¿Por qué ganó la derecha en Andalucía?
Politólogos, sociólogos y dirigentes de los partidos explican el vuelco electoral tras 36 años de socialismo
“Es una coctelera: el hartazgo por el tiempo en el poder del PSOE con relaciones clientelares inevitables como pasó con PNV y CiU, la alianza de Podemos-Izquierda Unida que fue bastante nefasta, una campaña del PSOE muy plana sin altibajos que vendió continuidad, la campaña de la derecha bastante más agresiva y el gran ganador, el abstencionista”. El popurrí de razones del politólogo de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla Jean-Baptiste Harguindéguy es compartido por la mayoría de expertos para explicar el vuelco electoral que puede acabar con 36 años de Gobiernos socialistas en Andalucía, única comunidad sin alternancia política en democracia. Este jueves se constituye el Parlamento andaluz y antes el PP y Ciudadanos buscan asegurarse el control de la Mesa de la Cámara para configurar un nuevo Ejecutivo.
Tres semanas después de las urnas y a la espera de estudios postelectorales sosegados, los analistas y dirigentes políticos añaden a las causas anteriores los sondeos, que difundieron la permanencia del PSOE en el poder con una victoria cómoda y se tradujo en una campaña tranquila, el malestar social acrecentado por los recortes de la crisis, la volatilidad del voto y la irrupción de Vox con 12 diputados. Con el Frente Nacional francés como espejo, Harguindéguy destripa el auge de este último factor: “Lo fascinante es el miedo, porque no hace falta que haya inmigrantes malos quemándolo todo, se trata de fantasía política. Hay mucha magia, pero funcionó. Es el miedo sobre el voto, cómo reaccionamos ante la presión, no hace falta algo real. En tiempos de crisis siempre es buen negocio montar un partido de extrema derecha”.
El mapa político andaluz experimentó en estas elecciones un terremoto: el PSOE se desplomó hasta perder 14 diputados y llegar al suelo de 33, la izquierda perdió la mayoría, que ahora alcanza la derecha gracias a Vox, convertido en llave de la mayoría absoluta, y la abstención alcanzó el 41,3%, porcentaje con mayor número de votantes de izquierdas que ejercieron una “abstención punitiva” hacia PSOE y Adelante Andalucía, según los expertos.
“Creíamos que podíamos sumar, pero no queríamos que saliera un sondeo que nos diera que sumábamos porque esto movilizaba al votante de izquierdas. Las encuestas sí generan opinión y eso era un problema”, desvela José Ramón Carmona, coordinador electoral del PP andaluz, sobre su estrategia en campaña. Su candidato, Juan Manuel Moreno, repetía en sus actos que el bloque de derechas estaba a un paso de sumar.
Ahora los populares pueden presidir la Junta pese al batacazo de siete escaños hasta captar solo 26, casi la mitad de lo logrado en 2012 por Javier Arenas, que obtuvo el techo de 50 diputados, pero PSOE e IU se aliaron para alejarle de San Telmo, sede de la Junta.
Las fuerzas de izquierda (PSOE y Adelante Andalucía) perdieron 684.554 votos respecto a los anteriores comicios de 2015, mientras que el bloque de derechas (PP, Ciudadanos y Vox) ganó 350.881 papeletas, lo que trastocó las encuestas. Todas erraron. “Andalucía ha cambiado, pero muy despacito. Teníamos indicadores: los niveles de desafección política, la percepción económica, la bajada de la simpatía política y la valoración de los Gobiernos. Todo esto se estaba fraguando y todo ha confluido. La adscripción partidista se ha roto por muchos años”, vaticina Ángel Cazorla, investigador del Centro de Análisis y Documentación Política y Electoral de Andalucía (Capdea).
El cóctel analítico de los expertos coincide con el de los políticos a pie de calle. Juan Chacón, secretario general del PSOE en La Línea de la Concepción (Cádiz, 63.146 habitantes), añade claves internas del desplome del PSOE andaluz, que conserva las cicatrices desde las primarias que dividió el partido hace año y medio. “Es una suma de factores: 36 años de Gobierno desgasta, la pérdida de las primarias de Susana [Díaz] está muy reciente y algunos simpatizantes no olvidan la traición, no ha habido integración del sanchismo en las listas sabiendo que representa un 30% en Andalucía, el no cerrar heridas, una campaña más personalista que partidista y una baja movilización, porque la cúpula tenía la sensación de ‘esto está hecho”.
