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Una liga más antigua que el toisón

La Jarretera es la otra gran orden de caballería europea y la más prestigiosa de Reino Unido. El Rey es uno de sus muy escasos miembros extranjeros

La reina Isabel II, con su esposo Felipe de Edimburgo (a la derecha), en junio de 2007 en la sesión anual de la Orden de la Jarretera en Windsor. En vídeo, Felipe VI recibe la Orden de la Jarretera.Vídeo: REUTERS | EPV

El toisón de oro que Felipe VI ha impuesto esta semana a la Princesa de Asturias rivaliza en prestigio y antigüedad —aunque es más moderno— con la máxima condecoración de otra gran dinastía europea que tanto el Rey como su padre don Juan Carlos recibieron en su día por la gracia de Isabel II de Inglaterra. La Muy Noble Orden de la Jarretera, (The Most Noble Order of the Garter) es la de mayor rango, prestigio e importancia en Reino Unido, integrada por 24 miembros, además de la Reina y sus familiares más próximos, y que solo desde 1972 está abierta también a una muy restringida nómina de miembros de otras casas reales (actualmente solo ocho).

En julio pasado, la soberana británica nombraba a Felipe VI Caballero Extranjero de la orden, 28 años después de que el hoy rey emérito fuese distinguido con igual honor en la capilla de Saint George del palacio de Windsor.

La orden de caballería fue fundada en 1348 por Eduardo III de Inglaterra, 81 años antes de que Felipe III de Borgoña crease la Insigne Orden del Toisón de Oro. La leyenda cuenta que el monarca estaba bailando en una fiesta con la condesa de Salisbury, a quien se le cayó una liga azul. El rey la recogió y se la anudó a la pierna, entre las murmuraciones de los presentes.

El escudo de Reino Unido, con el lema de la Orden de la Jarretera.
El escudo de Reino Unido, con el lema de la Orden de la Jarretera.

Para atajar los comentarios, Enrique III dijo Honi soit qui mal y pense (“Que la vergüenza caiga sobre aquel que piense mal”), frase que se terminó convirtiendo en el lema de la orden y de la propia monarquía inglesa, hasta el punto de que figura en el escudo de armas británico rodeando sus cuatro cuarteles.

Algunos especialistas apuntan que Eduardo III tenía la intención de reclamar para sí el trono de Francia y la orden fue creada para respaldar esa aspiración, mientras que imaginario popular su deseo era emular la épica de los Caballeros de la Mesa Redonda, presidida por su idolatrado rey Arturo.

La orden, cuyo patrón es san Jorge, culmina un sistema de honores que busca distinguir a quienes han destacado de forma especial por sus servicios a Reino Unido. En el caso de sus miembros británicos, la cifra de 24 “compañeros caballeros” o “señoras compañeras” es inamovible y hay que esperar a que fallezca alguno para anunciar un nuevo nombramiento.

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En una monarquía tan alérgica a los cambios como la británica, Isabel II apostó hace ya 45 años por crear una sección de la liga de Caballeros Extranjeros, tras la visita al país del Gran Duque de Luxemburgo. Desde entonces, han sido acogidos en la orden, por orden cronológico, la reina Margarita de Dinamarca, Carlos Gustavo de Suecia, Juan Carlos I, Beatriz de Holanda, el emperador japonés Akihito, Harald de Noruega y, en la más reciente incorporación, Felipe VI.

El monarca español lució por primera vez la distinción en la cena de gala que Isabel II les ofreció a él y a doña Letizia en el palacio de Buckingham con ocasión de la visita de los Reyes a Reino Unido en julio pasado. Los miembros británicos de la orden suelen exhibir la distinción de forma mucho más ostentosa cuando protagonizan anualmente un colorido desfile en el castillo de Windsor, donde marchan con sus capas de terciopelo y armiño, tocados con sombrero Tudor de terciopelo negro con una pluma blanca de avestruz. La veteranía es el denominador común: más de la mitad de los miembros superan los 80 años. El caballero de mayor edad, el ex secretario general de la OTAN, lord Carrington, cumplirá en junio 99. 

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