Sale de la cárcel Rafael Díez Usabiaga, el último procesado del caso Bateragune
Pide "ambición" y "unidad" a los soberanistas vascos para lograr la independencia de Euskadi
El caso Bateragune ya es historia. El último de los encarcelados, el exsecretario general del sindicato LAB Rafael Diez Usabiaga ha salido de la cárcel de El Dueso, en torno a las 8,30 horas, después de cumplir seis años de prisión. Recibido por unas 150 personas, entre amigos compañeros de sindicato y de quienes fueron juzgados con él, el influyente amigo de Arnaldo Otegi deja atrás un largo lustro de lucha en el interior de la cárcel donde el resto de colectivo de presos inicia el camino hacia las medidas individuales, y se prepara para sellar, con el peso de su militancia histórica, la disidencia que se está produciendo en la izquierda abertzale debida al discurso oficial sobre el final de ETA y la gestión de los presos.
De hecho sus primeras palabras, en la localidad de Muskiz, Bizkaia, han sido para pedir "ambición" a los soberanistas y mantener el paso firme en el proceso de "integración" de fuerzas hacia la independencia. Rodeado de simpatizantes y de los principales dirigentes de la izquierda abertzale ha expresado su convencimiento de que en Euskadi "hay fuerzas para alcanzar la soberanía" pero después de un proceso que pasa por "integrarlas. Lo he pensado mucho estos años", ha dicho y "el camino es la acumulación de fuerzas"".
Además ha criticado al Estado español porque utiliza a los presos "como instrumento para condicionar el proceso soberanista, y ha considerado necesario "quitarles esa herramienta" tras asegurar que la prioridad y el "reto principal" para los próximos meses es "sacar a los presos de las cárceles". Díez Usabiaga ha entrado en la plaza de Pobeña en Muzkiz, donde se ha celebrado el acto recorriendo un pasillo formado por simpatizantes de la izquierda abertzale que portaban ikurriñas y pancartas del sindicato LAB y de apoyo a los presos.
Su salida de la cárcel ha sido con una escolta de la Guardia Civil. El espectacular enclave de la prisión, con el mar prácticamente al otro lado de los antiguos muros de piedra se ha llenado de afiliados del sindicato que dirigió entre 1998 y 2008. De hecho él fue el único "general" de la izquierda abertzale que mantuvo siempre su organización a salvo de las ilegalizaciones, el sindicato LAB, cuando el resto de siglas del entramado iban cayendo progresivamente.
Entre banderas del sindicato y muestras de apoyo, Rafael Díez Usabiaga se ha abrazado a sus más allegados, siempre rodeado por un cordón de guardias civiles, y poco después se ha montado en un coche que se ha dirigido hacia Bizkaia. El homenaje previsto no se celebrará en el exterior de la prisión pese a que la Audiencia Nacional falló ayer por la tarde, en un auto que contradice a la Delegación del Gobierno en Cantabria que "no procede prohibir" los homenajes al expreso. Díez Usabiaga reaparecerá en Muskiz, Bizkaia, en la muga con Cantabria, donde intervendrá en un acto político en torno a las 12,45 y por la tarde en Lasarte Oria, su localidad.
Han tenido que pasar ocho años para volver a encontrarse con sus compañeros de Bateragune, desde que Baltasar Garzón reventara, en 2009, el intento de reunificar los restos dispersos e ilegalizados de ese mundo, en una nueva Batasuna, al ordenar la detención de Arnaldo Otegi, Arkaitz Rodríguez, la ex tesorera del Partido Comunista de las Tierras Vascas, Sonia Jacinto, la hija del coordinador general de Aralar Patxi Zabaleta, Miren Zabaleta y el propio Díez Usabiaga. Ocho años después vuelven a pilotar juntos aquel mismo proyecto: la unidad de los soberanistas vascos para lograr una república vasca independiente.
El informático, hijo de Guardia Civil que cumplirá 61 años el próximo lunes tiene un largo recorrido en las estructuras del edificio independentista cuando manadaba ETA, desde que participara en 1988 en las conversaciones de Argel entre el Gobierno y la banda, como intermediario entre ambos. Junto a Otegi impulsó la ciaboga más complicada hacia las vías democráticas que hizo todo ese conglomerado que se conoce como la izquierda abertzale y que fructificó en las conversaciones de 2006 y en el atentado de la T4 de Barajas, que las paralizó. Todos ellos fueron condenados por el caso Bateragune en septiembre de 2011 por pertenencia a ETA. Un mes después, en octubre, ETA anunció el cese definitivo de la violencia, y en 2017 teatralizó el desarme.
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