Jorge Dezcallar: “Beyoncé no es de este mundo”
El exembajador y exdirector del CNI presenta 'El anticuario de Teherán' un ameno glosario de sus batallitas de diplomático por el mundo.
Llega directo de Mallorca, hecho un brazo de mar, al exclusivo hotel Villamagna de Madrid, y disipa equívocos. “Me hospedo en un NH, pero quedo quí porque impresiona”, se defiende, antes de que se le ataque. Así, socarrón, pícaro, amenísimo, se muestra en la charla que mantenemos en el mejor rincón de tan fino garito —a la vera del piano de cola, qué menos—, mientras despacha el whisky con el que suele finiquitar el día o comenzar la noche, según se tercie. Hablamos de todo menos de política, o de política todo el tiempo, según se mire.
Dígame usted, que tiene tanto mundo, ¿qué es un cateto?
Alguien que no sabe y no le importa. Puedes vivir en un pueblo y tener curiosidad, y hay catetos que se pasan la vida viajando. Hay tontos en varios idiomas.
¿Es peor un tonto o un 'pesao''?
El tonto. Al pesado te lo puedes quitar de encima. Lo peor es ser pelmazo; tenía que ser delito.
Cuerpo diplomático
Embajador que fue en EE UU con Zapatero, y exdirector del CNI con Aznar, Jorge Dezcallar (Mallorca, 1945) sabe bien contar batallas y callar secretos. En 'El anticuario de Teherán' (Península) narra algunas/os de los confesables.
Usted que las conoce, ¿a qué huelen las cloacas del Estado?
Huelen mal, necesariamente. Si no, no serían cloacas. Pero esas cosas hay que hacerlas.
¿El célebre trabajo sucio?
A veces es sucio, y otras no. Pero la gente que lo hace es espléndida. El paso por el CNI me marcó mucho. A lo que huelen las cloacas del Estado es a esfuerzo.
¿Cual es el reto de un embajador cuando llega a una plaza?
Poder llamar a un ministro a las tres de la mañana y que se te ponga. Pero para eso has tenido que emplear muchas horas y comerte muchos cócteles coñazo.
O sea, que es el rey del cóctel.
En persona. Tengo una práctica bárbara para entrar, ver al que quiero ver y salir en dos minutos con su teléfono. Son la peor parte del trabajo, Nada que ver con la horterada esa de Ferrero Rocher.
¿La soledad absoluta es estar aislado en un cóctel de ricos?
La pobreza absoluta es la soledad. Me lo dijo una cuidadora africana en un asilo: 'Ustedes tienen el dinero y nosotros cuidamos a sus ancianos porque están solos. En mi país no tenemos dinero, pero nuestros ancianos no están solos porque cuidamos de ellos'.
¿Ha visto volar cuchillos?
Sí, y los he oído, y sentido. Hay que tener cintura, y a quien no la tiene, lo apuñalan. Todo el mundo quiere un independiente en su equipo porque queda bonito, pero luego te dejan caer igual.
¿Cuesta trabajar con alguien a quien no se respeta intelectualmente?
Mucho. Esos jefes a los que no respetas se dividen en los que se dejan aconsejar, y los que no. Al que se deja, le puedes convencer de que tu idea se le ha ocurrido a él. Pero si te llega el tonto, no.
¿Eso es ser pelota, o práctico?
Practico, porque no trabajas para ti, sino para el Estado. Pelota sería que yo hiciera eso para que me hicieran embajador en París.
Que eso también se hace...
Mucho. Todo el mundo va a lo suyo y hay mucho navajazo, pero en cualquier gremio. No he visto tirarse más puyas y más envenenadas que entre los intelectuales.
Los latinos todo lo celebramos comiendo. ¿Y el resto?
También. Lo que pasa es que a veces te dan cosas repugnantes. Una vez me ofrecieron un cuenco de ojos de cordero así de gordos, yo era el invitado de honor, y tuve que comerme eso. Cogí uno que no me miraba, y para adentro.
Peores sapos habrá tragado.
Lo importante en este oficio, cuando quieres lograr algo, es que tienes que manejar para que el tío o tía que tienes enfrente acabe pensando que puede darte lo que le pides. Y para eso, todo vale.
No habrá quedado a cenar con Aznar esta noche, ¿no?
No, aunque lo he visto después de cesar en el CNI, la relación no ha continuado, desgraciadamente. No vi interés por su parte.
Elija compañero de cena.
Mandela es quien más me ha impresionado, pero si pudiera, sería Beyoncé, a la que he conocido.
¿Qué me narra?
En una fiesta en Washington, a mi esposa y a mí nos acribillaban a flashes y no sabíamos por qué, hasta que vimos que Beyoncé iba detrás. Esa mujer no es de este mundo. Hipnotizaba a su paso, era como entrar en su órbita.
¿Qué dijo su señora entonces?
Que tenía un cutis fantástico. Os fijáis en unas cosas rarísimas.
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