Otra vez decisivo
Lo paradójico es que el PNV no quiere decidir en esta crisis. Por eso no publicitará su posición hasta el final
Cuando hace cuatro años Ciudadanos y Podemos irrumpieron en la escena política muchos se entusiasmaron con la idea de que finalizaba la era en la que los partidos nacionalistas condicionaban la política española. Pero aquella euforia fue un espejismo.
Tras la sentencia del caso Gürtel y la retirada del apoyo de Ciudadanos, lo razonable es que Mariano Rajoy hubiera convocado elecciones como hizo Felipe González cuando Jordi Pujol le retiró su apoyo en 1995. Ha tenido que ser el PSOE el que asumiera la responsabilidad con la presentación de una moción de censura. Lo razonable habría sido que el PSOE, Podemos y Ciudadanos hubieran acordado una fórmula de relevo. Pero, salvo sorpresas, sus intereses electorales priman sobre la regeneración.
Si los independentistas catalanes apoyan, junto a Podemos y otras fuerzas, la moción de censura, y el voto del PNV es decisivo para alcanzar la mayoría, es probable que incline la balanza a favor de la moción. El PNV teme aparecer como el responsable de que siga en el poder un partido condenado por corrupción, aunque su final perjudique su interés a corto plazo: asegurar los Presupuestos y evitar un adelanto electoral que beneficia a Ciudadanos. Pagó cierto coste con los Presupuestos y lo explicó con las contrapartidas obtenidas. Ahora sería muy difícil.
Lo paradójico es que el PNV no quiere decidir en esta crisis. Por eso no publicitará su posición hasta el final. Confiaba en que los partidos nacionales buscaran la solución. También desconfiaba de que el independentismo catalán apoyara a Sánchez y que, en caso de hacerlo, abriría otra crisis en el PSOE.
Si se confirma el papel clave de los nacionalistas, ¿qué autoridad tienen los partidos nacionales para reprocharles sus intereses estrechos, cuando ellos piensan en sus intereses electorales, que han impedido el acuerdo, sobre los intereses generales?
Si Rajoy es desalojado de La Moncloa, el argumentario del PP es conocido. Sus oponentes nacionales —no ellos, origen del problema— contribuirán a la ruptura de España. Tampoco el PNV, calificado de “responsable” por su apoyo presupuestario, saldría bien parado.
Esta es la vieja historia de la utilización de la cuestión territorial, especialmente aireada por el PP cuando estaba en la oposición o en graves apuros, y cada vez menos creíble en su boca. El silogismo es sencillo. ¿Consideran ustedes que los partidos nacionales, unos por acción y otros por omisión, darían juego decisivo a los nacionalistas si pensaran en serio que España corre el riesgo de romperse? Porque de creérselo, su irresponsabilidad no tendría límites.
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