Ahora queda la verdad
Ni una sola de las exigencias de ETA se ha cumplido
Los socialistas sabíamos bien lo que era la represión por nuestras ideas. La conoció en primera persona Ramón Rubial. Y de él aprendimos, cuando tras la dictadura de Franco llegó el nuevo intento de dictadura de ETA, que no valía resignarse, que era nuestra obligación conquistar, por fin, la libertad para todos y todas. Y eso lo conseguimos en octubre de 2011. Con un Gobierno socialista en España. Con un Gobierno socialista en Euskadi.
Hoy le queda a la organización terrorista tarea pendiente: convertirse en una banda desarmada, como paso previo a su disolución definitiva, y reconocer el gran error de su horror. Pero la libertad ya nos la habíamos ganado. Tuvimos la certeza absoluta aquel otoño, hace cinco años y medio, cuando, a pesar de querer disfrazar su derrota, ETA dejaba de matar. Lo supimos en esa primera noche que no temimos una llamada avisando de un nuevo atentado. Cuando amanecimos recuperando nuestra vida, por primera vez, sin miedo. Lo compartimos aquel sábado con lágrimas solidarias, lágrimas socialistas en Donostia del entonces lehendakari, Patxi López, y de Alfredo Pérez Rubalcaba, el ministro del Interior que había dejado advertido: o bombas o votos.
Perdieron las bombas. Ganó la democracia y, como dijo el presidente José Luis Rodríguez Zapatero, el Estado de derecho triunfaba como único modelo posible de convivencia. Presentes teníamos, y tenemos, a quienes habíamos perdido en el camino. ETA había dejado de matar porque nunca pudo vencer sobre la memoria de los 858 asesinados, a quienes aquel anuncio, como el de ahora, les llega tarde. Porque nunca pudo vencer a quienes resistimos, a quienes nos decidimos a hacer política usando los votos, aunque por ello nos quisieran aniquilar.
ETA no pudo vencer a nuestros concejales, a nuestros militantes, quienes siempre dieron la cara aunque se la pudieran partir por defender hasta la muerte la firmeza socialista. No pudo vencer a aquel Gobierno vasco, el del cambio, expresamente amenazado y que se empeñó en no dejar resquicio a la justificación del terror. No pudo vencer a la plena dedicación a la paz de Jesús Eguiguren.
ETA ahora certifica su final. A plazos. Tarde, muy tarde. Cuando en Euskadi hace tiempo se piensa como se quiere, sin sentir temor por ello. Como soñó Rubial, como nunca quisieron los terroristas. Ni una sola de las exigencias de ETA se ha cumplido. Este ha sido el esfuerzo socialista. Ya hemos conseguido un país donde a nadie le maten por sus ideas. Nos queda legar un país donde todos sepan que aquí se mató por pensar diferente. Y queda pendiente que, como hacemos los demás, tanto ETA como la izquierda abertzale admitan que esa historia de terror fue tan injusta como inútil. Aún les queda eso. La verdad.
Idoia Mendia es secretaria general del Partido Socialista de Euskadi-Euskadiko Ezkerra (PSE-EE).
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