Lola tiene siete años. Está aprendiendo a multiplicar y dividir y solo sabe contar hasta 20 en inglés. Pero tiene muy claro que si comparte sus cosas, habrá que fabricar menos, y, por tanto, tiraremos menos cosas. Muchos adultos no saben esto. O no lo quieren ver. Lo humanos generamos residuos que se acumulan en el entorno y entorpecen la supervivencia de los animales, la vegetación y los demás tipos de vida que, por el contrario, no dejan huella. Estos se coordinan para reutilizarlo todo. En la naturaleza nada se acumula, todo se transforma y se reutiliza en movimiento cíclico continuo. Si la imitásemos, podríamos evitar el colapso al que la Humanidad y el planeta estamos abocados si no minimizamos nuestros residuos sólidos y la contaminación que emitimos al aire y al agua. “Para 2050 harían falta casi tres planetas Tierra para proporcionar los recursos naturales necesarios para mantener los modos de vida actuales, según el borrador de la estrategia española de economía circular”, asegura Ibán Chico de la Felicidad, subdirector de medio ambiente de Naturgy.
El sistema de crecimiento actual, por tanto, es insostenible. “Seguimos vinculando el consumo de productos al progreso”, asegura Elena Ruiz, coordinadora del grupo de acción de economía circular de Forética, una asociación española que promueve la gestión ética y responsable de las empresas. "Para no acabar con los recursos limitados de la Tierra, hemos de pasar de un sistema económico lineal (Producir – consumir – desechar) a uno cíclico (producir- consumir- reutilizar)", continúa.
Este cambio debe convencer e incluir a los gobiernos, las empresas y los consumidores. “Es un nuevo modelo económico transversal, porque afecta a todos los aspectos de la vida humana y nos invita, básicamente, a reducir los residuos inspirándonos en la naturaleza”, especifica Ruiz. Muchos aún no están concienciados. "El 73,4% de los españoles está de acuerdo con que, a pesar de estar preocupados con el medio ambiente, no lo están suficientemente como para cambiar a unos hábitos más sostenibles", apunta Chico de la Felicidad con datos de Creafutur, una fundación cuyo objetivo es identificar oportunidades de negocio innovadoras con un impacto social y medioambiental positivo.
La economía circular beneficia a los bolsillo, además de al planeta
Los conceptos de esta nueva economía están recogido en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), un llamamiento universal a la adopción de medidas que pongan fin a la pobreza, protejan al planeta y garanticen la paz y la prosperidad para toda la sociedad, planteado por Naciones Unidas.No son ideas nuevas, el reciclaje lleva años presente en el día a día de los ciudadanos y muchas personas de edad avanzada nos recuerdan que en sus tiempos las cosas se arreglaban, no se compraba una nueva, pero cada vez más agentes se suman al cambio, que, no solo sería positivo para la naturaleza, los bolsillos también se beneficiarían. "Estudios recientes han cuantificado que la transición supondría en torno a 4,5 trillones de dólares a la economía global en 2030”, añade. Uno de esos estudios, de Accenture, titulado Economía circular y eficacia de recursos. Formas innovadoras de aportar valor al cliente sin utilizar recursos escasos o nocivos condensa en cinco puntos los pilares de este nuevo modelo de producción y consumo: bienes renovables, reciclables o biodegradables, recuperación de los desechos, alargamiento de la vida de los productos, plataformas de uso compartido y productos como servicio.
Producir bienes de consumo y suministros completamente renovables, reciclables y biodegradables es clave para rebajar la cantidad de cosas sin uso que se acumulan en vertederos o en el mar. El 80% de los residuos marinos proviene de tierra, mientras que el 20% restante, de la actividad marítima, asegura Greenpeace. Solo en el océano Pacífico flotan 80.000 toneladas de plástico, el peso de 500 aviones Jumbo, de acuerdo con Ocean Clean Up, una fundación holandesa que busca la limpieza del agua marina. Estos envases no se degradan porque están hechos con materiales que tardan cientos de años en desaparecer. “Los envases y el packaging de materiales reciclables son una necesidad urgente”, apunta Ruiz. Fabricantes de todo el mundo investigan nuevos métodos de empaquetado que eviten la materia prima tradicional que se degraden rápidamente, se puedan compostar o, incluso, comer, como el papel de la compañía belga Do Eat.