La Línea fue un espejo del resultado global de las urnas andaluzas. Eso sí, con la abstención aún más disparada: 58,8% del censo, 28.577 votantes se quedaron en casa y solo votaron 19.997 linenses. El PSOE cayó la friolera de 12 puntos hasta casi la mitad de sus 8.344 papeletas de 2015, Ciudadanos duplicó votos, el PP bajó ocho puntos y Vox irrumpió con un 14,7% (2.786 votos). “Lo de Vox, que pidieron cerrar la verja con Gibraltar, es como si un dirigente visita un pueblo y dijera que va a cerrar la fábrica de la que come ese pueblo. Vox vendió que a cada inmigrante se le da un móvil y una casa al llegar a España, y sus votantes hicieron una lectura nacional más que local”, reflexiona con tono perplejo Chacón.
Teoría de la paradoja
Para el sociólogo y fundador del Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA) Manuel Pérez Yruela, en el vuelco electoral confluyeron circunstancias coyunturales y tendencias a largo plazo. “En España siempre ha habido una pulsión de voto que cree en el orden con estilo autoritario que soluciona problemas, aunque estos sean complejos. Y la incertidumbre de la globalización cada vez es más visible en el empleo, el desasosiego cristaliza y algunos acuden al España primero [en referencia a Vox]”.
Hace años Pérez Yruela acuñó la teoría de la paradoja de la satisfacción para explicar la alta valoración de los andaluces sobre el gran desarrollo de la región pese a sus grandes problemas. Hoy esta tesis ha mutado: “La paradoja se ha vuelto menos complaciente por servicios que no funcionan. Muchos andaluces piden la etapa de la calidad, la de los detalles, para que Andalucía funcione mejor”, relata.
Mientras, la irrupción de Vox ha provocado que el arco parlamentario quede más fragmentado que nunca, con dos fuerzas de izquierdas y tres de derechas. “Hace ocho años el número de partidos en Andalucía era tres [PSOE, PP e IU], que en realidad eran dos. Hoy son cinco y medio. Los índices de competitividad e inestabilidad política son muy altos. El clima de hipervolatilidad provoca una ideología más débil y el electorado se está realineando. Es la cualidad descriptiva del suelo, como en Italia. Solo el futuro dirá si es bueno o malo”, estima Cazorla.
La formación de extrema derecha destaca (por escrito, rechaza la entrevista) tres factores que le catapultaron en campaña: “El trabajo inicial de los 25.000 afiliados, los mensajes claros a través de las redes sociales y mítines muy cercanos, y la capacidad de atender las necesidades de la ciudadanía que otros partidos olvidaban”.
¿Qué pasará en la Junta si el bloque de derechas culmina su negociación y se materializa el relevo político?
“La disociación entre Junta y PSOE es complicada porque es una relación parasitaria. En el País Vasco, con la salida del PNV fue difícil encontrar suficientes soldados para el Gobierno. En España existe ese problema estructural: la politización de la Administración”, subraya Harguindéguy para denunciar la proliferación de asesores y cargos de confianza en comparación con otros países europeos. “Cuando uno llega al poder la tentación es enorme y la Junta es muy golosa, aunque es muy lesivo para la democracia”, añade. Como conclusión, el politólogo destaca el efecto positivo de la alternancia: “Nunca le viene mal a un partido apartarse del poder para recargarse ideológicamente, lo importante es abrir los armarios”.
La erosión y "decalaje" del PSOE
A pesar de que Adelante Andalucía y el PP sufrieron una gran caída de votos, el desplome del PSOE al bajar 400.000 votos y quedarse en 1.009243, es el que tiene un efecto claro: su posible desalojo de la Junta tras 36 años. ¿Qué falló en la cúpula del Partido Socialista andaluz, una máquina antaño engrasada de ganar elecciones?
Juan Cornejo, secretario de Organización de la formación en Andalucía, admite: “Hay que reconocer que el planteamiento de la derecha ha sido un éxito. Ha activado a votantes de las generales de 2016 que no iban a participar en las autonómicas. Nosotros apostamos por hablar de Andalucía y creímos que no era necesario sacar el debate nacional”. Tanto Ciudadanos como PP y Vox desplazaron el debate en clave nacional con Cataluña, la inmigración y la negociación para los Presupuestos como temas prioritarios.
Sin embargo, no todo ha ocurrido durante el último mes. El partido arrastra un “decalaje” de años respecto a los sectores punteros de la ciudadanía andaluza, sostiene el sociólogo Manuel Pérez Yruela. “La modernización de la sociedad ha ido más allá que la del partido por temas como la meritocracia o una visión universalista de los temas. Ha habido un desencuentro”, subraya. La erosión del PSOE, que combina el desgaste propio con la estancia en el poder, ha sido progresiva desde que en 2004 obtuvo el pico de 2.260.545 votos hasta los 1.009.243 del 2 de diciembre, menos de la mitad en tres lustros.
El análisis de Joan Font, investigador del IESA, resume lo ocurrido en los últimos comicios con dos percepciones: “Los insatisfechos del PP han tenido alternativa, mientras que a los del PSOE se les ha visto cómplices de lo malo que ocurre a nivel nacional”.
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