Cientos de kilómetros para vigilar los votos del 21-D
Miles de afiliados del PP, Ciudadanos y el PSOE van a Cataluña para fiscalizar el recuento
La aventura comienza a las 04.00 de la madrugada. Es jueves noche, y una veintena de afiliados de Ciudadanos combaten el frío y el sueño mientras se preparan para recorrer en autobús los 400 kilómetros que separan Valencia de Barcelona. Nadie les obliga. No son cargos públicos ni orgánicos. Son voluntarios que quieren ser apoderados de Inés Arrimadas en las elecciones del 21-D, una cita que ha movilizado a 50.000 personas dispuestas a fiscalizar la jornada electoral. De ellas, más de 2.000 viajan desde fuera de Cataluña: el PP desplaza a unas 1.500, Ciudadanos a 750 y el PSOE ayuda al PSC con 200. Un ejército convocado al calor de las tensiones provocadas por el desafío independentista, la activación del artículo 155 de la Constitución y el bulo de que se puede alterar el recuento de los votos. Lo nunca visto.
"Es una oportunidad de participar de un momento importante", cuenta Marina, estudiante de 24 años, que dedica las cinco horas de viaje en autobús a dormir mientras piensa en la posibilidad de vivir en primera persona la victoria de Arrimadas. "Es muy emocionante", dice nada más llegar a la Escola Dr. Ferran i Clua, el centro de votación de Barcelona que le corresponde, donde lo primero que hace es revisar que las papeletas de Ciudadanos estén presentes. "¡No tengo palabras!", añade emocionada, sin rastro de la paliza del viaje, igual que si le hubiera servido de algo acostarse a las 23.00 y levantarse a las 02.00 para acudir al punto de encuentro.
Los pasillos del colegio están abarrotados de gente. Las colas de subida y bajada se aprietan contra las paredes de cemento. "Esto es lo que pasa por hacer las elecciones en día laborable", dice una madre. "Pues yo creo que es mejor porque me salto el cole", le contesta una de sus dos hijas mientras avanzan paso a paso por las escaleras. Los apoderados de Junts per Catalunya y ERC gestionan el tráfico y ayudan a los votantes a encontrar la mesa en la que deben depositar su voto. Todos conocen su tarea. Los partidos les han instruido previamente sobre sus derechos y deberes. También les han proporcionado el contacto de un responsable de su zona por si surge algún problema. A Marina y sus compañeros, además, les han dado un cheque comida para el almuerzo, que apoderados de otros partidos disfrutan compartiendo unos bocatas.
Su viaje de madrugada ha sido lento. En autobús. Con paradas previas a la final de Barcelona, como la de Granollers, en la que ya empiezan a bajar apoderados. Animados por la posibilidad de ayudar a sus partidos sin perder ni un euro de sueldo (así lo decidió la Junta electoral central), la mayoría de desplazamientos son en el mismo jueves (laborable) y por carretera. Pero no todos. Ciudadanos cuenta con apoderados que vuelan desde Ceuta. Y el PP desplaza al grueso de su expedición el mismo jueves, en AVE y con premio: a la mayoría de los 800 afiliados y cargos madrileños movilizados gracias al impulso de Cristina Cifuentes les recibe en la estación Xavier García Albiol, el candidato del partido a la presidencia de la Generalitat.
"Viene gente de todo Madrid, de los 21 distritos, y también de municipios y pueblos", cuenta Jorge Rodrigo, presidente del PP del barrio de Salamanca (Madrid), que moviliza a casi una treintena de afiliados. "Es un poco paliza, pero llegas a las 7.00 al AVE y lo que te encuentras es un sentimiento de ilusión, las ganas de colaborar para defender la idea del constitucionalismo", añade sobre un viaje consumido entre sándwiches, botellas de agua, visitas a la cafetería y fotos con los cargos públicos que participan del esfuerzo. "Mover a tanta gente es complicado, pero hay muy buena organización y muy buen ambiente", remata mientras cumple con su tarea en el colegio Sant Pere, en Barcelona.
No obstante, los miles de apoderados que movilizan el PP, Ciudadanos y PSC no son suficientes para cubrir los más de 8.000 colegios de Cataluña. Tampoco con los refuerzos venidos del resto de España. En consecuencia, las tres formaciones alcanzan un acuerdo tácito: allí donde falten representantes de uno de los tres partidos, los otros dos actuarán velando por los intereses del ausente.
"Estamos en Tarragona, aunque los compañeros del PSC no necesitan ayuda material, como una manera simbólica de apoyarles y decirles que queremos a Tarragona, que queremos a Cataluña y que queremos seguir formando del mismo proyecto común", cuenta Javier Rodríguez, el alcalde socialista de Alcalá de Henares (Madrid), al que acompañan además dos concejales de la ciudad. "La aventura es la de muchos socialistas catalanes, que han pasado muy malos meses desde octubre, sobre todo en los pueblos más pequeños, donde muchas veces la presión del bloque independentista es brutal, según nos cuentan", describe. "Ellos sí que tienen mérito por aguantar el tirón y defender nuestras siglas. Queremos devolverles lo que están haciendo y transmitirles que desde Madrid les queremos".
La tarea de los apoderados desplazados desde fuera de Cataluña no terminará a las 20.00, cuando cierren los colegios. Tampoco después, cuando se acabe el recuento en las Mesas. Quedará lo más duro. Volver a casa. En autobús o en AVE, el sueño de las elecciones del 21-D terminará con un largo viaje de vuelta de madrugada.
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