nacionalismo fuerte —no menos vehemente que el catalán o el vasco—, intereses oportunistas cruzados en la relación con Madrid y búsqueda de un lugar estratégico en el mundo en mitad del Atlántico, entre el turismo y los barcos de contenedores. Son tantos los actores y los factores, que los augurios se vuelven aquí más inútiles que en la piel de toro. Lo único cierto es que mañana, Ivana paseará por el barrio de Vegueta, en olor de multitudes.
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