La reparación de los productos de consumo es otro de los aspectos que contempla el nuevo modelo. El sistema actual opta por la sustitución antes que por alargar la vida útil. “Primamos la adquisición de nuevos bienes sobre la reparación de los que ya existen”, apostilla Ruiz. Arreglarlos los mantendría lejos de los vertederos durante más tiempo, lo que aminoraría la acumulación de residuos. “La lucha contra la obsolescencia programada es parte de este cambio”, añade la coordinadora de Forética. Cada vez sustituimos nuestros aparatos electrónicos con mayor velocidad y estos cuentan con componentes que no se pueden separar para su reciclaje, lo que los condena al vertedero. La Unión Europea cuenta con directivas para que los fabricantes de productos electrónicos y de electrodomésticos permitan extraer y sustituir las piezas con facilidad.
Diseño eficiente y fangos muy valiosos
La fabricación de aparatos y la construcción de edificios que manejen la energía de forma eficiente es otro de los fundamentos de esta nueva filosofía. Es importante que los arquitectos y constructores apuesten por materiales y formas de edificación que regulen la luz y la temperatura de manera natural. La industria, por su parte, deberá fomentar los métodos que minimicen el consumo de materias primas y las pérdidas energéticas.
Cuando la generación de desechos es inevitable, como en el caso de las aguas residuales o los restos orgánicos sólidos, existen formas de generar energía con ellos. “Muchos supermercados se abastecen de energía producida con los excedentes que no pueden donar”, apunta Ruiz. Así los sectores industriales pueden potenciar sus conexiones para propiciar el intercambio de materias y subproductos como los desechos.
Varias empresas trabajan en proyectos para generar gas renovable a partir de la fermentación y el refinado de las aguas fecales. En el marco del proyecto Life Methamorphosis, financiado por la Comisión Europea, Naturgy, junto a otros socios, ha desarrollado dos instalaciones de producción de gas renovable en Cataluña a partir de residuos municipales y agroindustriales. Esperan probar su eficacia en dos coches de Seat.
En Cádiz, un consorcio de empresas, entre las que figuran Aqualia, Naturgy, Naturgas y varias universidades trabaja para dar con sistemas más rápidos y baratos de obtenerlo. El gas treovable favorece la reducción de gases de efecto invernadero y reduce las emisiones de partículas perjudiciales para la salud. También reduce la dependencia de derivados del petróleo.
Compartir es reducir
La tecnología facilita la economía colaborativa. Existen aplicaciones que permiten el intercambio de productos que, en vez de desecharse, se les busca una segunda vida. También sistemas de vehículo compartido, que reducen el número de coches en las carreteras y de car-sharing, que permiten tomar un coche o una moto cuando se necesite. O una bicicleta que, compartida, ayuda a reducir la cantidad de velocípedos que se comercializan y por tanto, los residuos que se generan una vez quedan obsoletas, como bien infiere Antonio, de ocho años, en el vídeo.
Compartir implica un cambio de concepto sobre la posesión de objetos. “Debemos pasar de la propiedad a la utilidad”, argumenta Elena Ruiz. Es lo que se conoce como producto como servicio. “En vez de comprar electrodomésticos, por ejemplo, el usuario los utiliza en régimen de alquiler”, continua. Así, los residuos pasan a ser gestionados por las grandes empresas que se comprometen a tratarlos adecuadamente, con lo que se cierra el ciclo de estos productos y sus componentes.
Esta noticia, patrocinada por Naturgy, ha sido elaborada por un colaborador de EL PAÍS.