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La ciudad que mejoró su aire al pensar en sus peatones

Tras dos décadas limitando el tráfico, Pontevedra se ha convertido en la urbe española más peatonalizada y que más ha reducido su contaminación atmosférica

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Hechos de energía

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Sonia Vizoso

Por la sexta ciudad de Galicia no circulan muchos coches pero sí un dicho: “Si un conductor pita, es que no es de Pontevedra”. Esta máxima refleja la plácida e insólita convivencia entre peatones y vehículos que ha logrado esta urbe atlántica de casi 85.000 habitantes en los últimos 20 años. A finales de los noventa era una jungla más de ruido y humos, atascos, doble fila y viandantes acosados, pero tras reducir a 7.000 los 80.000 vehículos que invadían cada día el centro urbano en 1999 y peatonalizar 1,3 millones de metros cuadrados, hoy la calidad del aire que respiran sus vecinos cumple los niveles exigidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), más estrictos que los de la Unión Europea (UE).

Su plan de ordenación del tráfico es muy singular y lleva casi dos décadas avanzando en dirección contraria a las medidas tomadas por los Ayuntamientos en la inmensa mayoría de ciudades. En Pontevedra no hay ORA, ni zonas de carga y descarga, ni buses municipales, ni apenas semáforos. La velocidad máxima en toda la ciudad es de 30 o 20 kilómetros por hora, los cruces de vehículos y peatones se regulan solo con rotondas y pasos de cebra elevados y los carriles son más estrechos de lo normal para empujar a los conductores a circular más despacio.

Al contrario de lo que se podría pensar a simple vista, estas medidas han dado fluidez al tráfico y la velocidad media a la que transitan los coches es mayor, cuenta quien es su alcalde desde 1999, Miguel Anxo Fernández Lores, del Bloque Nacionalista Galego (BNG): “Nosotros favorecemos el tráfico necesario, que tiene más facilidad para funcionar. La paquetería de 24 horas, por ejemplo, es la más rápida de España, porque la ciudad es toda de ellos y aquí quien tiene que hacer un servicio o una gestión puede llegar hasta la puerta misma de la casa o negocio”.

Los datos que aporta el Ayuntamiento son contundentes. Si en 1999 únicamente la cuarta parte de Pontevedra era peatonal, ahora se ha dado la vuelta a la tortilla y solo en el 25% de la ciudad se permite el tráfico rodado. La circulación de vehículos se ha reducido un 97% en el empedrado casco histórico, un 77% en el centro urbano y un 53% en el conjunto de la ciudad. Y gracias a ello, según las estimaciones del gobierno local, las emisiones de CO2 se han rebajado un 67%, lo que equivale a 500 kilos por habitante y año.

En el informe La calidad del aire en el Estado español durante 2016 de Ecologistas en Acción, la ciudad de Pontevedra destaca por mantener las medias anuales de todos los parámetros (PM10, PM2,5, dióxido de nitrógeno, ozono troposférico y dióxido de azufre) por debajo no solo de los límites legales que marca la Unión Europea sino también de los máximos que establece la Organización Mundial de la Salud, mucho más exigentes. Solo un 6% de los españolas disfrutan de un aire de tal calidad.

Miguel Anxo Fernández, alcalde de Pontevedra, responsable de la transformación de la ciudad.
Miguel Anxo Fernández, alcalde de Pontevedra, responsable de la transformación de la ciudad.Óscar Corral

Fernández Lores, médico de profesión, destaca la mejora que supone también para la salud de los pontevedreses la posibilidad de recorrer la ciudad andando. En Pontevedra, según datos del Ayuntamiento, el 90% de la población hace la compra a pie, el mismo medio de transporte que utiliza el 80% de los escolares para ir al cole. Un mapa llamado Metrominuto, con un formato similar al que usan las grandes urbes con el metro, marca el tiempo que se tarda caminando entre los distintos puntos de la ciudad. “Cuando llueve, aquí se coge un paraguas, no el coche”, resume el alcalde, quien resalta que este modelo de ciudad, que lleva desde 2011 sin registrar ni un solo muerto por accidente de tráfico, ha propiciado que el centro urbano crezca en población y que aumente el comercio local.

