Padres castigados en el trabajo por cuidar de sus hijos
El Congreso inicia el debate para equiparar las bajas de hombres y mujeres al tener hijos. La mayoría de ellos toma el mes que les corresponde, pero sigue habiendo prejuicios
No se lo esperaba. Era noviembre, temporada baja en el restaurante de Sitges (Barcelona) en el que cocinaba paellas. Acababa de volver de unas vacaciones. Contó a sus jefes que sería padre en febrero de 2017, de mellizos. El tiempo de baja para los hombres había pasado recientemente de dos a cuatro semanas (a partir del martes, cuando entren en vigor los presupuestos de 2018, serán cinco). “Me echaron por pedir el permiso de paternidad”, cuenta aún sorprendido José Reboll, de 47 años. “Fui el primero que lo pedí en el restaurante, supongo que los dueños tenían un pensamiento muy antiguo”. No era una cuestión de costes, sino de mentalidad. Apenas cuatro meses después de echarle, le pidieron que volviera. Y se reincorporó. Pudo negociar incluso una jornada que le venía mejor para cuidar a los bebés, de 10.00 a 16.00. Estuvo algunos meses pero decidió dejarlo. En esta ocasión, fueron los compañeros los que le hicieron la vida imposible: “No entendían que yo pudiera tener mejor horario que ellos”.
El Congreso ha aprobado esta misma semana con el voto unánime de todos los partidos el inicio de una negociación inédita cuya tramitación se prevé larga, de más de un año: equiparar los permisos de padres y madres. El punto de partida son 16 semanas, iguales e intransferibles. Es la propuesta lanzada por la plataforma Ppiina, creada hace 15 años precisamente para impulsar esos permisos iguales e intransferibles, y asumida por Unidos Podemos, que consiguió llevarla al pleno de la cámara tras dos vetos previos del PP.
En esa propuesta está la clave de un gran cambio social y cultural, o de varios. Por un lado, que se deje de entender que los hijos son principalmente de las madres y que a ellas no les penalice en su carrera profesional. Por el otro, que los hombres conquisten para ellos el terreno de los cuidados como las mujeres han conquistado un mercado laboral que aún las sigue discriminando. Persiste una brecha salarial entre el 13 y el 20%, según distintos medidores, y las mujeres aún sufren un persistente techo de cristal. De fondo, otro asunto de calado: En España ya mueren más personas de las que nacen, en el que la maternidad llega pasados los 30, lo que conlleva un país de hijos únicos (con una tasa de 1,3 hijos por mujer).
Mientras llega y no esta nueva ley de permisos parentales, hay casos como el de José Reboll y otros hombres a los querer ser padres a tiempo completo les ha costado una penalización laboral, aunque no hay datos oficiales para conocer cuántos son.
En el primer trimestre del año 62.832 mujeres y 64.505 hombres se tomaron sus respectivos permisos parentales, según datos oficiales de la Seguridad Social. La cifra es más alta en el caso de los hombres. Desde Ppiina y CC OO explican que se debe a que normalmente hay más hombres que trabajan y han cotizado el tiempo suficiente para tener acceso a las ayudas.
Los permisos de ellas son de 16 semanas -seis obligatorias y 10 que se pueden transferir- y los de ellos, cuatro semanas. La Seguridad Social no ofrece el dato de cuántos hombres tendrían derecho y renuncian a esa baja para evitar que les echen o les penalicen. Los sindicatos tampoco los tienen contabilizados: “Cuando nos llega un caso, lo normal es que hablemos con la empresa y dé marcha atrás. Es difícil conocer cuántas veces lo hacen y les sale bien, pero no tenemos percepción de que sea un problema generalizado”, explica Carlos Bravo, responsable de Políticas Públicas de CC OO.
Sí se sabe que son extremadamente minoritarios (menos del 2%, según datos de la Seguridad Social de 2018) los que optan por tomarse alguna de las semanas que son transferibles. Y apenas el 7% quienes asumen una reducción de jornada para cuidar a sus hijos, según datos del Instituto de la Mujer de 2016. A Adrián Cordellat (33 años) esa decisión le pasó factura. “Me despidieron al pedir una reducción de jornada para ir a recoger a mi hija al colegio”, explica este periodista, que entonces era jefe de prensa de una asociación e iba a ser padre por segunda vez. No da el nombre de quién le echó porque acabó llegando a un acuerdo con la empresa. “Lo dejé en manos de una abogada. Visto con perspectiva me arrepiento, si hubiese llegado hasta el final habría podido retratarles con nombre y apellido”. Su pareja y él trabajan juntos en una empresa propia de comunicación y se reparten al 50% el cuidado de sus dos hijos.
Ejemplos como el de Cordellat son la excepción en un país, España, en el que se aplaude a un futbolista por no haberse cogido un solo día de permiso. El pasado marzo Sergio Ramos fue alabado como un héroe por el entonces seleccionador nacional, Julen Lopetegui, tras renunciar incluso a los dos días por el nacimiento de su tercer hijo: “Ha hecho un esfuerzo extraordinario por venir a entrenar, cosa que lógicamente él podía haberse saltado”, dijo Lopetegui: “Nos encanta”. La iniciativa que el Congreso empieza a revisar ahora, con permisos iguales e intransferibles, serviría para darle la vuelta a la tortilla, dejar de considerar héroes a quienes se desentienden de los cuidados y alabar (en lugar de perseguir) a hombres como Cordellat o Reboll, que acabó mudándose a Castellón, donde tiene red familiar que le ayuda con los mellizos. Volverá a trabajar en septiembre, en otro restaurante.
“Los cambios son lentos”, resume Inés Alberdi, socióloga de la Universidad Complutense y autora del libro Hombres jóvenes y paternidad, editado en 2010. “Primero cambian unos pocos, luego las leyes y de ahí las actitudes. Las reformas cuanto más lentas y progresivas, más calan”.
El drama de los autónomos
Expertos como el antropólogo Ritxar Bacete –autor del libro Nuevos hombres buenos: La masculinidad en la era del feminismo-, Joaquín Montaner (coordinador de la red de papás blogueros) o Usue Madinaveitia, creadora de movimientos como #mamiconcilia o #papiconcilia, que recogió por primera vez el testimonio de Rebooll, conocen cada cierto tiempo casos de padres penalizados, a los que despiden y vuelven a contratar tras la baja paternal o que ni siquiera la cogen. "Conozco a autónomos al frente de start ups que me explican que no se pueden permitir irse un mes", señala Madinaveitia.
Los autónomos son caso aparte, añade Eduardo Abad, secretario general de Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA). Asegura que la mayoría de ellos desconoce que tiene derecho a esa baja, por lo que han pedido a la Seguridad Social que les envíe información “muy clara y muy específica” de qué ayudas pueden recibir y cuánto van a cobrar. Los que sí lo conocen, añade, renuncian a las cuatro semanas porque no les compensa económicamente. Durante ese mes dejan de facturar y “es muy probable” que los ingresos de la baja o les permita cubrir los gastos de la actividad, concluye Abad.
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