La de la bocina no es la única máxima sobre el tráfico que se ha popularizado en Pontevedra. En esta ciudad se dice también que “los coches no entran en los comercios a comprar”. Los primeros planes de peatonalización que impulsó el Ayuntamiento se enfrentaron a airadas protestas vecinales, sobre todo de los comerciantes que temían por sus negocios si los clientes no podían acceder al centro con sus vehículos. La realidad se reveló muy distinta. Miguel Magariños regenta desde hace años una tienda de ropa en la calle Benito Corbal y, tras recordar el “infierno” de coches de antaño, defiende que la peatonalización ha sido una “mejora al 100%”. “El comercio depende de otras cosas como una bajada del IVA”, afirma. “El tráfico no mejora las ventas en ningún momento porque desde un coche no haces una compra ni miras un escaparate”.

Verísimo Pazos vivió todo el proceso de cambio como líder vecinal. “Somos un referente mundial porque Pontevedra es una ciudad para las personas que no se olvida de los vehículos”, presume el vicepresidente de la Federación de Asociacións Veciñais Castelao. “Yo creo que somos la única urbe del mundo en la que los peatones cruzan los pasos de cebra sin mirar porque los vehículos siempre paran”. La ausencia de carril bici en el centro por la falta de espacio ha provocado “algún roce”, pero Pazos se muestra convencido de que en este caso también acabará triunfando la convivencia.

La ciudad, que por su transformación ha recibido, entre otros, el Premio Hábitat de la ONU en 2014, el Premio Intermodes 2013 que entrega una agencia colaboradora de la Unión Europea y el Premio Active Design en 2015 en Nueva York, se ha esforzado en reducir dos tipos de tráfico: el de paso y el de aparcamiento. Si un conductor entra en Pontevedra por el norte y quiere atravesarla por el centro para salir por el sur, unos circuitos bien pensados le obligarán a usar las vías de circunvalación. Y para eliminar ese bucle de coches dando vueltas a la caza de los escasos aparcamientos, no existe tal posibilidad en superficie ni siquiera pagando. Solo pueden entrar en el centro vehículos con párking o que vayan a realizar un servicio o gestión rápida, pero estos últimos deben usar unas plazas especiales y gratuitas en las que solo se puede permanecer 15 minutos, límite que se controla a través de un vehículo municipal dotado con un software especial. “Ahí sí que usamos las nuevas tecnologías, pero solo ahí. Para lograr todo esto no nos hemos convertido en una smart city; que la gente no se engañe: con tecnología no se arregla todo”, subraya Fernández Lores.

Para ordenar el tráfico en Pontevedra se ha echado mano de la lógica, la observación y la mano izquierda. Los datos de coches que circulan por la ciudad se analizan constantemente y si se registra de repente un aumento en el centro, se envía a un agente a escudriñar la zona para averiguar qué está pasando. Lo habitual, cuentan los responsables municipales, es que el guardia detecte a conductores ansiosos por atajar que atraviesan las calles peatonales pese a que no van a realizar ningún servicio o gestión. Y lo normal es que no haga falta imponerles multa: se les da el toque y optan por plegarse a la normativa. Últimamente han pillado a varios vehículos circulando a 80 kilómetros por hora y el Ayuntamiento ha decidido comprar su primer radar.

Sobre la firma

Sonia Vizoso
Redactora de EL PAÍS en Galicia. Es licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago. Lleva 25 años ejerciendo el oficio en la prensa escrita y ha formado parte de las redacciones de los periódicos Faro de Vigo, La Voz de Galicia y La Opinión de A Coruña, entre otros. En 2006 se incorporó a El País Galicia.

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